Los escritos de Vargas Llosa, originalmente publicados en el diario español ‘El País’ trajeron repercusiones, como era de esperar, de las más variadas estirpes. Pero, en el judaísmo oficial, poco pudo verse más allá de refrendar la idea de que el antisemitismo sobrevuela al escritor peruano.
Una vez más, el establishment puso su maquinaria en funcionamiento.
Jorge Kirszenbaum, dirigente del partido religioso Mizrahi y Presidente de la DAIA, salió -sin conocerse una decisión institucional acordada al respecto- a criticar los escritos de Vargas Llosa sin pensar que su palabra debería de estar aglutinando a todo un espectro más amplio que la representatividad de su partido comunitario. Algo parecido sucedió, una vez no hace mucho, con el entonces Secretario General de la OSA, Roberto Faur, de quien pidieron su cabeza por haber hablado como integrante del ejecutivo de la institución sin consultar a otros factores que conforman la mencionada organización comunitaria.
Es probable que estemos ante otro caso similar. Pero claro, es posible que Mizrahi tenga más poder que Meretz… Sobre todo cuando se trata de defender políticas ejecutadas por la derecha o el conservadorismo comunitario.
¿Qué dijo Vargas Llosa?<
Vargas Llosa dijo de todo. Y gran parte de ello salió publicado en Israel mismo, en el diario israelí ‘Haaretz’, el pasado 16 de septiembre. Lástima que Guideón Levy (el autor de la entrevista) no tuviera, entonces, a mano las reflexiones de Kirszenbaum, hubiera sido bueno que las introdujera en un recuadro de su entrevista al escritor peruano para que todos se enteraran lo que piensa el representante de Mizrahi. Aunque mejor hubiera sido que expresara lo que piensa la DAIA en su conjunto.
Veamos, ahora, algunos de los textos del encuentro sostenido entre Vargas Llosa y Levy en Jerusalem:
“Mario Vargas Llosa, el galardonado escritor peruano, nos visitó durante las últimas dos semanas, casi de incógnito. La gente del Ministerio de Relaciones Exteriores no lo descubría, no fue acompañado por oficiales del Portavoz Militar, tampoco fue instruido por generales del Ejército, evitó toda forma de contacto con gente del gobierno, salvo Shimon Peres, su amigo, amigo de todos los escritores del mundo.
Vargas Llosa llevó a cabo -esta vez- una visita distinta, más prolongada y más en profundidad, sin ‘oportunidades de fotografías’ y sin entrevistas a los medios de comunicación, una visita alternativa, ‘rebelde’, acorde a un escritor de su talla. Fiel a su idea que «los disidentes salvarían al Estado de Israel», vino este antiguo amigo de Israel a encontrarse con una Israel distinta. Durante décadas se reconoció a sí mismo como simpatizante de Israel, también en los tiempos en que la simpatía hacia Israel era considerada -en los cálculos intelectuales- como algo indigno. Ahora tal simpatía llegó a una encrucijada. Una vez envió a uno de sus hijos a trabajar a un kibutz. Así mismo fue galardonado aquí con el importantísimo Premio Jerusalem.
Al finalizar su cuarta visita se llevó una gran desilusión: no es este el Israel que él siempre quiso. Visitó nuestros más sombríos y ocultos rincones desde el salvaje asentamiento judío en Hebrón hasta la manifestación contra la construcción del muro en Bila’in, se reunía con algunos luchadores por los Derechos Humanos, visitó Gaza y Ramallah, siempre lejos del itinerario acostumbrado que trazamos para nuestros visitantes más distinguidos cuando los llevamos a Yad Vashem (Museo del Holocausto), vuelo en helicóptero sobre las alturas del Golán y el Valle del Jordán, charla de instrucción con agentes de seguridad y cena con el Ministro de Relaciones Exteriores”.
«Lo más trágico no es que al frente del Gobierno de Israel se encuentre un hombre tan poco tolerante y dogmático; sino que en Israel, que es un Estado democrático desde su creación -la única democracia en Medio Oriente- exista una mayoría de votantes que se encuentra en una situación desesperada o enfervorizada a causa de la situación, lo que explicaría la tendencia a votarlo dando, así, legitimación a sus delirantes puntos de vista. El electorado israelí, votando por alguien como Ariel Sharón, sólo dañó aún más sus propios objetivos, haciéndole un flaco favor a los enemigos de Israel».
«Hace 30 años que defiendo a Israel en mis artículos, en mis conferencias y en mi actividad pública. No soy el único amigo sincero que siente asombro y tristeza ante los hechos de Sharón. En especial cuando veo el aprovechamiento que de estos hechos hacen ciertos elementos anti israelíes y antisemitas de los que hay abundancia en todo el mundo», escribía. Después de publicado ese artículo se apersonó en su casa el embajador de Israel en Lima y le dijo que se merecía: un tirón de orejas”. (N. de la R.: ¿Habrá copiado Kirszenbaum la idea de la protesta del entonces Embajador israelí en el Perú?).
“Esta semana se reservó sus opiniones sobre Sharón. Muchos de sus interlocutores advirtieron que aquellos no cambiaron en forma radical. Continuó siendo partidario de los ‘Acuerdos de Oslo’ y de la negociación. El conflicto del Medio Oriente fue y sigue siendo, ante sus ojos, un tema central en la política internacional que puede provocar un terrible estallido en todo el mundo. Es por eso que manifiesta tanto interés por él. También su amistad con Amos Oz seguramente contribuya en algo a su interés por nosotros”.
