En la navidad de 1896 nace el primer número del periódico del Partido Socialista Italiano, Avanti!, importante medio de propaganda de las posiciones del PSI sobre todo el territorio nacional. El periódico fue dirigido por Leonida Bissolati.
En 1900, un joven Benito Mussolini se suma a las filas del partido. Lo mismo haría dos años más tarde Michele Bianchi. Ambos muestran un grado de acercamiento durante ese lapso a las ideas revolucionarias de la corriente interna revolucionaria de Arturo Labriola, aunque esta era minoritaria, pero la más belicosa en cuanto a activismo obrero y sindical. Eran muy activos en la prensa partidaria, órgano con el cual apoyaban las revueltas de trabajadores no acompañadas por la conducción minimalista de Filippo Turati.
En 1912 el ala radical del PSI toma el control de la organización, lo que le otorga a Mussolini un mayor protagonismo. Allí toma el control de Avanti!, en el cual vertía sus expresiones radicales y nacionalistas. En 1914, se expresa contra la neutralidad partidaria en la Primera Guerra Mundial lo que provoca su inmediata expulsión de las filas del socialismo. Decide, tras ese episodio, fundar Il Popolo d’Italia, un medio ultranacionalista financiado por grandes empresas como Fiat.
En esa línea, Michele Bianchi, expulsado del PSI y promotor de los Fasci d’Azione Internazionalista, junto a Benito Mussolini, líder del Fasci autonomi d’azione rivoluzionaria, deciden unificar las líneas intervencionistas en torno a la guerra y conforman una línea obrera proguerra y ultranacionalista. Los fasces son un conjunto de 30 varas que en la antigua Roma representaban la autoridad y en la unificación italiana fue usado para llamar a los grupos revolucionarios.
Mientras tanto, en 1915, Bianchi ingresa voluntariamente al ejército. Tiempo más tarde lo haría Mussolini. A su regreso, reordenan las líneas internas y conforman en 1919 los Fasci italiani di combattimento, con un gran número de adeptos que eran excombatientes de guerra, exconvictos, los sindicatos intervencionistas y anarquistas, transformándose en un movimiento nacional al poco tiempo.
Funcionaban de forma radicalizada y organizando grupos paramilitares de acción. Il Popolo d’Italia era el órgano de difusión de la propaganda. “Será creado el anti-partido, nacerán los fascios de combate que harán frente a dos peligros: el inmovilista de derechas y el destructivo de izquierdas”. La antipolítica se apoderaba del escenario dirigencial, aunque era bien visto por los liberales del gobierno y la burguesía por su posición antisocialista.
En marzo de 1921 Mussolini organiza una convocatoria multitudinaria con sus camisas negras por las calles de Milán. La marea de fascistas en las calles llamaba la atención de empresarios y grandes terratenientes.
La violencia política escalaba en las calles. Atentados contra las líneas socialistas sucedían frecuentemente. Se lo llamaba squadrismo debido a las escuadras de acción de los Camisas Negras quienes tomaban por asalto la calle y atacaban a sus rivales políticos.
Mussolini convoca días más tarde a los socialistas a un gran acuerdo para frenar la violencia política, pero este se incumple por la autonomía de los lideres locales de las organizaciones fascistas quienes no veían en el Duce un guía para la pacificación nacional. Meses más tarde, en el tercer congreso del Fasci italiani di combattimento, se unifican los fascios en el Partido Nacional Fascista, con Bianchi como secretario general y Mussolini a cargo del poder y la propaganda.
Para agosto de 1922 había logrado hacerse con municipios como Génova, Livorno y Ancona, entre otros. El 24 de octubre de ese año inicia la “Revolución Fascista”, en la cual los Camisas Negras ocupan centrales telefónicas y edificios gubernamentales. Días más tarde, tras la Marcha sobre Roma, en la cual sitian toda la ciudad central, Mussolini pacta con el rey Vittorio Emmanuele III la formación de un gobierno, el cual es apoyado por otras formaciones de derecha.
