-¿Cómo calificarías hoy la muerte del fiscal Nisman?
-Me parece que la única certeza que tenemos es la muerte. La forma de la muerte, si bien para la parte de la investigación que está ahora desarrollándose es homicidio, a mí no me surge un homicidio en el expediente y lo he leído bastante, reiteradamente. No me surge un homicidio leyendo el expediente. No tengo claro por qué Nisman está muerto. Esta es la pregunta central más allá de cómo murió. ¿Por qué Nisman está muerto? Para eso no tengo respuesta, y empiezo a sospechar desde hace mucho tiempo que nunca la habrá. Pero lo que sí veo en el expediente, es que, en ese baño, en el momento en el que sonó el disparo, no había una segunda persona y de eso me parece que hay mucha evidencia. El peritaje de Gendarmería habla de dos asesinos adentro del baño; yo la verdad es que no los encuentro, no los veo.
-De todas las hipótesis, ¿hay alguna que te resulte más verosímil, más posible?
-Sí. No creo que haya sido un suicidio por una decisión personal y voluntaria. No creo que Nisman estuviera deprimido y por eso se haya suicidado. Creo que alguien lo empujó a hacer lo que hizo. Y en ese caso configuraría el delito de instigación al suicidio. El suicidio no es un delito, la instigación sí lo es. Creo que sí hubo delito y ese delito fue que alguien lo empujó a quitarse la vida. En algún momento evalué, pero sin ningún basamento científico ni que se desprendiera del expediente, la posibilidad de que la muerte hubiera sido accidental. Imaginé, por ejemplo, que alguien que no está habituado a manipular un arma, con una en la mano hubiera estado jugando o posando frente al espejo y accidentalmente se le disparara. Pero se me desalienta esa posibilidad cuando veo el lugar por donde ingresó la bala, la cercanía que tenía el arma respecto al lugar por donde se produjo el disparo. Parece poco probable que haya sido accidental. Creo que alguien, o más de una persona, lo instigaron a quitarse la vida.
-En esa probable instigación al suicidio, ¿qué rol suponés pudo haber tenido Diego Lagomarsino, el de accesorio involuntario o un partícipe necesario?
-Un viejo teórico de la comunicación, Marshall McLuhan, con el cual nos formamos muchos de nosotros, decía: “el medio es el mensaje”. Yo pensé muchas veces que el arma era el mensaje. Que el que se la llevó le estaba llevando un mensaje, algo así como: “Te traigo esto, vos sabés qué hacer”. Pero no cierra con el resto de la historia. Si alguien hubiera hecho eso, no lo hubiera hecho con un arma registrada a su nombre, a menos que tampoco supiera que le estaba llevando un mensaje. Me parece que Lagomarsino tiene más conocimiento que el que el que nos ha revelado. Yo lo he entrevistado varias veces, nunca le encontré una fisura en el relato. Y para esto hay dos alternativas: o es casi un psicópata capaz de creerse la mentira que está diciendo o dice la verdad. Tengo la impresión de que sabe más de lo que nos ha contado, pero no lo veo como un engranaje de un plan homicida. Sobre todo porque sería muy torpe de su parte haber formado parte de un plan homicida en el que lo encontraran primero a él. Vamos a suponer que él no se hubiera presentado en Tribunales apenas se enteró de la muerte de Nisman para decir que él mismo le había llevado el arma. ¿Cuánto tiempo hubiera tardado una investigación para saber que el arma era de él e ir a detenerlo? Cuestión de horas. Me parece de mucha torpeza que alguien se exponga así a ir preso de por vida, dejando todas las huellas asentadas. O fue muy torpe o tuvo una razón que no alcanzo a comprender para hacer una cosa de esa naturaleza. Para concretar la respuesta, pensé que pudo haber sido el mensajero, me cuesta encontrar una corroboración a esa hipótesis.
-Vos decías que hoy no sabemos, en principio, por qué está muerto Nisman. Pensaba proponerte ir por los distintos “porqués” En un artículo tuyo mencionás que Patricia Bullrich y Laura Alonso, ese domingo, ya habían evaluado que no estaban las condiciones dadas para que Nisman testimoniara el lunes en el Congreso, ¿de dónde surge ese dato?
