Lecciones de Auschwitz a 79 años de su liberación

El 27 de enero de 1945 fue liberado el campo de concentración y exterminio de Auschwitz, a partir de lo cual la ONU designó esa fecha como el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. “Auschwitz revela la magnitud de las prácticas genocidas nazis, evidenciando las limitaciones de la civilización occidental y cuestionando los valores que definen el comportamiento humano”, señala Bruno Barbari, referente de contenidos del Museo del Holocausto de Buenos Aires, en un artículo escrito especialmente para Nueva Sion.
Por Bruno Garbari *

Antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, el pueblo polaco de Oswiecim, que anteriormente había formado parte del Imperio austrohúngaro, permanecía en el anonimato a nivel mundial. Sin embargo, la ocupación nazi de Polonia transformó radicalmente la percepción de este lugar. Tras su anexión al Reich alemán y su renombramiento como Auschwitz, el sitio adquirió una relevancia que lo llevaría a convertirse en un siniestro símbolo de muerte y exterminio.

Establecido en junio de 1940, Auschwitz, en sus inicios, no difería conceptualmente de los campos de concentración previamente instaurados en Alemania. Originalmente ubicado en un cuartel de soldados polacos, tuvo como propósito respaldar la política demográfica y racial implementada por los nazis. Los primeros en caer bajo su brutal régimen fueron los polacos, considerados racialmente como «seres inferiores» y percibidos como una amenaza para la ocupación de Polonia.

Con el tiempo, Auschwitz se expandió para convertirse en un complejo compuesto por tres campos: Auschwitz I, Auschwitz II-Birkenau y el complejo industrial de Auschwitz III (Buna-Monowitz), complementados por numerosos campos satélites. La decisión de llevar a cabo la «Solución Final de la Cuestión Judía» transformó a Auschwitz en un lugar de concentración y de exterminio. En Birkenau, se establecieron cuatro enormes crematorios con cámaras de gas, convirtiéndose así en el principal centro de matanza.

Auschwitz encarnó la materialización de la ideología supremacista, totalitaria y destructiva del nazismo. Aunque la mayoría de las víctimas judías no fueron exterminadas en Auschwitz, el lugar se convirtió en el destino fatal para un número significativo de judíos de diversas naciones europeas. No obstante, las víctimas no se limitaron únicamente a la comunidad judía, ya que tras las alambradas también sufrieron prisioneros polacos, gitanos, soviéticos y de otras nacionalidades, sometidos a hambre, enfermedades, represalias y trabajo esclavo.

Auschwitz revela la magnitud de las prácticas genocidas nazis, evidenciando las limitaciones de la civilización occidental y cuestionando los valores que definen el comportamiento humano. El campo se destacó por vincular la ideología y la burocracia estatal con una forma innovadora de exterminio sistemático, recibiendo grandes contingentes de personas para aniquilarlas de manera industrializada. Resulta difícil concebir cómo cada detalle arquitectónico contribuía a la eficiente funcionalidad de un lugar destinado a la destrucción masiva de seres humanos.

Con el estruendo de los cañones soviéticos, los nazis evacuaron Auschwitz mediante las llamadas «marchas de la muerte», buscando mantener la explotación de prisioneros en condiciones de trabajar y tratando de eliminar las pruebas de sus crímenes al dinamitar los crematorios. Aproximadamente 230 soldados soviéticos murieron liberando Auschwitz. Al ingresar al campo encontraron alrededor de 7000 prisioneros en condiciones de extrema vulnerabilidad.

La liberación de Auschwitz dejó en evidencia la intención nazi de exterminar a todos los judíos bajo su dominio, habiéndose perpetrado allí la matanza de un millón de judíos. Sin embargo, es crucial recordar que, entre junio de 1941 y enero de 1943, antes de que Auschwitz se convirtiera en el principal centro de exterminio, el 75% de los judíos ya habían sido asesinados por medio de fusilamientos masivos y en campos de exterminio como Treblinka, Belzec, Sobibor, Majdanek y Chelmno.

A medida que las tropas aliadas continuaron avanzando en territorio alemán, se encontraron con una sucesión de campos de concentración. En ellos, se enfrentaron a la impactante realidad de personas hacinadas, desnutridas y privadas de recursos sanitarios. Los médicos tuvieron que lidiar con personas que sufrían hambre y enfermedades en proporciones inimaginables.

El retorno de los sobrevivientes a sus hogares, en condiciones físicas y mentales deplorables, representó una experiencia desgarradora. Muchos descubrieron que sus hogares habían sido ocupados, las sinagogas destruidas y sus bienes confiscados. Para la mayoría, el regreso a su hogar no era una opción viable. A pesar de haber perdido todo, los sobrevivientes se convirtieron en testigos vivos, demostrando al mundo su capacidad de seguir adelante.

El 27 de enero, Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, designado por las Naciones Unidas, nos recuerda los seis millones de judíos exterminados, así como otros grupos perseguidos por el nazismo. Cuando las fuerzas estadounidenses liberaron Buchenwald leyeron en la puerta el lema fundido en hierro «Para cada uno lo suyo», que le daba la bienvenida a los prisioneros que ingresaban al campo. No obstante, también se toparon con carteles donde los sobrevivientes proclamaban “¡Nunca Más!”. Este sentimiento, compartido entre aquellos que habían enfrentado el horror, representaba un ideal, sustentado en la creencia de que un mundo mejor podría emerger de las secuelas del Holocausto. Lamentablemente, la realidad posterior al Holocausto ha demostrado que la promesa de «Nunca Más» se ha visto desafiada. Los eventos del 7 de octubre son un testimonio claro de que algunas de estas imágenes se pueden repetir.

Por esta razón, es imperativo recordar a las víctimas del Holocausto, no solo para honrar su memoria, sino también para enfrentar la discriminación y la difamación. Las lecciones de Auschwitz no son simples; revelan la brutalidad e indiferencia con la que los burócratas nazis concibieron y operaron el campo. Conocer estos hechos nos obliga a reflexionar sobre la condición humana, planteando preguntas fundamentales y desafiándonos como seres humanos. La historia de Auschwitz nos insta a recordar, y a seguir aprendiendo y trabajando juntos para prevenir la repetición de tales horrores en el futuro.

*  Licenciado en Relaciones Públicas y Profesor de Historia. Referente de contenidos del Museo del Holocausto de Buenos Aires.