Los palestinos confían en que el retiro israelí de Gaza allane el camino a la estabilidad. Pero las posibilidades de una reanudación de las negociaciones de paz depende de cuestiones tales como quién gobernará la Franja en el futuro próximo, y si los palestinos lograrán mantener a raya a sus elementos extremistas.
La muerte de tres palestinos a manos de un israelí armado en Cisjordania ratifica las alternativa de que los extremistas (de uno u otro lado) minen el renovado optimismo que acompaña a la retirada israelí.
El miércoles 17 de agosto Israel comenzó a sacar por la fuerza a los colonos de 21 asentamientos judíos en la franja que no acataron el retiro voluntariamente, y de otros 4 asentamientos en el norte de Cisjordania, un evento de importancia fundamental que podría cambiar de manera imprevisible el rostro del conflicto palestino-israelí.
Las perspectivas de la estadidad palestina también dependen de un cambio en la política actual de acciones unilaterales por parte de Israel, tal como lo ilustra el actual repliegue de Gaza.
Convencido de que Yasser Arafat no era un interlocutor idóneo para negociar, Sharón ideó la retirada como una acción unilateral, y ahora parece encaminado a rediseñar, por cuenta propia, las fronteras del Estado de Israel.
La mayoría de los observadores considera que un regreso a las negociaciones con los palestinos, tras una pausa de cinco años, requeriría una intervención firme de Estados Unidos.
También es cierto que, con motivo de la desconexión, israelíes y palestinos han comenzado a hablar bien unos de otros, y a afirmar que están listos para un nuevo esfuerzo de paz.
«En este momento de nuestra historia tendemos una mano al señor Sharón», dijo el negociador palestino Saeb Erekat. «Esto es oficial, esto es lo más oficial que podemos ser. Tendemos una mano al señor Sharón para que se siente de nuevo con nosotros a la mesa de negociaciones».