Esta nota comenzó a escribirse el lunes 20 de febrero de 2023, el día en que el gobierno de Netanyahu, Deri y Ben Gvir utilizaron su mayoría automática en el Parlamento israelí para lanzar su avalancha de leyes de limitación del sistema democrático israelí.
Después de siete semanas de participar en decenas de manifestaciones y firmar sendas solicitadas en contra del golpe judicial destinado a anular el juicio contra Netanyahu, aun a costa de “incendiar el club”, como se dice en la jerga israelí, cuando se cumplían casi cuatro meses de haber portado pancartas de “No pasarán” en recuerdo de los republicanos en la Guerra Civil española, me encontré participando en la multitudinaria manifestación de bronca frente a la Kneset, pero sabiendo que, dentro del recinto nada sagrado, las leyes fascistas estaban pasando.
Fue volviendo de esta manifestación, cuando recordé las palabras del escritor y filósofo Yehuda Halevi, quien dijo hace cerca de 1000 años: “Mi corazón está en Oriente (Jerusalén) y yo, en el lejano Occidente” (refiriéndose a España).
Me acordaba de estas palabras dado que, si bien yo estaba en Jerusalén, luchando por resguardar la –de por sí limitada– democracia israelí, mi corazón no pudo dejar de condolerse por la situación de mis amigos en Occidente, argentinos y latinoamericanos judíos, quienes ven derrumbarse el monte de Sion, que fue un faro de esperanza durante siglos. No puedo ignorar la vergüenza que siento al tener que pedir ayuda, desde Israel en el Oriente, a mis amigos del Occidente.
Si durante siglos se repitió “Porque de Sion saldrá la sabiduría” (Torah), hoy necesitamos la vuestra, la de los judíos de la Argentina, donde nací y me formé, la de Latinoamérica y sus comunidades judías, la de la judería del mundo entero, para que nos auxilien en la tarea de salvarnos de nosotros mismos en Sion.
Porque la decepción no es un programa de trabajo, debemos seguir luchando los israelíes, en Israel. Los diferentes sectores de la sociedad israelí –estudiantes, hightechistas, profesores, médicos, ex jueces y ex militares, árabes y judíos, religiosos y laicos–, todos y todas deben seguir expresando su desacuerdo con el golpe judicial en Israel, de todas las maneras posibles y legítimas.
Pero también deben apoyar esta batalla todos aquellos a quienes, fuera de Israel, les importa la existencia del Estado israelí, pero que no podrán ni identificarse con él ni defenderlo, en la medida en que se torne antidemocrático.
No podrán, en tanto y en cuanto, aprovechando una mayoría circunstancial, el gobierno atente contra los derechos humanos de minorías de todo tipo, se limite la libertad de expresión, se fuerce la religión sobre la ciudadanía laica, alentando un quiebre con la mayoría de los judíos en el mundo, se anexe de facto Cisjordania y Gaza entregando su control a incendiarios como los hoy ministros Ben Gvir y Smotrich. Yno podrán y no podremos cuando se nos pida a nosotros y a nuestros hijos en Israel que estemos dispuestos a dar la vida por sus decisiones a contramano de la historia y los principios del judaísmo liberal. Al mismo tiempo, a ustedes, mi gente fuera de Israel, se les pedirá que sigan defendiendo a Israel, aun cuando haya dejado de ser una democracia.
Es por todo esto que tanto me duele, que me alegré muchísimo al saber que mis amigos de J-AMLAT, un movimiento de judíos progresistas en toda Latinoamérica, convocaron a un encuentro de organizaciones judías preocupadas por la situación en Israel y publicaron una carta abierta proclamando: “Como judías y judíos, no podremos apoyar a una Israel no democrática”. (Ver anexo “Israel: la democracia y el Estado en peligro”).
A este despertar de sectores del judaísmo latinoamericano se suman expresiones de preocupación por parte de amplios sectores del judaísmo en Estados Unidos, Europa, Sudáfrica, Australia, Canadá e Inglaterra, a los que se añaden las dirigencias comunitarias, que generalmente aceptan toda decisión del gobierno israelí como si fuera un mandato religioso, pero que sus representantes ya comenzaron a protestar desde fuera de Israel y a hacerlo en persona, en la manifestación del sábado 25.2 frente a 130 mil personas en Tel Aviv.