-Está en el expediente la información, en las declaraciones testimoniales, tanto de Patricia Bullrich como de Laura Alonso. Hubo una reunión que se celebró el domingo por la tarde, cuando Nisman ya estaba muerto pero todavía no se había dado a conocer, en la que participaron Cornelia Schmidt, Patricia Bullrich, Laura Alonso, Federico Pinedo por teléfono y creo que Mario Negri, debería revisar el expediente. En esa reunión resolvieron que no estaban dadas las condiciones para que Nisman fuera el lunes siguiente al Congreso. Por lo menos, lo que declararon Bullrich y Alonso fue que el clima era demasiado beligerante hacia Nisman y que ya había habido una declaración de la entonces diputada Diana Conti en la que decía que “iban a ir con los tapones de punta”. Insisto: esto lo resolvieron cuando Nisman ya estaba muerto. Murió sin saber que habían resuelto que al día siguiente no iría al Congreso.

-Podemos intuir que esto que llamamos “tapones de punta” tenía que ver con ciertas cuestiones de la vida personal y de las relaciones de Nisman que saltaron a la luz una vez muerto, ¿no?
-No lo sé. Imagino que sí, pero no lo sé fehacientemente. De hecho, para ese día ninguno de nosotros conocía las cuestiones de la vida privada de Alberto Nisman más allá de un grupo que él frecuentaba, un grupo privado. En aquel momento, ni siquiera estaba en conocimiento de nadie la existencia de la cuenta en el exterior, ni los terrenos en Punta del Este, ni los fideicomisos. No se sabía nada de eso. Sí se le conocía alguna actividad social, pero nada trascendente. Me parece que tenía más que ver con la denuncia, que ofrecía mucha endeblez conceptual. Si bien la causa ahora está elevada a juicio oral y público, la idea de cuestionar la constitucionalidad del acuerdo con Irán, es una cuestión con la cual yo coincido. Fue una muy mala decisión política ese acuerdo, sobre todo, porque vulneraba un montón de cuestiones que tienen que ver con el Poder Judicial argentino. Pero no me parece que sea un tema judicial en tanto delito penal, sí para declararlo inconstitucional, inválido, como finalmente pasó. Pero no me pareció nunca que ahí hubiera un delito, un pacto, como el que Nisman había detectado. Me parece que el tema de “los tapones de punta” apuntaba a derrumbar esa hipótesis de delito en torno a la firma del pacto con Irán.
-Los avances de los últimos días del juez Martínez de Giorgi sobre las cuentas bancarias y los posibles delitos financieros, parecieran apuntar no sólo a una cuestión de corrupción personal sino a un entramado de vinculaciones con redes de espionaje o de intereses políticos internacionales. ¿Cómo estás leyendo vos estos avances?
-Lo primero que quiero decir es que no creo que haya habido ningún avance. La información sobre la base que Martínez de Giorgi resolvió el embargo de los bienes de la madre, de la hermana de Nisman y de Lagomarsino están en el expediente desde hace cinco años y medio. A mediados de 2015, esa información ya estaba disponible, sobre todo después de que Sandra Arroyo Salgado denunciara ante la fiscal Viviana Fein la existencia de la cuenta y esta se rastrea y se encuentra. La información es prácticamente la misma. Lo que pasó con esa causa es que en cinco años y medio nadie movió un papel. Las vinculaciones que en vida pudo haber tenido Nisman con agentes financieros, con servicios de inteligencia, con sectores poco santos de la vida están para ser investigados desde el momento en que se conoció la existencia de esa cuenta. No creo que haya habido avances. Lo que se va a comenzar a investigar ahora se pudo haber investigado desde hace cinco años y medio y no se hizo.
-Si vos tuvieras que evaluar en retrospectiva, ¿cuál fue el aporte positivo o negativo, cuál fue la marca que Alberto Nisman dejó en la instrucción de la causa AMIA?
