Gaby Laski, diputada del partido de izquierda Meretz, tras la caída del gobierno israelí

“Es imposible construir una sociedad democrática y justa sin la participación y la colaboración de la ciudadanía árabe”

A Gaby Laski, diputada del partido de izquierda israelí Meretz, la participación en el gobierno de Bennett – Lapid le resultó difícil, casi imposible. Para la ex Directora General del movimiento pacifista Paz Ahora, abogada especializada en defensa de los Derechos Humanos que se dedicó a liberar manifestantes palestinos e israelíes detenidos por protestar contra la ilegalidad de la ocupación, contra el robo de tierras a los palestinos en Cisjordania y el avasallamiento de los derechos de minorías dentro Israel, para alguien como Gaby Laski, este último año lleno de votaciones contrarias a sus principios, le resultó muy duro. Casi imposible. Al día siguiente a la caída del gobierno, Gaby explica la motivación de Meretz al participar del Gobierno, no niega errores y falta de preparación para enfrentarse con los gajes de ser parte de una coalición tan heterogénea, pero no se arrepiente y sigue firme en su afirmación: “Es imposible construir una sociedad democrática y justa sin participación y la colaboración de la ciudadanía árabe”
Por Shlomo Slutzky *

-¿Cómo llegó Gaby Laski, la abogada de Derechos Humanos que fue Secretaria General del Movimiento anti-ocupación Paz Ahora, a apoyar la decisión de sumarse a una coalición que incluye a Avigdor Lieberman, Guideon Sa’ar y, en su cabeza, Naftali Benet, todos ellos referentes de la derecha colonialista?
-Esto pudo ocurrir solo en un intento de salvar a Israel del abismo democrático y la falta de gobernabilidad, la crisis interna más peligrosa de toda su historia. A esta crisis se llega gracias a un personaje, Bibi Netanyahu, sospechado de graves delitos de corrupción y en medio de un juicio del que intentó escapar y luego decidió hacer todo por anular. Este es el personaje que dirigió Israel, no en beneficio de la ciudadanía, sino en pos de una reducción de la democracia. Liderados por Netanyahu, se hirió gravemente a la democracia israelí con leyes nefastatamente contrarias al principio de igualdad de derechos. Y fue así como ocho partidos de muy diferente raigambre e ideologías decidimos, en medio de peligrosa decadencia y después de cuatro elecciones en dos años, conformar una coalición por el cambio. Se trata de una coalición en la que, quienes abrazamos objetivos y visiones políticas, sociales y económicas muy diferentes, decidimos intentar frenar procesos antidemocráticos y volver a priorizar el bienestar de la ciudadanía y no el personal de quien encabeza el Gobierno, amainar la grieta interna y demostrar que podemos convivir a pesar de las diferencias, sin incitar a la violencia contra el otro, como se hiciera en los años de Netanyahu en el Gobierno y no menos en este aňo de Netanyahu liderando la oposición.
Hay que recordar que, en Israel, la economía y la sociedad se manejaron por decisión de Netanyahau sin presupuesto nacional durante tres años. Tampoco se nombró a funcionarios de alto grado –como el Jefe de la Policía y directivos de la Fiscalía- con la clara intención de controlar de cerca a funcionarios interinos sin nombramiento oficial, como parte de la batalla de Netanyahu contra la Justicia. Todo esto fue lo que nos llevó a participar de este gobierno, a sabiendas del peligro que significaba la alternativa y del precio que, como partido de izquierda, deberíamos pagar por ser parte de una coalición que acepta un programa de status quo, que no implica ningún avance en las tratativas de paz con los palestinos, una de nuestran banderas históricas.

-¿Esto significa que lograr un gobierno sin la amenaza Bibi fue lo que llevó a ser parte de la coalición en junio del 2021?
-Lo hicimos no solo por un gobierno anti-Bibi sino también porque, por primera vez en la historia, un partido que representa a la ciudadanía árabe israelí es parte del Gobierno. Esto es lo que terminó de convencernos: la necesidad de romper un tabú completamente antidemocrático, que ninguno de nosotros aceptaría, tanto en la izquierda como en la derecha, si un gobierno en el mundo prohibiera la entrada de judíos como ministros o diputados. Como partido de izquierda vimos un logro al conseguir que partidos de derecha, como el de Benet, Sa’ar y Lieberman, sienten el precedente, junto a nosotros, de la legitimación de la participación de todo ciudadano israelí en todas las decisiones de gobierno, algo obvio pero que no se había producido en Israel hasta ese momento. Es imposible construir una sociedad democrática y justa sin participación y la colaboración de la ciudadanía árabe.

