Tiranos Temblad!

El 27 de junio se cumplen 50 años del golpe de Estado en el Uruguay y de la heroica resistencia realizada por la clase obrera y los sectores populares.
Por Ariel Bank

A las 5:20 hs de la mañana del 27 de junio de 1973, se comunica en toda la República Oriental del Uruguay el Decreto Nº 464/973 que declara la disolución de la Cámara de Senadores y la Cámara de Representantes del Parlamento, la creación de un Consejo de Estado, limita la libertad de expresión y autoriza a las fuerzas armadas y policiales a frenar las huelgas. El mismo fue firmado por el Presidente Juan María Bordaberry. La decisión tomada por el Presidente tuvo su primera oposición antes de que se ejecutara el decreto. Las Fuerzas Armadas exigían constantemente el desafuero del Senador del Frente Amplio, Enrique Erro, acusándolo de vínculos con integrantes del Movimiento de Liberación Nacional -Tupamaros-. Pero días antes del golpe el Parlamento rechazó su petición. A partir de ese hecho, las presiones de los militares se incrementaron al punto de que usaron este pretexto para motorizar el golpe de Estado.

Unas horas antes de que se publicara el Decreto, algunos parlamentarios realizaron discursos en la última sesión denunciando la actuación del Presidente y de las Fuerzas Armadas. El Senador Wilson Ferreira Aldunate pronunciaba estas palabras en el Parlamento “Si esto llegara a confirmarse, Señor Presidente, nuestro Partido Nacional se considerará en guerra contra el señor Juan María Bordaberry, enemigo de su pueblo”. Mientras ocurrían estos discursos los militares iniciaban allanamientos sorpresivos en búsqueda de dirigentes sindicales y políticos de izquierda. Los senadores del Frente Amplio Zelmar Michelini y Enrique Erro, se exilian en Buenos Aires antes de la publicación del Decreto, luego de que el líder del Frente Amplio, General Liber Seregni, les recomendara irse al exilio para evitar caer bajo las garras de los militares. En el caso de Ferreira Aldunate, después de la sesión del Parlamento logra llegar al Aeropuerto de Don Torcuato e ingresa al país gracias a la colaboración del entonces Ministro del Interior, Esteban Righi.

Pero en el Uruguay, la oposición no solo fue de destacados dirigentes de varios partidos políticos sino que por sobre todas las cosas fue protagonizada por la clase obrera. La Convención Nacional de Trabajadores (central obrera del Uruguay en aquel entonces) había aprendido la lección del golpe de 1964 en Brasil y en agosto de 1969, el primer congreso ordinario de la CNT decidió “oponerse con la huelga general y ocupación de los lugares de trabajo a todo golpe de fuerza que quiebre la institucionalidad uruguaya”. Esta decisión permitió actuar rápidamente a la central obrera ante el decreto de Bordaberry. La militancia sindical tuvo claro desde unas horas antes del golpe que esa madrugada nadie podía dormir en sus casas. La movilización de la militancia también alcanzó al movimiento estudiantil y la cúpula de la Universidad de la República (UDELAR).

Los trabajadores de los turnos nocturnos y los estudiantes que iniciaban su actividad ese 27 de junio dieron a la huelga general con ocupación de los puestos de trabajo y estudio. El edificio central de la UDELAR y varias facultades fueron ocupados por la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU). En los establecimientos laborales se sucedían las asambleas de trabajadores y masivamente se decidió por acatar la resolución de la CNT. Mientras tanto, los militares irrumpían en el Parlamento y rápidamente decretaban la prohibición del derecho de reunión. Dieron orden a las misiones diplomáticas de repetir la versión de los hechos de los golpistas mientras los medios internacionales comenzaban a dar difusión al golpe. La radio y la televisión argentina, la BBC y el diario italiano L’UNITA, informaban de los acontecimientos en las calles del país.

Las direcciones de los partidos de izquierda pasaron a la clandestinidad y desde ese lugar comenzaron a organizar movilizaciones callejeras contra el golpe. El Frente Amplio emitió instrucciones dirigidas a la militancia sobre cómo actuar ante el golpe. La CNT organizó ollas populares destinadas a asistir a los vecinos en los diferentes barrios para la distribución de productos. Las pintadas se multiplicaban en las calles y la difusión de panfletos contra el golpe era visible. Desde la FEUU se organizan manifestaciones relámpago de estudiantes y trabajadores en diferentes calles para protestar contra la dictadura. Se buscó desde un primer momento obtener el apoyo internacional de otras organizaciones sindicales y políticas para denunciar los acontecimientos. Pero Bordaberry y los militares tenían decidido no escuchar al pueblo.