-Nisman creyó siempre en la hipótesis iraní. Y cerró la posibilidad de investigar cualquier otra línea. Incluso, opino yo, le prestó poca atención a lo que conocemos como la conexión local porque parece que eso hubiera sido fundamental para llegar a los autores intelectuales. Es decir, encontrar primero a los que colaboraron, a los partícipes necesarios sin quienes el atentado no se pudo haber cometido, para llegar a quienes lo habían cometido. Primero encontró, o creyó encontrar, a los autores intelectuales, y una vez encontrado eso, se conformó y no profundizó en la logística local. Creo que fue un error de investigación. Esto es opinión, no información, insisto. Lo que sí me parece es que teniendo una estructura con recursos casi ilimitados, con personal especializado y con una sola causa por investigar, la investigación fue muy pobre. No sé si fue por incapacidad o por alguna otra razón.
-¿Te parece que la reciente absolución que tuvo hace dos semanas Carlos Telleldín, luego de la declaración de nulidad de la anterior, está ligada a esa pobreza de instrucción de Nisman?
-Sí. En principio sí. Quiero leer el 26 de marzo los fundamentos cuando se den a conocer. Sospecho que sí. Después de que la Corte reabriera la investigación, hasta el momento previo al pago de los 400 mil dólares, lo entrevisté a Telleldín y me dijo: “Se va a caer de nuevo porque no hay nada, se va a investigar lo mismo que investigó Galeano, lo único que va a cambiar es que no va a estar ese aporte mío por los 400 mil dólares, pero van a llegar al mismo lugar, la causa se va a terminar cayendo”. Casi cuatro años después tuvo razón. Yo quiero leer los fundamentos. Pero sí, me parece que una causa de esta magnitud, que llega dos veces a juicio y las dos veces obtiene el mismo resultado y, además, con una argumentación que ataca debajo de la línea de flotación a la investigación, parece que está demostrando que sí, que evidentemente la investigación no fue buena.
-Leí que vos fuiste muy crítico con el documental de Nisman que publicó Netflix. En mi lectura, si hay algo que arrojó ese documental es que pocas cosas de las que rodeaban la muerte de Nisman tenían relación directa con la causa AMIA, que se suponía que era su bastión principal, y que tenía más que ver con todo un mundo oscuro que se tejió alrededor de su participación en la causa AMIA; conexiones con espionaje, presiones internacionales, lujuria personal, intereses creados al interior del Poder Judicial que involucran en parte a su exmujer y las causas que seguía. En fin, pareciera hablar de un montón de cosas menos de la causa AMIA, ¿vos lo ves así?
-El documental de Netflix parece orientarse a buscar esto que hablábamos al principio, el por qué está muerto, que es para mí la pregunta fundamental. Y no responde esa pregunta, ni siquiera esboza la respuesta. Probablemente la causa AMIA tenga algo que ver con esa respuesta, es imposible saberlo. El documental no profundiza en ningún momento. Me pareció incompleto, sesgado, sobre todo, me pareció que faltaron cosas, entre ellas: si vas a hacer un documental sobre la muerte de Nisman, debieron haber profundizado respecto de por qué hoy está instalado que Nisman fue asesinado. No hubo un análisis del expediente, sobre todo del peritaje que dijo que Nisman fue asesinado, me pareció incompleto desde ese punto de vista. Y de la causa AMIA hay otro documental, muy interesante, de Miguel Rodriguez Arias, quien recopiló gran parte de lo que pasó durante el primer juicio oral y está la declaración de Stiuso, están las declaraciones de otros agentes de inteligencia, la declaración de Fino Palacios, ahí sí se habla mucho de la causa AMIA. A lo mejor se debió haber hecho una fusión entre ambas cuestiones para hacer algo más profundo, probablemente más largo, para encontrar alguna respuesta más. He hablado mucho con la gente de Memoria Activa, con quienes tengo muy buena relación, sobre que en la investigación AMIA se cometieron errores deliberados. Hubo cosas que no se investigaron con mayor profundidad por decisiones políticas, en principio las del gobierno de Carlos Menem, y después porque no hubo una voluntad definida de desandar ese camino para volver al punto de partida. Y en ese sentido queda claro que una mala investigación tiene como consecuencia que un acto como el de la AMIA quede impune, que es lo que ha pasado 26 años después.