-Finalmente, el Gobierno cayó. ¿Podemos hablar de un fracaso del experimento, tal como lo plantea la derecha israelí?
No. Demostramos que, a pesar de tal heterogeneidad, se puede producir una normalización de la vida política, legislar y realizar reformas sociales, atender temas urgentes como la violencia criminal en la población árabe israelí y, paralelamente, mejorar su situación ciudadana, comenzar a dar pasos para eliminar las diferencias en los servicios y derechos de un 21% de la población israelí, es decir, de los árabes cristianos, musulmanes y drusos. Lo que duele especialmente es que un puñado de diputados, cuyo voto era imprescindible en una situación de una mínima mayoría (61 diputados de un total de 120), se quebró y virtualmente traicionó el objetivo de este gobierno, haciéndolo no por cuestiones ideológicas, sino por cuestiones personales.

-Seguramente te referís a la diputada de Meretz, Ghaida Rinawie Zoabi, y a varios diputados del partido del Primer Ministro, que dicen rebelarse contra la coalición para ser fieles a sus convicciones personales.
-Yo soy la primera en valorar a quienes obran según sus convicciones. Pero, quienes decidimos incusionar en política y hacerlo a través del Parlamento, donde somos elegidos como miembros de un partido, no podemos actuar únicamente en base a nuestras convicciones personales, sino que debemos tomar en cuenta otros factores más generales e importantes que nuestra propia comodidad. Y, evidentemente, el tema principal a tomar en cuenta es en qué medida una votación “purista” puede llevarnos al retono al pasado y la amenaza de un gobierno racista como el que podrá ser el de Bibi junto al actual diputado Itamar Ben Gvir, quien ya fue juzgado en el pasado por apoyo a una organización terrorista de ultradecha judía (KAJ, de Meir Kahana, ilegalizado en la década del ‘90). Con todo el respeto a los principios del individuo-diputado, aquel que prioriza sus convicciones y considera que no puede acordar con la coalición, debe renunciar, dado que nos comprometimos al status quo al entrar en la Coalición de Cambio.

-Hay simpatizantes de Meretz y de tu intachable recorrido político, tanto dentro como fuera de Israel, que se preguntan cómo un partido de izquierda puede votar a favor de la renovación de la Reglamentación que establece que colonos en Cisjordania son tratados de acuerdo a la ley israelí mientras que los palestinos, por la ley militar israelí. Supongo que hace un año ni te imaginabas tener que levantar la mano y votar a favor de esta reglamentación que se renueva cada cinco años desde junio de 1967.
-Antes que nada, es importante reconocer que, lo que en el pasado era una votación automática de la que nadie se enteraba, ahora llegó a los titulares, exponiéndose una situación de virtual Apartheid en Cisjordania, donde conviven dos sistemas legales: uno para la minoría privilegiada judía y otro –militar- para la población palestina. Uno para los colonos judíos cuya presencia en Cisjordania es internacionalmente considerada ilegal (según los Convenios de Ginebra, que prohíben asentar población del país ocupante en terrenos del pueblo ocupado y, por supuesto, apartar de sus tierras a los pobladores locales) y otra para los palestinos, despojados de tierras y de derechos.
Pero sabíamos al entrar a la coalición que nos comprometíamos a no intentar cambiar el status quo, en un acuerdo en el que los partidos de derecha se comprometían a no intentar cambiar el mapa de la Cisjordania creando nuevas colonias o anexando formalmente la Cisjordania palestina, como lo prometió hacer Netanyahu solo unos años atrás, con la anuencia de Bennett, Lieberman y Sa’ar. Y no te creas que mi propio corazón no se quebró cada vez que tuve que levantar la mano en contra de mis principios personales y de mi propia historia como militante por la paz y los Derechos Humanos. Pero lo hice porque, cuando uno entra en la política partidaria, cuando uno acepta entrar en una coalición con sectores de la derecha en pos de evitar un peligro mayor, trata de influir en el Parlamento y, a través de nuestros representantes en el gobierno, para mejorar la realidad de los sectores más golpeados de la sociedad israelí. El dilema es el de ser fieles a nuestros principios en forma purista o ser fieles también a nuestros votantes, que en su inmensa mayoría exigía que sigamos luchando dentro del gobierno.