Día a día se multiplican los llamados públicos de judíos fuera de Israel en defensa de los ideales democráticos que el gobierno y el Parlamento israelí destruyen en estos momentos.
El plan que se vislumbra es que esta vez la sabiduría llegue de Occidente a Sion, de los judíos en el mundo a una Israel dividida en una virtual batalla civil que la resquebraja por dentro. Y vendrá en la forma de un llamado de organizaciones, movimientos, centros culturales, medios periodísticos e instituciones judías, que, junto con personalidades distinguidas, alcen la bandera de la declaración adjunta, que sería leída en las multitudinarias manifestaciones en la calle israelí, en nombre del judaísmo democrático en el mundo.
A mí y a otros miles de israelíes de origen latinoamericano que participamos en las manifestaciones por la democracia en Israel, esta declaración nos sirve de aliento y renovada motivación.
Gracias a ustedes por sumarse.
Desde este frente, que preferiría innecesario,
Shlomo Slutzky
(Periodista y documentalista)
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ANEXO
Israel: La Democracia y el Estado en peligro
Un llamado público de judíos preocupados
Como judías y judíos viviendo en distintos países de América Latina y fuertemente comprometidos con el destino del Estado de Israel, vemos con gran preocupación la amenaza que se cierne sobre Israel como democracia si se implementan los cambios radicales propuestos por el nuevo gobierno en su proyecto de reforma judicial.
Tales cambios parecieran promovidos según el manual de la doctrina del shock, que bien conocimos en Latinoamérica : aprovechar una circunstancia de crisis para aplicar golpes lesivos a la estructura legal destinada a proteger los derechos humanos y de las minorías. Todo bajo la falsa pretensión de estar promoviendo la “verdadera democracia”, mientras se impulsan políticas con francos tintes racistas y fascistas, con la clara intención, además, de perpetuar la ocupación y reforzar la coerción religiosa en la vida pública nacional.
Nos preocupa también, desde luego, el declarado desconocimiento que la coalición gobernante ha hecho de las corrientes liberales del judaísmo –conservadoras, reformistas y laicas– que son mayoría en la judería mundial, lo mismo que la posibilidad de anular la representación de los ciudadanos árabes (20% de la población israelí) en el Parlamento, bajo acusaciones de traición. Reprobamos, asimismo, los mensajes que presagian políticas contrarias a la igualdad de género y a la aceptación de la legitimidad de la diversidad sexual. Más aún, tememos las consecuencias de que el nuevo gobierno se empeñe en perpetuar y profundizar la ocupación de Cisjordania y Jerusalén oriental, así como las condiciones de la Franja de Gaza.
Es cierto que el gobierno de coalición es producto de elecciones democráticas, pero –como ha ocurrido en otros tiempos y lugares– una vez en funciones intenta cambiar las reglas del juego con la intención de perpetuarse en el poder. En caso de conseguirlo, se estarán violando los principios democráticos establecidos en la Declaración de Independencia de Israel, que dice que “se promoverá el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes (…) Israel estará basado en los principios de libertad, justicia y paz, a la luz de las enseñanzas de los profetas de Israel; asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo; garantizará libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura”.
En pocas palabras, si la reforma judicial llega a imponerse, Israel se convertirá en un Estado con el que difícilmente nos podremos identificar, mucho menos defender, a la par de que se cerrarán las perspectivas de una paz justa y digna con el pueblo palestino.
Nosotros estamos preocupados, pero muchos otros, menos allegados a la vida judía, simplemente se verán alejados. Muchos darán la espalda a un Israel que no los representa como judíos, a cuyos lineamientos políticos se oponen y el cual, en la práctica, facilitará la acción de antisemitas de todo tipo a los que será más difícil enfrentar y combatir.
Es por todo esto que, como judíos comprometidos con los valores democráticos, apoyamos la ola de protestas que recorre las calles israelíes en defensa de la democracia a fin de mantener el apego de Israel a los principios inscritos en su Declaración de Independencia.
Reiteramos como judías y judíos: no podremos apoyar a un Israel que no sea democrático.
Adhesiones de organizaciones e individuos pueden enviarse al siguiente mail: JxDEMOCRACIA2023@gmail.com