En un primer momento la dictadura trata de frenar la huelga con negociaciones entre su Ministro del Interior (Coronel Nestor Bolentini) y la dirección de la CNT. Pero esta última se mantiene firme en exigirle al gobierno el regreso de los derechos constitucionales y las garantías para la actividad política, sindical y la libertad de expresión. Ante esta postura, el gobierno comienza a aplicar con más intensidad las acciones represivas. Las cámaras empresarias comienzan a exhortar a los trabajadores a retornar a sus puestos de trabajo. Se envían unidades militares a los establecimientos laborales y a los centros de estudio con el objetivo de frenar las acciones de resistencia. Aparecen en escena los desalojos y las detenciones emprendidas por los militares pero los trabajadores y estudiantes se reagrupan y vuelven a la ocupación de los establecimientos. Los trabajadores de la petrolera ANCAP frenan el refinamiento de combustible y hasta llegan a apagar la llama, convirtiéndose en un símbolo de resistencia. Además reciben el apoyo de miles de vecinos que hacen cordones humanos para impedir los desalojos.

El gobierno decide ilegalizar a la CNT y acabar con todo tipo de negociación con el movimiento obrero. Los soldados asaltan la Casa del Pueblo (sede central del Partido Socialista). Las cárceles comienzan a llenarse de presos políticos y usan el estadio de basquetbol más importante del país (El Cilindro) como gran centro de detención. La dictadura emite el decreto 518/73 mediante el cual habilita el despido masivo de trabajadores del sector público y privado que hagan paros bajo el argumento de “notoria mala conducta” sin derecho a recibir indemnizaciones. Se establece el pedido de captura de gran parte de la conducción de la central obrera. Las noticias del Tanquetazo en Chile ocurren al mismo tiempo que la Huelga General en Uruguay. En esa oportunidad, la acción de los golpistas chilenos fue derrotada por el General Prats y a Uruguay llegan esas noticias.

Como en el juego del gato y el ratón, las fuerzas democráticas se reagrupan, emiten documentos en conjunto y mantienen la lucha en las calles. Desde la radio, el locutor Rubén Castillo recita Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, obra poética perteneciente a Federico García Lorca en la cual con ingenio burla la censura y repite constantemente “a las 5 de la tarde”. Esa fue la señal para que el 9 de julio de 1973 se produzca una movilización multitudinaria que salió a enfrentar a la dictadura en plena Avenida 18 de Julio en Montevideo. Ese día, las fuerzas armadas detienen al General Liber Seregni, el primer candidato a presidente y líder del Frente Amplio. El mismo día el ejército envía tanquetas contra el edificio donde funcionaba el diario “El Popular”, vinculado al Partido Comunista, y detienen a sus trabajadores (incluso en el sitio detienen al periodista argentino Cesar Mascetti). El 11 de julio, la Mesa Representativa de la CNT vota por levantar la huelga y pasar a fortalecer la organización en la clandestinidad para continuar la lucha. Para ese momento ya habían sido asesinados por las fuerzas represoras los militantes Walter Medina (Juventud Socialista) y Ramón Peré (integrante de la FEUU y del Partido Comunista).

Fueron 15 días de huelga general con ocupación en los que la clase obrera y los sectores populares plantaron cara a la dictadura. Tuvo un alto costo. Miles de personas fueron apresadas y sufrieron torturas en diferentes centros. Decenas de miles fueron despedidos, otros tantos tuvieron que vivir en la clandestinidad. Cerca del 20% de la población del Uruguay tuvo que partir al exilio, a Argentina, España, México, Suecia e Israel por citar algunos países. Militantes políticos y sociales fueron perseguidos y asesinados por la dictadura dentro y fuera del país. Zelmar Michelini y Hector Gutierrez Ruiz -el entonces Presidente de la Cámara de Representantes- fueron secuestrados y asesinados en Buenos Aires. El Senador Enrique Erro terminó exiliado en Francia y falleció antes que la democracia volviera a su país.

A pesar de todo, el movimiento obrero logró continuar con la lucha y se las ingenió para ejecutar acciones de oposición que forzaron el fin de la dictadura en 1985. Siguiendo las enseñanzas de José Gervasio Artigas, los orientales fueron “tan ilustrados como valientes”.