-¿Hubo cierta inexperiencia o falta de «cintura política», que les llevó a ser el partido que que más transó al constituir la coalición de gobierno?
-Debemos tener en cuenta que Meretz no participó del gobierno durante veinte años y eso lo vemos en la forma de encarar las tratativas para su constitución y la “letra chica” de los acuerdos que el resto de los partidos, excepto Ra’am de Mansour Abbas, supieron leer y redactar, de una manera que creo que nos separó. Ellos supieron cuidar y expresar sus proyectos y su ideología, y mantener su posición en las distintas formas de proceder. A nosotros nos faltó la experiencia. Pero, más allá de eso, está claro que, en las tratativas, los partidos de derecha –Saar, Lieberman, Bennett y hasta Gantz- tenían siempre la alternativa de conformar un gobierno con Netanyahu, los ultrareligiosos y los del partido sionista religioso, que son claramente racistas. Nosotros no teníamos una alternativa de izquierda y pagamos precios por lograr que los partidos de la derecha y centro no vuelvan a manos de Netanyahu.

-Más allá de lo que evitaron, ¿tuvieron logros?
-Algunos: logramos evitar parte de las iniciativas de creación de nuevas colonias, logramos que las organizaciones de Derechos Humanos vuelvan a ser escuchadas en las comisiones parlamentarias relevantes, se realizó una sesión especial sobre el tema de la ocupación, yo misma participé en un debate parlamentario sobre niños palestinos y el trato de las autoridades militares al respecto. Son hechos que nunca acontecieron antes, como la participación dentro del gobierno de ministros abiertamente opuestos a la ocupación de Cisjordania y comprometidos con la solución de los dos estados. Nuestros ministros se encontraron con sus pares palestinos y fundamentalmente hicimos todo para que no quede trunca la alternativa futura de creación de un Estado Palestino independiente junto a Israel, para lo cual debimos tragar más de un sapo.

-¿Cómo es posible votar a favor de lo que vos misma describís como Apartheid?
-Si votamos a favor, fue para tratar de salvar al gobierno. Y si nos hubieramos sumado a Zoavi, la diputada de Meretz que se negó a votar a favor y a los diputados del partido árabe Ra’am, lo que hubiera pasado es que el gobierno hubiera caído al día siguiente y la reglamentación hubiera sido aprobada con el voto de los partidos del Likud y los religiosos. No hubiera avanzado en nada la posibilidad de un acuerdo de paz que anule la necesidad de reglamentación en Cisjordania.

-En los sondeos que se realizaron al día siguiente de declararse la caída del gobierno, Meretz no llega a los cuatro diputados necesarios para poder estar represnetados en el Parlamento. ¿Cómo piensan revertir esta situación?
-En circunstancias como estas, se tiende a pensar que hay que votar a los grandes partidos, a aquellos como el Likud de Netanyahu o Iesh Atid de Yair Lapid, y no votar a partidos con posiciones claras como las nuestras. Pero estoy segura de que lograremos revertir la situación explicando a nuestro público la indispensable necesidad de presencia de Meretz en el Parlamento. Un partido que no se averguenza de definirse como izquierda, a favor de la paz, la justicia social y los Derechos Humanos, militando hombro a hombro, conjuntamente, judíos y árabes en un mismo partido. Pero, lo más importante, es lograr devolverle al electorado judío y especialmente al árabe la conciencia sobre la importancia del voto, dado que el porcentaje de votantes se fue reduciendo durante las cuatro vueltas electorales pasadas. Debemos realizar un esfuerzo junto a los demás partidos de centro e izquierda y devolverle a los cientos de miles de desilusionados de la política la confianza de que hay aun lo que hacer. Nosotros estaremos ahí para hacer.

* Periodista y documentalista argentino-israelí. Exdirector de Nueva Sion.