A propósito de la película “Adentro mío estoy bailando”, actualmente en cartelera en Buenos Aires

La reinvención de lo judío a partir de la tragedia

“Adentro mío estoy bailando”, dirigida y protagonizada por Leandro Koch y Paloma Schachmann, obtuvo varios premios y fue rodada en ciudades, pueblos, caminos y zonas rurales de Austria, Ucrania, Rumania y Moravia. Se trata de un viaje entre la ficción y el documental, desde Buenos Aires a Europa del Este, en una búsqueda de las raíces de la música klezmer y de la cultura yiddish, planteando hipótesis de su desaparición.
Por Ana Wortman

¿Qué es ser judío hoy y qué era ser judío europeo en el marco de la cultura idish?  Estos interrogantes generales y muchos otros más, atraviesan al documental dramático “Adentro mío estoy bailando” que se propusieron hacer Leandro Koch y Paloma Schachmann. Ya en el título podemos advertir que se trata de una búsqueda musical, que a la vez es emocional y subjetiva. Llama la atención esta película no sólo por el tema, sobre lo cual vamos a escribir esta nota, sino también por los premios que ha obtenido. El film ganó el Premio a la Mejor Película en el Festival de Mar del Plata y a la Mejor Ópera Prima en la Berlinale 2023, y tiene la gran virtud de combinar en tanto film, distintas narrativas y lenguajes: cinematográficas ficcionales, documentales, musicales, históricas, orales y literarias.

Es evidente que lo que quedó como marca de lo judío, hacia adentro y hacia afuera de la comunidad, es la denominada música klezmer, alma mater de los casamientos judíos de familias ashkenazis. Es frecuente que en películas argentinas o norteamericanas, francesas o belgas donde se quiere representar lo judío, se elija la escena del casamiento, el ritual de la copa y la fiesta con orquesta, como ocurre en esta película. Asi, para el resto del mundo no judío, esa representación marca la diferencia: esta sintetizada en esa escena y en el sonido de la fiesta. La música que toca la orquesta es música klezmer, la cual es una creación sonora que se da en el marco de la diáspora de los judíos de Europa Oriental, fundamentalmente de Moldavia, Rumania y Ucrania, a veces en contacto con turcos y otras con gitanos. Es decir que la música klezmer fue y es un ingrediente más de la cultura idish[1], su denominación es del siglo XX y da cuenta de una identidad imaginada y desterritorializada.

A partir de esta escena y del encuentro entre quien está filmando el casamiento judío y la clarinetista de la orquesta se construye la trama, allí está el punto inicial de un viaje a los “orígenes” en tanto búsqueda atravesada por emociones. Se trata de un camino en pos de un encuentro afectivo en el plano personal, acompañado por una sonoridad diaspórica, multicultural diríamos más recientemente. Si para el realizador de videos de casamiento, el protagonista de la película, ese viaje es una excusa para acompañar y acercarse a la música clarinetista, el hecho va a ir incorporando elementos que van a complejizar el tema. En el devenir del vínculo amoroso que se busca a través del documental, va surgiendo un conjunto de interrogantes:  ¿de donde salió esa música? ¿Qué significados tenía? ¿Siempre existió? ¿A partir de cuándo existe? ¿En qué cultura se enmarca? Finalmente, ¿esa cultura existe? ¿A quién representa esa música? ¿O representa una cultura que ya no existe? Se podría decir que la música circula desprendida de los sujetos que le dieron vida y se ha consagrado como la música del casamiento judío, y que decae y resurge en distintos momentos.

La búsqueda de una historia musical a partir del recorrido de los protagonistas por aldeas agrícolas de Europa del Este, casi deshabitadas y fantasmaticas, revela una Europa desconocida, olvidada, conservadora, que desmitifica la imagen continental como representación de la civilización y lejana de la Europa actual atravesada por el multiculturalismo, la diversidad cultural, etc. En ese sentido, la cultura idish y su música klezmer remiten a debates más contemporáneos sobre mundialización cultural, donde los productos culturales no tienen nacionalidad ni territorio. A la vez, esa investigación produce cierta conmoción en el espectador, ya que en esta búsqueda cinematográfica se proyecta la propia historia de una parte de la audiencia. Es frecuente que quienes somos descendientes de inmigrantes judíos, nos estemos preguntando en forma recurrente acerca de nuestro árbol genealógico, y cómo finalmente vinimos a establecernos a la Argentina.

