Argentina:

Monólogo de un ciudadano ‘ejemplar’

La política sufre un proceso de deterioro muy fuerte a nivel mundial. Una hipótesis, entre varias que pueden arriesgarse para explicar este descreimiento en un instrumento indispensable en el cambio de las sociedades, es que en las últimas décadas las mayorías visualizaron que la política, más que mejorar sus condiciones de vida ha consolidado el bienestar de los poderosos.

Por Hugo Presman

La aplicación de políticas neoliberales a escala planetaria ha producido una regresión profunda en la distribución del ingreso. El surgimiento de políticos improvisados o de otros que enarbolan a edades avanzadas como un mérito su apoliticismo se conjuga con ciudadanos que se enorgullecen de quedar reducidos al papel de consumidores. Son esos al que el mercado le anestesia sus derechos civiles al tiempo que su lenguaje está recorrido por una retahíla de lugares comunes presentado como el sentido común de Doña Rosa. Esos para los que he imaginado el monólogo de un ciudadano «ejemplar».
El filósofo italiano Roberto Esposito ha escrito al respecto: “La anti-política no es, como proclama, lo contrario de la política, sino simplemente su imagen invertida. Una manera de hacer política oponiéndose a ésta y lucrando con su definición negativa. ….cada vez que se adopta un argumento, una retórica o simbología anti-política siempre se hizo -y no podría ser de otro modo- con los mismos presupuestos, instrumentos y finalidades de la política que declaran cuestionar… la política no es un valor ni un disvalor: es más bien un hecho y una necesidad de cada forma de sociedad que quiera conservarse y desarrollarse… Una política de valores puros que siga solamente una ética de la intención desarraigada de grandes intereses colectivos, sería una política irrealizable, una no política…. O, peor aún, una política negativa, una contra -política. Pero también vale lo contrario: una política sólo de intereses desarraigados, libres de los valores, sería también una no- política, una política tan empobrecida y vaciada, que se convertiría en pura técnica del poder, pura ambición o enriquecimiento personal”.
Como bien sostiene Voltaire Spinoza en una nota recogida por “Causa Popular” titulada “Elogio de la política”: “Hoy a nadie le parece demasiado removedora la afirmación de Oscar Wilde de que adora a los partidos políticos precisamente porque allí ya no se habla de política. Y dicen que el más extremista en este asunto de condenar a la política (como en muchas otras cosas) fue el dictador Francisco Franco, que le recomendó a uno de sus ministros: “haga como yo, no se meta en política”.
La política es (o se supone que es) la esfera de lo público, aquel ámbito en el que las personas han dejado de ser individuos particulares atentos primordialmente a su interés egoísta, como proclama el credo liberal, y ponen en juego su condición de ciudadanos. La política es aquel ámbito en el que estos últimos enfrentan puntos de vista, ideas y propuestas acerca de cómo resolver los conflictos y problemas que necesariamente existen y existirán en cualquier sociedad atravesada por intereses y concepciones opuestos.
Por tanto, la política es casi un sinónimo de conflicto y lo opuesto a la armonía, que es lo que parecen buscar los que siempre andan aclarando que no quieren politizar las cosas, como si dijeran «no me quiero pelear… Que los que tienen más poder que razones y propuestas para resolver los problemas colectivos relinchen cotidianamente contra la política, el costo del Estado o la frecuencia de las elecciones se comprende perfectamente. Se imaginan que la mayoría de las instituciones políticas son un asunto farragoso y costoso que sólo hace bajar la productividad de sus emprendimientos, que a su juicio es lo que verdaderamente importa. Pero causa sorpresa que, atentos a la indignación de la tribuna, también se sometan a semejante prédica” precisamente aquellos que sólo a través de la política podrán cambiar su situación.