El 25 de noviembre le fueron conferidos por el Parlamento plenos poderes en los ámbitos económico y administrativo con el fin de “restablecer el orden” hasta diciembre de 1923. Los Camisas Negras se institucionalizan como la Milizia Volontaria per la Sicurezza Nazionale. La violencia política se acrecienta aún más. El dirigente socialista Giacomo Matteotti es asesinado por esta agrupación.
Con la Ley del Acerbo, que le otorgaba dos tercios de diputados al ganador e irregularidades varias, la Lista Nazionale de fascistas, liberales y conservadores, gana las elecciones de abril de 1924. Sería la última elección hasta 1946 dado que Mussolini prohibiría todos los partidos excepto el suyo.
En 1946, tras la guerra, es electo el Presidente del Consejo de Ministros en Italia, perteneciente al partido político más importante de la segunda mitad del siglo XX en dicho país: la democracia cristiana. De ideología centro, encabezó gobiernos en coalición con centroizquierdas y centroderechas, hasta su fusión a El Olivo, una alianza de partidos de centroizquierda que gobernó por cinco años hasta 2001, y fue germen del Partido Democrático, actual referente de la centrosinistra.
Recién para 1994 la derecha retornó al gobierno italiano, bajo la conducción de Silvio Berlusconi. Una fuerza conservadora logró acceder al poder, pese a que solo duró siete meses, alineado con un movimiento de extrema derecha, Lega Nord.
A partir de allí, y en una alianza de derecha ingresaron en los cuatro gobiernos de Berlusconi y en el famoso Conte I, la primera del populista Giuseppe Conte y la última de Mario Draghi, las últimas, en coaliciones amplias con sectores de centroizquierda y centroderecha.
Es decir, que la extrema derecha no era ajena al poder en Italia, pero nunca había comandado los destinos de la nación desde Mussolini. Y eso es una novedad. Sobre todo, un partido, Fratelli De Italia, que esté más a la derecha que Salvini y Liga Norte no se pensaba. Y ganó las elecciones. Meloni será la primera mujer al comando del ejecutivo italiano.
Meloni, la militancia y la eterna división progresista
Giorgia Meloni tiene 45 años, nació en Roma y activa en política desde la adolescencia. A los 15 se sumó a las filas de la juventud del Movimiento Social Italiano, el heredero del Partido Fascista Republicano. Rápidamente, se transformó en una líder del movimiento, el cual continuó cuando el partido se sumó a la Alianza Nacional.
En 2006 es electa diputada por la región de Lazio y se convierte en la vicepresidenta adjunta más joven de la cámara. En 2008, fue nombrada ministra de Política Joven en el gabinete de Berlusconi Cuarta Magistratura, cargo que ocupó hasta fines de 2011, siendo la ministra más joven en la historia de la República Italiana. Es decir, la extrema derecha fue parte del gobierno y Giorgia Meloni en particular, pero nunca Premier.
En 2012, funda Fratelli de Italia, Hermanos de Italia, un nombre tomado de las palabras del himno nacional italiano. En la elección siguiente a este hecho, saca un magro 2% pero obtiene nueve escaños. La particularidad de la política del país de la bota.
Su esposo Andrea Giambruno es periodista del canal Mediaset, cuyo dueño es Silvio Berlusconi, pero casualmente tiene ideología de centroizquierda y es un habitual votante de la alianza centrosinistra. Raro para el público, no para la líder del neofascismo del siglo XXI.
En pleno crecimiento derivado de los negacionistas del COVID 19, se negó a apoyar al gobierno de Mario Draghi, siendo el único partido con una interesante cantidad de escaños en hacerlo. Ni Forza Italia, de Berlusconi; ni Lega, de Salvini, pudieron mantenerse al margen del ejecutivo de unidad nacional. Eso le dio un fuerte apoyo popular de amplios sectores de la derecha.
Es así que, tras varios sondeos electorales, era la candidata conservadora que más medía y logró convencer a Silvio Berlusconi que retirara el apoyo a Draghi, tumbar el gobierno y llamar a elecciones.
