La expansión del dominio nazi implicó una escalada en el programa de discriminación y persecución antisemita instalado por el Reich.
Judíos, comunistas, homosexuales, gitanos fueron víctimas de masacres masivas.
Ya en marzo de 1941 Hitler anticipó el carácter «implacable y sin misericordia» que asumiría la campaña. Horas antes del ataque bélico, el jefe de la propaganda alemana justificó la crueldad aplicada por los perpetradores: «si salimos victoriosos no habrá quien nos juzgue»…
Entre el 22 de junio de 1941 y hasta el fin de la contienda, diez millones de soldados soviéticos perdieron sus vidas.
A sesenta y cinco años de la invasión nazi, debemos recordar a las víctimas y repudiar el fanatismo de los victimarios, pero –también- la política dictatorial stalinista que facilitó el desmembramiento de Polonia y la instauración del imperio nazifascista en Europa Oriental.
«Si salimos victoriosos no habrá quien nos juzgue…»