Es difícil pensar que Sharón haya cambiado sus posiciones y su escasa simpatía por los palestinos. Sin embargo, y a pesar de su dogma impuesto por años y años de violencia en la región, supo priorizar una visión de estadista que lo puso en contra de una importante corriente interna de su partido y del movimiento religioso ortodoxo en general.
Ocupar y ser ocupado es antisocial, y ea ahí donde comienza la muerte de las esperanzas y utopías. Por eso, exactamente por esto, también es importante el retiro de la Franja de Gaza y de las cuatro colonias de Cisjordania.
Sin embargo, los simpatizantes de la derecha, y fundamentalmente -desde la diáspora- para aquellos que creen que esto es un fracaso histórico de Israel, conviene recordar que no es la primera vez que un gobierno de derecha entrega territorios. Para aquellos olvidadizos que sólo recuerdan el tratado firmado entre Menajem Beguin y Anwar El Sadat, es oportuno destacar que Shamir concurrió a la Cumbre de Madrid y el mismo ‘Bibi’ Netahyahu (el más férreo opositor a Sharón dentro del Likud) entregó Hebrón.
Hoy, es posible que estas sean las últimas concesiones otorgadas por el viejo halcón a sus vecinos palestinos quienes tienen, ahora, una responsabilidad histórica con viento a favor de su lado.
De esperanzas también se vive afirma un viejo dicho. Esta es una oportunidad para todos. La historia propone a los pueblos momentos ineludibles y muchas oportunidades se han desperdiciado, ya, en el Medio Oriente.
Que esta no resulte una más depende de todos los factores de la región y de los hombres y naciones de buena voluntad que estén en condiciones de ejercer un rol decisivo para fortalecer esta instancia de paz.
Isaac Asimov solía afirmar que “sólo hay una guerra que puede permitirse el ser humano: la guerra contra la extinción”. De esto se dio cuenta Sharón cuando se vio forzado a renunciar a Gaza, porque el peligro mayor estaba del lado del espíritu de Israel y su identidad como el único Estado soberano y responsable por el colectivo judío.
Perder este carácter sería trágico, y una derrota de la que difícilmente hubiera podido volverse.