Monólogo de un ciudadano ‘ejemplar’

En este país ya no se puede vivir. La corrupción y la inseguridad lo cubren todo. Cuando nos reunimos con mis amigos y sus familias, cada uno cuenta historias truculentas que lo han tenido de protagonistas. La verdad que a mí, gracias a Dios, nunca tuve que padecer un hecho tan traumático, pero he inventado la historia de un asalto porque si no me siento como excluido. Ayer mismo mi mujer, durante el desayuno, me dijo que tiene miedo, más que miedo, terror que los chicos salgan a la calle. Pero la seguridad no le importa al gobierno. Solo piensa en la reelección. Todos los políticos son iguales. La política es una mierda.
En esta sociedad, la gente decente, los que nos deslomamos trabajando, tenemos que vivir detrás de las rejas, manteniendo a los vagos que no quieren trabajar. ¿Qué día es hoy? Jueves. Tengo que reunirme con mi contador, para ver si mantengo mi inversión en Bonos Norteamericanos o me arriesgo con la compra en acciones de empresas rusas. ¿Qué hago con los dólares en Plazo Fijo que no me rinden un carajo? Con tasas tan bajas, como quieren que uno invierta. Así se desalienta a las inversiones. Encima los obreros de la fábrica están belicosos. Que se dejen de joder o terminaré pegándoles una patada en el culo.
Uno de ellos me vino ayer con el planteo que le blanquee parte de lo que cobra en negro. No entiende que no puedo. Que las cargas sociales son asfixiantes. Que si pago todo tengo que cerrar la empresa. Yo ya estoy hecho. Pero tengo una responsabilidad social. Soy un dador de trabajo. Hay gente que está conmigo desde hace muchos años. Pero apenas baja la desocupación se ponen insoportables. Hay que seguir flexibilizando las leyes laborales, para acabar con la desocupación.
Por suerte uno sabe de esto, lo tengo arreglado al delegado para que no me haga quilombo. Y querés reírte, hasta la empleada doméstica quiere que la ponga en blanco.
Cada día es una lucha. Ayer me peleé con el gerente de uno de los bancos que me quería rechazar un cheque porque faltaba en la cuenta $ 2.000. Y encima los inspectores de impositiva que los tengo adentro desde hace seis meses. Si, los tipos quieren hacerme un ajuste. Encontraron algunas facturas truchas. Si no aumento los gastos, con facturas falopas, el impuesto a las ganancias me mata. Por suerte encontré un contacto y ya tengo la inspección bajo control.
Sí, por supuesto, haré un ajuste y los inspectores no se van a ir con las manos vacías. Vos sabes como es esto. Arreglamos y negocio para todos. Por suerte no hicieron objeciones de que varias propiedades las tengo puesta en empresas off shore. Así no pago el impuesto a los bienes personales. Hay cada gil. Apenas hay 600.000 boludos que declaran patrimonios por encima de los $ 102.300. Para qué lo voy a pagar. Para alimentar la burocracia estatal. Aumentar la corrupción. De ninguna manera. Achicar el estado es agrandar la nación. Yo no necesito del hospital porque pago a una prepaga. En el departamento y en el country tengo seguridad privada. ¿Educación? Mando a los chicos a una escuela de elite, paga, por supuesto. Más que a los maestros hay que aumentarle el sueldo a los policías. Y darle atribuciones. No atarle las manos. Acá hay que poner mano dura. Hay que imitar a ese ejemplo que fue el alcalde de Nueva York, Giuliani. Tolerancia cero. Bajar la imputabilidad de los menores. Y hacer cárceles. Muchas cárceles. El que roba un pasacasette, quince años. El que mata, prisión perpetua de cumplimiento efectivo. Y van a ver como se termina el delito. Hay que derogar leyes innecesarias como la penal tributaria. La evasión no puede ser un delito punible. Solo debe tener una sanción monetaria.
Van a ver como esto se acaba rápidamente. Los delincuentes en la cárcel y nosotros pudiendo circular libremente y con seguridad.
Estoy cansado de tener el Mercedes Benz y la cuatro por cuatro blindadas. Otra cosa que no aguanto más son las permanentes escenas de pobreza. Esos chicos que quieren limpiarme el parabrisas o que hacen malabarismos. Hay que sacarlos de la ciudad y cercar las villas. Una villa cercada se va a parecer a un country. Un club de campo pobre. Pero así es la sociedad de mercado. Cada uno tiene conforme a su capacidad. A sus méritos.
Hasta que no tengamos un respeto absoluto, irrestricto e incondicional hacia la propiedad privada, este país no dejará de ser bananero