“Morgana es una fotógrafa de 51años. Ella acompaña a su padre en gran parte de sus recorridos periodísticos. A Israel llegó dos semanas antes para preparar su visita. También los acompañó el novio de Morgana, Ricardo. Ricardo es un judío franco-peruano que en su juventud fue enviado por un corto peruano como voluntario a servir en las filas de Tzahal, el ejercito de Israel. Su actual visita, en compañía de su novia y el padre de ella, le impresionó muchísimo, ya que vio un Israel que no había visto en sus visitas anteriores. Tampoco Morgana encontró lo mismo que vio en visitas anteriores. Hablando sencillamente dice que la situación es mucho peor de lo que ella suponía antes de venir. De todos modos aseguró que volverá”.
“Durante el desarrollo de las conversaciones que mantuvo aquí, Llosa no anotó casi nada. – Lo que la memoria no conserva, no tiene importancia, dice, la memoria hace la mejor selección para nosotros.
‘Después de Gaza’: así llamará a la serie de notas que escribirá para «El País»… Aprecia y admira a su amigo Daniel Barenboim…”
“Nuestro muro de separación lo estremeció. El cuadro de Kalkilia aislada le provocó una gran decepción. El viernes pasado viajó, en compañía de un miembro de la «Comisión contra la demolición de casas», Meir Margalit, a una manifestación de los «Anarquistas contra el Cerco», en Bila’in. La violencia de los soldados contra los manifestantes lo estremeció. Cuando Morgana se propuso fotografiar a un soldado pegándole a un manifestante, el soldado se apuró a estrechar al manifestante entre sus brazos al mejor estilo de Gush Katif: lo que se dice un buen «frame», no pudo obtener de esa escena”.
“Tuvimos un encuentro casual en la desierta calle Shohada. La visita a Hebrón iba siendo documentada en una película de video: he aquí que camina por las calles silenciosas de las que decenas de miles de palestinos atemorizados fueron expulsados por los soldados-colonos. Camina silenciosamente, se detiene frente a las inscripciones provocadoras: ‘Muerte a los árabes’, ‘Kahana tenía razón’ y ‘Venganza’.
“Vargas Llosa vio en Hebrón lo que la mayoría de los israelíes nunca pudieron ver. Vio en Israel lo que nosotros, en nuestra inmensa mayoría, no vemos o no queremos ver”.
Filtración antisemita
“El presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), Jorge Kirszenbaum, acusó ayer a los escritores Mario Vargas Llosa y José Saramago de ‘filtrar antisemitismo’ en sus obras, durante un brindis por el Año Nuevo judío (Rosh Hashaná), en vísperas del Día del Perdón. ‘Pareciera que ahora la cosa se enfoca en agredirnos a través de grandes plumas como Saramago o Vargas Llosa. Creo que se está filtrando un antisemitismo, un antisionismo a través de esas plumas a las que tenemos que prestar atención y combatir’, dijo Kirszenbaum durante el encuentro realizado en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), con motivo de las fiestas del Año Nuevo judío y en el que participó la totalidad de los referentes y funcionarios del pueblo judío en la Argentina. Consultado por ‘La Nación’, ayer por la tarde, Kirszenbaum dijo que sus dichos se refieren a la actitud y a determinados artículos periodísticos que los dos escritores han publicado en los últimos meses y no a la obra literaria, que consideró de singular calidad. ‘Cuando hablo de ellos me refiero al antisemitismo y al antisionismo que manifiestan permanentemente con una postura que no es equitativa. Y que es parte de una ola antisionista que se está propagando en Europa, a la que adhieren los dos escritores’, señaló el dirigente de la DAIA”.
Este texto es una parte del envío realizado por la Oficina de Prensa de la DAIA, el pasado 14 de octubre, a sus suscriptores en el que destacan la acrítica defensa que Kirszenbaum hace de la política actual del Gobierno de Israel y su vocación manifiesta contraria a las crónicas periodísticas de Vargas Llosa.
Lo cierto es que, una vez más, el titular de la DAIA se expresó sin considerar el mosaico de opiniones existentes dentro de la comunidad donde, a muchos, no les parece que Vargas Llosa destile antisemitismo.
A menos que, a buen decir del representante de Mizrahi, en el seno de la comunidad no se acepte la disidencia crítica e ideológica con el actual gobierno de Israel; o que detesten a Amós Oz, Peres, Barenboim, Beilin, Sarid, Shalom Ajshav (‘Paz Ahora’), Margalit, o incluso a Rabin -a 10 años de su asesinato a manos de un mesiánico- como exponentes de una alternativa diferente para Israel y su percepción en el mundo.
En ese caso, sería bueno que avise, porque no es una buena propaganda ni para la DAIA ni para su partido Mizrahi, y menos para quienes creemos que la comunidad tiene la obligación de continuar reflejando su pluralismo y espíritu democrático antes de expresarse en nombre de todos, también en temas tan serios como el supuesto antisemitismo de personalidades internacionales que generan opinión pública y que, parece, son tomados con la liviandad de confundirlos con una crítica hacia actos de gobierno que, junto a la ciega violencia engendrada desde el lado palestino, hacen del Medio Oriente un tembladeral permanente.
Cada sector tiene la obligación de desactivar sus puntos de conflicto, pero afirmar que las crónicas de Vargas Llosa lindan con el antisemitismo o el antisionismo es, sencillamente, opinar que los judíos del mundo que estamos contra la política de Ariel Sharón (y que también criticamos y condenamos la violencia palestina) somos ejecutores de campañas antisemitas y antisionistas.
Kirszenbaum, por favor, no hable más en nuestro nombre. Muchos sectores de la comunidad (acerca de su crítica a Vargas Llosa como paradigma antisemita o antisionista) no se sintieron identificados con sus comentarios, que deberían ser representativos de todos.