Chile, en sus horas más candentes

Entre lo sagrado y lo profano

En momentos cruciales de la historia del hermano país -donde este domingo se define el próximo presidente a través de un ballotage entre un candidato de derecha y otro de la izquierda-, ofrecemos la perspectiva de nuestro compañero Marcelo Carvallo. “Saltan a la vista las tensiones del periodo. Por una parte, una creciente demanda por resolver problemas económicos, pero esta vez acompañada de evidentes muestras de un individualismo ajeno a propuestas fundadas en soluciones colectivas y de carácter solidario. En definitiva, el mundo amplio político progresista supo acompañar la puesta en escena y la visibilización de las demandas, pero aún no logra convencer que su solución está en los proyectos surgidos en su seno”, nos dice. A la vez, subraya, “se reaviva un discurso que sin temor a la exposición pública se mofa de la diversidad sexual, promueve restricciones a los derechos ya ganados por las mujeres y levanta las ya conocidas y muy añejas tesis de un nuevo orden mundial promovido por un judío Soros asociado a la ‘izquierda profunda’, en palabras del candidato de la derecha”
Por Marcelo Carvallo

«El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos»
Antonio Gramsci

בין קודש לחול אני חי
Amir Dadon

 

Como pocas veces en la historia de Chile, se han presentado eventos que, en tan corto plazo, han logrado tensionar de manera radical a la sociedad.

En efecto, luego de avanzado el gobierno del derechista Sebastián Piñera, millones de personas a fines del 2019 ocuparon las calles y plazas, siguiendo el espontáneo llamado de estudiantes que protestaban por el alza en el precio de la locomoción colectiva. Ese gesto abrió la puerta a las más diversas expresiones de descontento con un modelo que si bien es cierto, había logrado recomponer a una alicaída clase media y mejorar significativamente las condiciones de vida de los sectores populares, aún no lograba dar cuenta de demandas en torno a un mayor nivel de justicia social y por sobre todo, al temor ante eventos fortuitos que desestabilizan a las familias, como enfermedades y delincuencia, las que sumadas a un deficitario sistema de pensiones, de educación, de reconocimiento de pueblos originarios, de demandas medioambientales, de protección de las llamadas disidencias sexuales, de justicia para el maltrato contra la mujer, y una falta de políticas de protección laboral efectiva, entre otros, fue generando el espacio adecuado para esta significativa presencia pública del descontento multitudinario.

Movilizaciones masivas en Chile, en 2019

La reacción oficial fue una represión policial fuera de una mínima norma procedimental, afectando la vida, seguridad e incluso, provocando la ceguera o daños oculares de cientos de personas. Como situación de contexto, se inicia la pandemia COVID que es usada por el Gobierno como excusa para decretar un estado de Excepción Constitucional, que restringe la movilización más allá de las recomendaciones clínicas y dispone al cuerpo militar en las calles, que con fusiles de asalto en mano controlan la presencia de autorizaciones sanitarias, en una imagen que a muchos nos trasladó a épocas dictatoriales.

Por su parte, la clase política en el Parlamento, reacciona proponiendo un camino de cambio constitucional que es “aprobado” por el 78% de los ciudadanos que participaron en el Plebiscito del 25 de octubre del 2020. El resultado fue la elección de un cuerpo colegiado cuya función es proponer la redacción de una nueva Constitución, el que cuenta con una representación paritaria y con presencia garantizada de constituyentes de pueblos indígenas, todo graficado en la elección de la presidencia de la Convención, la que recae en una mujer, mapuche, profesora y activista de destacada trayectoria. La presidenta Elisa Loncón, resume así el comienzo de los que se avizora como un cambio profundo en nuestra institucionalidad y por sobre todo, en los paradigmas culturales del país. La representación de la derecha, bajo el guarismo del tercio de los constituyentes, le quita la posibilidad de veto establecida en el reglamento convencional.

Afiche plebiscito 2020

Es en ese contexto, en el que se convoca a elecciones presidenciales. El mundo social y la expectativa política, esperaban que todo este periodo se consolidase en alternativas unitarias que acompañasen al proceso constitucional y que por sobre todo, permitiesen avanzar en la solución a demandas económicas y sociales agravadas durante el periodo pandémico.