La road movie se inicia en Austria a partir de la firma de un contrato para hacer un documental que investigue ese devenir, el “lugar” de la música klezmer, acompañado con el relato en Idish de un cuento que se monta sobre la estética literaria de Isaac Bashevis Singer a través de la voz de Perla Sneh, que metaforiza -en clave medieval- los personajes principales de la película.  En el cuento, la historia de amor es entre el hijo del sepulturero y la hija del rabino. Ese diálogo interficcional se funda sobre la pregunta que está en la base de la película: ¿dónde están los judíos que crearon esa cultura, puede existir una cultura sin sus sujetos? Estos judíos no existen más, y sus descendientes migraron a América (Norte, Sur) y posteriormente a Israel, y construyeron nuevas tradiciones y cotidianeidades. En la película no hay casi judíos, así como hay escasos registros de que en esos lugares haya habido una cultura que no fuera la que hay actualmente. La música klezmer es una música de la memoria, los significantes en este caso son las notaciones musicales, las partituras. Como diría el teórico inglés Raymond Williams, esa cultura imaginada que representa a una parte de los judíos está atravesada por la tradición selectiva, una tradición que se reinventa cada vez con elementos del presente, muchas veces hegemónicos. 

Se busca la música klezmer en una región, aldeas, pueblos, pero al investigar la región donde habitaron los judíos azkenazi durante cuatro siglos, los entrevistados no conocen la música, las bandas de música klezmer no aparecen. Son prácticamente nulos los vestigios de una cultura literaria, musical, lingüística. Ni siquiera relatos o cuentos orales.  El único judío que los protagonistas se cruzan en Ucrania, va a Rumania a la única sinagoga que queda en pie. Esto expresa que la música klezmer no es música de una región, sino de un mundo cultural religioso diaspórico que habitó una región en un periodo. No es música territorial de los movimientos de una comunidad, no es folklore. Incorpora sonidos de trayectorias, recorridos. En la búsqueda de la cultura de un pueblo que realiza el documental de la película, una vez más nos enfrentamos con el horror del Holocausto, el impacto cultural y humanitario que tuvo la aniquilación de la colectividad judía europea.

En las hipótesis acerca de la desaparición de la cultura idish se argumenta cierta política cultural de los comienzos del Estado de Israel en pos de una nueva lengua, el hebreo, y de reinventar lo judío de manera inclusiva. Es decir, en la fundación del Estado de Israel se convocaba a habitar un territorio en diversos sentidos de la palabra, a judíos europeos, occidentales y judíos orientales (sefaradíes, etc.). Esto significaba que el idish ya no representaba esta nueva tradición judía que se pretendía crear. Lo judío se reinventa con la creación del Estado de Israel. Si durante siglos estuvo asociado a la cultura idish y en el siglo XIX con una postura ideológica de izquierda -Bund- frente al avance de los nacionalismos y tambien del sionismo como pensamiento, después de la tragedia de la Segunda Guerra, los actores sociales judíos son otros. La institucionalidad judía cambia, y en esa recreación de lo judío ya no solo europeo, el hebreo inventa otras tradiciones, incluida la música. También en este nuevo judaísmo aparecen otras sonoridades como los rikudim. Sin embargo, a pesar de casi desaparecer la cultura idish, el klezmer reaparece con otras fusiones al modo de un shofar activado en el desierto. Revive en el alma de cada uno de nosotros, tal como lo transmite Adentro mío estoy bailando.

Donde ver la película:

Funciones: todos los Domingos de febrero, 18hs

Malba Cine  // AV. Figueroa Alcorta 3415.  CABA

Entradas: https://malba.liit.com.ar/decidir/index.php?cine=1&m=1787&e=3936             


[1] Sobre esta denominación de la música de los judíos ashkenazim como klezmer hemos hecho referencia en un artículo anterior en este periódico: “Nuestra música klezmer”, a propósito del resurgir de bandas musicales de este género en Buenos Aires.