El 25 de septiembre obtuvo 119 diputados y 65 senadores. Su aliado Liga, 66 y 30 respectivamente, mientras que Forza Italia 45 diputados y 18 senadores. Si suman los parlamentarios de Noi Moderati, la fuerza de centroderecha, la suma da 235 de 400, por lo que la victoria ha sido aplastante.
Sin embargo, este análisis debe arrojar algo más profundo. La centroizquierda y el centro deben llamar a la reflexión del porqué de este resultado. A sabiendas que es una democracia parlamentaria, las elecciones arrojaron que la centrodestra obtuvo el 43% de los votos, por lo cual, si la alianza de enfrente se hubiera unido, probablemente habría un Premier que no sea de extrema derecha, ya que medirían más del 46%.
Incluso se puede hacer un análisis más fino. El Partido Democrático es el más grande de la centroizquierda y el líder de la oposición de hoy. La alianza Azione – Italia Viva (IV) está compuesta por dos organizaciones que son desprendimientos del PD. Matteo Renzi, expresidente del Consejo de Ministros, es el referente de IV, mientras que Carlo Calenda, exministro de desarrollo económico de Renzi y de Paolo Gentioni -ambos del PD y la centroizquierda-, es el mandamás de Azione.
Por su parte, Angelo Bonelli, el líder de los verdes y la alianza con la izquierda italiana, fue un histórico aliado del PD. También lo es Emma Bonino, la referente de +Europa, del liberalismo progresista, quien también fue en coalición de centroizquierda en varias oportunidades.
Tampoco podemos olvidar al Movimiento 5 Estrellas, con Giuseppe Conte a la cabeza, el cual obtuvo 52 diputados y 28 senadores, aunque esta formación obtuvo muy buenos resultados en la región de Campania y en general, de Roma hacia el sur, ganando distritos y colegios.
En conclusión, si los no alineados a la derecha se hubieran sentado a hablar, probablemente hoy Meloni no sería la responsable de formar gobierno.
Giorgia Meloni, una ultraderecha bien europea
“Soy Giorgia. Soy una mujer, Soy madre, soy italiana, soy cristiana». Esto decía en un mitin en Roma hace tres años. Dice estar en contra de la ideología de género, del aborto, de la cultura woke, de los lobbys LGBT, de la violencia islamita y a favor de la “familia natural”, de la “universalidad de la cruz”…
Sin dudas, son características de las extremas derechas europeas. Promueve políticas de empleo y vivienda reservadas solo a personas de nacionalidad italiana, una política fiscal favorable a las rentas altas con la introducción de un impuesto sobre la renta regresivo y rechaza la idea de un impuesto sobre el patrimonio. Económicamente liberales nacionalistas, se oponen a las corporaciones transnacionales, sobre todo las financieras.
Denuncia la “islamización” de su país y de Europa y propone medidas estrictas como el cierre de puertos, aumentar los centros de vigilancia y las deportaciones. Particularmente, defiende las ideas judeocristianas históricas de Europa y su identidad, cuando los movimientos fascistas han sido antisemitas históricamente.
No es nada nuevo bajo el sol de Europa, donde la semana anterior ganó las elecciones en Suecia Los Demócratas, la ultraderecha del país escandinavo con propuestas similares. Mismas posiciones en los gobiernos en Polonia, Hungría, Grecia, Reino Unido, pero también con sus particularidades en Rusia, Georgia y Bielorrusia, entre otros.
Esta nueva derecha -que es la vieja ultraderecha con nuevas figuras- ha crecido con Vox en España, con Le Pen en Francia, con Alianza por Alemania, Chega en Portugal.
Meloni es nueva manejando Italia pero es otra figurita más del mapa de la extrema derecha mundial. Tendrá dos figuras pesadas de la derecha transalpina. Depende mucho de los recursos europeos.
A 100 años del avance de Mussolini al poder, Italia vuelve a desconocer su historia. Como muchos otros países.