Sin embargo, la incapacidad de la oposición al gobierno de derecha y una efectiva estrategia de descrédito de la Convención Constitucional, acompañada del conocido discurso de rechazo a lo político; el temor al terrorismo; la definición de “enemigos internos”, ya sea mapuches, comunistas o extranjeros, logran que un renovado candidato de una derecha conservadora y de tintes tremendamente autoritarios representada por Kast, se imponga en la primera vuelta electoral con el 27,9 % de los votos, superando al candidato del Frente Amplio Gabriel Boric quien obtiene el 25,8% de los sufragios, en una alianza que unifica a nuevos movimientos socialistas y autonomistas originados en las movilizaciones sociales, asociados con el Partido Comunista. El resto de los candidatos, incluidos los representantes de los bloques tradicionales como el oficialista Chile Podemos Más (ex Alianza por Chile) y la coalición de centro Izquierda Nuevo Pacto Social (ex Concertación) logran resultados muy por debajo de su presencia histórica, siendo superados, además, por un extraño personaje del populismo liberal -Franco Parisi- cuya campaña la realizó íntegramente residiendo en Estados Unidos.

Saltan a la vista entonces las tensiones del periodo.  Por una parte, una creciente demanda por resolver problemas económicos, pero esta vez acompañada de evidentes muestras de un individualismo ajeno a propuestas fundadas en soluciones colectivas y de carácter solidario. En definitiva, el mundo amplio político progresista supo acompañar la puesta en escena y la visibilización de las demandas, pero aún no logra convencer que su solución está en los proyectos surgidos en su seno.

El viejo monstruo del terror

Por su parte, se ha evidenciado una tensión creciente en los modos en los que se ha desarrollado la campaña.

Sin desconocer mi propia subjetividad que me compromete con el candidato del Frente Amplio, se ha podido apreciar una muy preocupante campaña fundada en la mentira -ahora llamadas fake news– y en la intención de que a través de esa apuesta, se avive al viejo monstruo del terror, que además surge de un discurso que sin temor a la exposición pública (no puedo dejar de recordar el impudor con que se levantaron las tesis antisemitas en la Europa de comienzos del s XX) se mofa de la diversidad sexual, promueve restricciones a los derechos ya ganados por las mujeres y levanta las ya conocidas y muy añejas tesis de un nuevo orden mundial promovido por un judío Soros asociado a la “izquierda profunda” como indica recientemente el candidato de la derecha. Frente a esto lo que se ofrece como consecuencia lógica, es la creación de centros de detención clandestinos, policía política, el retiro de los foros internacionales, zanjas fronterizas para impedir el acceso de “peligrosas” familias venezolanas, muchas de las cuales mueren en los fríos altiplánicos, todo con la finalidad de aportar a la creación de un país para los chilenos que quieren vivir en paz, en esa muy particular y especial paz.

José Antonio Kast, candidato de la derecha chilena

En el entorno al candidato Boric, y particularmente en el mundo de la izquierda, también han existido complejas reacciones. Sobrevaloramos o no apreciamos la profundidad y complejidad del deseo de cambio expresado tanto en el levantamiento de Octubre, como en las elecciones plebiscitarias y de elección de Constituyentes. Se pensó que estaban dadas todas las condiciones “subjetivas” para dar el paso definitivo hacia la profundización democrática, la destrucción del modelo neoliberal y el reconocimiento pleno de derechos de un “pueblo” demandante. El problema es que aquel “pueblo” no fue adecuadamente reconocido y se dibujó dentro de nuestro imaginario, como un sujeto único, al que solo nuestro ideario representaba. Nada más lejos de la realidad. En efecto, las demandas existen, pero son diversas y a veces encontradas, la expresión es ciudadana, pero en muchas ocasiones para solicitar soluciones individuales; el desafío es colectivo, siempre y cuando se me permita encabezar la lista de beneficiarios. En fin, nos posicionamos en un “entre” de compleja visualización.

Gabriel Boric, el joven líder de la izquierda chilena

Quedan unas pocas horas para que la ciudadanía se pronuncie. No hay claridad de resultado y el día siguiente nos espera con un tremendo signo de interrogación. Estos dos años han sido una acumulación de presiones, las que, como una olla, pueden ser adecuadamente canalizadas o generar explosiones de incierta dimensión. Como dice el cantautor Amir Dadon, vivimos entre lo sagrado y lo profano, entre claroscuros que marcan nuestros rostros con el que retornamos de aquel lugar en el que tampoco hubo paz. Veamos cómo la construimos, tal vez -y ojalá- en un muy próximo día.