Jalil fue uno de líderes de la resistencia durante la primera Intifada palestina (1987-1993). El entonces primer ministro y titular de Defensa, Itzhak Rabin, ordenó su deportación a El Líbano, junto a otros 424 activistas palestinos, en 1992.
Uno de los dirigentes de la organización en Gaza, Muhamad Nazel, acusó a Israel de practicar el «terrorismo de Estado», mientras que las Brigadas Ezedín al Qasam, brazo armado de Hamás, amenazaron con atacar a los israelíes en el extranjero. Sin embargo, un portavoz de Hamás en Beirut negó que se hubiera tomado una decisión en este sentido.
El ataque se produjo tras la advertencia del ministro de Defensa israelí, Saúl Mofaz, quien hace tres semanas señaló a Siria y dijo que «la creciente participación de organizaciones terroristas externas tendrá consecuencias».
Por su parte, un portavoz de Hamas en Gaza declaró que el atentado en la capital siria es un intento israelí de ampliar el área de la agresión llevada a cabo contra el pueblo palestino en el extranjero.
“Estos delitos que unifican la sangre palestina dentro y fuera de los territorios no aterrorizarán o detendrán lo que perseguimos, el camino de la Yihad (guerra santa) y la resistencia”, añadió.
Militantes Hamas juró vengar la muerte de su dirigente con ataques en territorio israelí, en ese ambiente de violencia, las Brigadas Ezel Dein al Qassam, rama armada de Hamas, reivindicó el lanzamiento de cohetes Qassam contra un asentamiento judío en Gaza sin que se reportaran bajas.