-¿Cuál es el legado de Nisman en términos de la Unidad de Investigación Fiscal hoy? ¿Qué margen de acción y qué performance evaluás que están teniendo los fiscales a cargo de la investigación de la causa?
-La UFI-AMIA intentó desandar parte del camino los primeros tiempos. Trabajaron bien en principio. Lo que yo noto hoy es que está nuevamente empantanado. Los fiscales deberían trabajar ahora como historiadores, casi como arqueólogos más que como investigadores. 26 años después, hay gente que se ha muerto, hay pruebas de que han desaparecido, es muy difícil reconstruir todo eso. Es un trabajo más de un investigador con perspectiva histórica que de un fiscal. Y es muy probable que si en algún momento se llega a una conclusión respecto a la autoría inmediata, cuando vayan a buscar a esos autores, esos autores ya no estén. De manera tal que me parece que lo que queda ahora es un trabajo en retrospectiva, casi arqueológico. Lo que quiero decir con esto es que la unidad AMIA tuvo después de la muerte de Nisman un impulso importante. Encontró algunas respuestas importantes y después ese ímpetu inicial, parece haberse diluido. Hoy no noto ningún avance ni nada significativo.
-Volviendo a tus interpretaciones respecto a la muerte del fiscal Nisman, en tu lectura la hipótesis de que fue un asesinato tiende más a cerrar la investigación que a desarrollarla.
-Entiendo lo que decís, pero cerrar la investigación por homicidio sin tener al homicida, parece un oxímoron. Y aquí no está el homicida. La conclusión del homicidio, a menos que decidan terminar condenando solamente a Lagomarsino y a los policías que fungían como custodia y terminar la historia allí, la investigación parece imposible de terminarse. No hay forma de encontrar al homicida y después de seis años tampoco parece factible encontrarlo. ¿Qué prueba puede aparecer ahora que nos lleve a un lugar distinto del que estamos? Sobre todo teniendo en cuenta que más allá de los cuestionamientos que hubo a la fiscal Viviana Fein, toda esa parte de la investigación fue supervisada por una muy buena jueza, Fabiana Palmaghini. Y en esa parte de la investigación, sobre todo cuando ella se hace cargo y lo llama a testimoniar a Stiuso y después termina desprendiéndose de la causa, tuvo todo un cotejo de información que tampoco llevó a la hipótesis del homicidio. Tenía abierta la posibilidad de que pudiera haber sido homicidio, pero no había nada que llevara a esa hipótesis. Es decir, encontrar al homicida, en el caso de que existiera, podría cerrar la causa. Ahora, cerrar una causa de homicidio sin tener al autor material de la muerte sería muy extraño. Yo no recuerdo haber visto en más de veinte años de caminar Tribunales una solución de esa naturaleza. En todo caso podría haber un homicida identificado y que no se podría juzgar por la razón que fuera, porque está muerto, porque está loco. Pero no que hubiera una causa cerrada con homicidio sin haber identificado al homicida.
-¿Cuál es tu evaluación del rol que ocupó la fiscal Fein en esa etapa?
-Creo que fue una fiscal honesta, a la que la desbordó una causa a la que no estaba acostumbrada. Creo que cometió muchísimos errores en la investigación. Mirado en retrospectiva, esos días fueron un infierno, también para nosotros. Tuve la oportunidad de hablar varias veces con Fein, incluso durante la investigación. Ella estaba muy confiada en su equipo de trabajo y yo tenía la posibilidad de seguir el expediente a través de una fuente que me permitía el acceso y veía errores de investigación importantes.
-¿Podrías mencionar alguno?