Yo trabajo quince horas por día y pago todos mis impuestos. Por eso tengo derecho a protestar. Que no me corten la calle. Hay que respetar la ley. Quiero circular para poder trabajar. Para engrandecer este país. Para mejorar la prosperidad de mi familia A pesar de los políticos corruptos.
Quiero volver a la seguridad que tuvimos con los militares. Después salieron con eso de las violaciones a los derechos humanos. El que no andaba en nada, no le pasaba nada.
Yo nunca me metí en política. Es muy sucia. Para estar en política hay que tener vocación de delincuente. Los honestos no podemos ensuciarnos. Por eso siempre apoyé a Blumberg, un buen hombre que convirtió su desgracia en una bandera de lucha por todos nosotros.
Nunca había ido a ninguna marcha. Pero a las de Juan Carlos fui. Toda gente bien. Como Macri, como López Murphy, como Patti que no tiene piedad con los delincuentes. Como esta chica nueva, buena moza, que lucha por su marido militar. ¿Cómo se llama? Esa que no quiere una historia tuerta. Que apoyó a Menem. Pobre Carlos. Qué injusta que es esta sociedad. Vivíamos bien, viajábamos al exterior, podíamos tener en nuestra mesa los mejores productos de todo el mundo. Se privatizó, se desreguló, entramos al mundo, tuvimos teléfonos. ¿Te acordás cuándo había que esperar veinte años un teléfono? Y hay algunos nostálgicos que añoran todavía aquellas épocas, anteriores a Carlos Menem, en que todo funcionaba mal. ¿Por qué no critican la ineptitud de la Alianza, que nos dejó en la crisis del 2001? Cuando me expropiaron parte de los ahorros que dejé en el país con el corralito. ¡Qué boludo! Y eso que los legisladores sacaron una ley que se iban a proteger los depósitos. ¡Mentirosos! ¡Corruptos!
En este país no hay seguridad jurídica. Todos los políticos son unos chorros. Por eso hay que ir a las marchas de Juan Carlos. Todo prolijo. Sin incidentes. A nadie lo llevan. A nadie le pagan. No hay choripán y tetra brick. Y cuando nos desmovilizamos, ni un papel en el suelo. Parece Bruselas o Londres. Un amigo, de esos con veleidades intelectuales, que leen libros, me comentó una frase que dijo Borges cuando fue por primera vez a una manifestación, la que se hizo en Buenos Aires por la recuperación de París de la ocupación nazi: “Pude comprobar que una manifestación colectiva puede no ser innoble”. Así me siento yo en estas marchas. Sin negros, sin pobres, sin encapuchados, sin palos. Sin esas criminales que abogan por la despenalización del aborto y la destrucción de la familia. Porque si disgregan a la familia, saben que atacan a la célula fundamental de la sociedad. Empezaron con el divorcio, y ahora van por legalizar el aborto y luego por la despenalización de las drogas.
Ahora me acuerdo: María Cecilia Pando una mujer joven, hermosa, con muchas agallas que lucha en defensa de su marido injustamente desplazado por los Montoneros que se apoderaron del poder, después de haber sido derrotados en la guerra.
Eso si voy a la marcha siempre que no caiga en miércoles, porque ese día se lo dedico a mi secretaria. Está buena la guacha. Yo quiero mucho a mi familia pero Cecilia me rejuvenece, me hace sentir con veinte años menos. Y cuando tuvimos un hijo, yo se lo dije clarito: te pongo un departamento, te compro un auto, te conservo el trabajo, pero no lo reconozco y vos haces silencio total. Te conviene, le dije. En tu caso, el silencio es salud.
Está sonando el celular. No me dejan nunca tranquilo. Ni que uno fuera insustituible ¡Hola querida! ¿Cómo estás? ¿De dónde me hablas? ¿Del country? ¿Qué decís? ¿Qué Montoya se quiere llevar el Volvo porque no pagamos las patentes? ¡Qué hijo de puta! Ya voy para allá. Voy a mandar una carta al diario ‘La Nación’, para protestar por este atropello. Seguro que mi diario la va a publicar. Es el que leo desde hace cuarenta años, junto con Ámbito Financiero. A este último desde la época de Martínez de Hoz, otro hombre injustamente perseguido porque intentó modernizar el país.
Iba a pagar las patentes todas juntas cuando lo vendamos. En este país ya no se puede vivir más. Después quieren que invirtamos, con la inseguridad jurídica que hay y con los delincuentes que te asaltan y luego vienen los jueces garantistas que hablan de los derechos humanos de los delincuentes, que entran por una puerta y salen por la otra.
Y nuestros derechos humanos ¿Cuándo se van a respetar?
¿Cuándo habrá justicia para la gente decente? ¡Cuándo se acabará la corrupción en este país de mierda!