-La escena de la muerte. Mucho se criticó de la escena de la muerte de Nisman. Esa escena estuvo bien preservada, si uno ve la filmación completa, se da cuenta. Pero en ese momento, cometió un error enorme, que fue entender que la escena de la muerte era el baño y no todo el departamento. De manera tal que no haber tomado todo el entorno como escena de la muerte, fue un primer error que ahora da pie a decir que contaminaron la escena. Pero en ese momento, Fein se encontró con otra evidencia, que por razones de privacidad y de pudor prefirió entregarle personalmente a la madre para preservar la imagen del fiscal Alberto Nisman y que ella debió haber incorporado como parte de la investigación. Y pasaron cosas que son inexplicables, como, por ejemplo la información respecto de que Alberto Nisman tenía cajas de seguridad bancarias, se obtuvo prácticamente a las horas de su muerte. Por consejo de la jueza a la fiscal, se pidieron informaciones a entidades bancarias para determinar donde había cajas de seguridad, se las identificaron y se demoró para hacer los allanamientos y cuando llegaron la madre de Alberto Nisman ya había vaciado las cajas. Esa demora es un error de investigación importante. Probablemente allí habría habido información que hubiera permitido avanzar. También es cierto que en los primeros tramos de la investigación, Fein parecía dar patadas de ciego, tiraba manotazos al aire, buscando de dónde recopilar información, incluso llegó a designar a un perito para hacer trazos de las manchas de sangre adentro del baño. Y luego fue anulado por la jueza Palmaghini, porque eso hubiera dado pie a una nulidad gigantesca de toda la investigación. Hubo muchos errores. Yo se los atribuyo, e insisto, no a la mala fe, no a la incapacidad, sino al desborde de una situación que fue realmente tremenda.
-Vos destacás a la jueza Fabiana Palmaghini, pero en su momento fue muy cuestionada su traspaso de la causa al fuero federal.
-Quiero hacer una salvedad, yo destaco la etapa inicial de la investigación de la jueza. Me parece que ella también cometió un error grave que fue tomar la testimonial de Stiuso y esa madrugada declararse incompetente. Creo que fue un error gravísimo. Stiuso había aportado líneas de investigación que debieron haberse profundizado y era ella la que tenía los mejores elementos para hacerlo. Destaco la investigación hasta ese momento y todo lo que pasó después ya no lo destaco más.
-Para finalizar, Néstor, cuando una causa de este tipo no avanza, ¿qué botones de la política y qué botones del aparato judicial toca la muerte de Nisman que impidan su avance?
-No sé si hay botones de la política y de la política judicial que impidan que no avance. Nisman no era una persona querida entre sus pares, no era una persona que gozara del afecto, de la amistad de otros jueces o de otros fiscales, salvo en casos esporádicos. De modo que, si lo buscamos por ese lado, no hay una cuestión particular para encubrir o distorsionar la investigación. Y desde el punto de vista político, una de las primeras sorpresas cuando se produjo la muerte de Nisman es que si lo había matado el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner había cometido un suicidio político. Y si bien ese gobierno cometió infinidad de errores políticos, este, en un año de elecciones, no parecía una idea interesante. De modo que, si hubiera habido un homicidio, al primero que debió haberle interesado descubrir quién era el homicida era al gobierno. Después hubo toda una utilización respecto de que a Nisman lo habría matado el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Yo no encuentro la razón por la cual quisiera matarlo. Si lo que querían evitar era la denuncia, el homicidio hubiera sido previo. Una vez que había hecho la denuncia, matarlo era casi como dejar todos los dedos puestos en la escena del crimen. No tenía demasiado sentido. En cambio sí me parece que hubo una utilización política de la muerte de Nisman y una victimización de Nisman como un factor, que puesto ahora a revisar todo lo ocurrido, ha tenido una influencia muy grande en la política de los últimos años. No me parece que haya una decisión deliberada de no esclarecer, me parece que hay una imposibilidad real de esclarecer. Y lo que también me queda claro es que si el juez llega a decir que hay una decisión final, sea cual sea esa decisión, nadie va a creer. Si dicen que fue asesinado por un comando turco-sefaradí nadie lo va a creer. Y si finalmente, la conclusión es que Nisman se suicidó, nadie lo va a creer tampoco. Y esto es lo central que tiene la causa, por eso le garantiza la impunidad, más allá de un fallo judicial que diga culpable o inocente e identifique quién. La sociedad nunca va a cerrar lo que pasó.