Los terroristas de Hamas asaltaron e incendiaron Ein Hashlosha el fatídico sábado 7 de octubre para obligar a sus ancianos, jóvenes y niños escondidos a salir de los refugios caseros. El kibutz fue elegido entre los primeros asaltos de Hamas por su proximidad con la Franja de Gaza. Atravesada la valla, el kibutz fue invadido sin ninguna dificultad por los terroristas montados en motocicletas y pickups. Afortunadamente lograron ser rescatadas 30 personas (16 israelíes y 14 trabajadores tailandeses) luego de permanecer ocultas durante tres días, pero murieron cinco javerim del kibutz y numerosos fueron secuestrados y trasladados a Gaza. Pareciera que en el sábado negro del 2023 el destino de Ein Hashlosha se reencontraba con el trágico sino de su kibutz madre, el Nitzanim de 1948.
Fundado en 1952, Ein Hashloshá nació al acecho de la violencia, pero resguardado por la esperanza en su significado bíblico -estar siempre despierto y en guardia-. Desde sus primeros días, el kibutz fue asistido por javerim rioplatenses del movimiento Hanoar Hatzioni que sobrevivieron a la destrucción de Nitzanim, bombardeado en junio de 1948 por el ejército invasor egipcio. Tres javerim caídos en la defensa del kibutz madre Nitzanim durante la guerra de Independencia -Deborah Epstein y Abraham Geller, oriundos de Uruguay, y Iaacov Kroch, de Argentina-, serán recordados siempre a través de la denominación del kibutz, que en honor a ellos fue llamado con la traducción hebrea de ‘manantial de los tres’.
A partir del pasado 7 de octubre, el kibutz también va a recordar el heroísmo de los defensores de su quitat konenut, y la infamia de quienes fueron responsables de su masacre y secuestro.
Una de las víctimas fatales en Ein Hashlosha fue Marcelle Talia, madre de la joven incorporada hacía un tiempo al kibutz: «Como su hija había dado a luz cuatro días antes, llegó para ayudarla cuidando a los dos nietos mayores, de dos y cuatro años», contó Rubén Friedmann en la entrevista. Y agregó: «Era vecina nuestra; vivía a 50 metros de casa. O sea, ¡qué cerca estuvieron los terroristas, y por cuán poco nos salvamos!» (entrevista de Ana Jerozolimsky, Semanario Hebreo, 8/10/23)
La argentina Silvia Mirensky, de 80 años, murió atrapada en su habitación incendiada; había ingresado al kibutz Ein Hashlosha en 1978, cinco años después de residir en Ashkelon junto con su marido, Saúl Hugo Mirensky, y sus hijos de cuatro y seis años (Patricia Kolesnikov, Infobae, 8/10/23). Otra víctima fatal fue Noa Glasberg, de 39 años, hija de Rita Kusnir, chilena emigrada a Israel en 1971, y del argentino Arie Glasberg.
Silvia era la cuarta víctima fatal argentina en el kibutz que se sumaba a Rodolfo Fabián Skariszenski (del moshav Ohada), y a los tres argentinos del kibutz Holit, Ronit Rudman Sultan, Roland Sultan y Abi Korin.
Para varios kibutznikim veteranos, el desastre del 7 de octubre habría cerrado, 71 años después de la creación de Ein HaShlosha, el círculo de duelo del kibutz, expuesto a la continua violencia fronteriza frente a Khan Yunis.
No sorprendería que en ese sábado maldito hubiera habido más de un javer recordando que la muerte merodeó el kibutz desde su nacimiento, y pensando que ahora serían más de tres quienes velasen por Ein Hashlosha.
Débora Epstein (1929, Montevideo,1948, Nitzanim)
Hija única de Rosa y David, Débora nació en 1929 en Montevideo, en el hogar de una familia asimilada. Cursó sus estudios secundarios mientras germinaban el fervor sionista y su identificación con la parte del pueblo judío que regresaba a la tierra de Israel. A los 17 años, Débora se incorporó al movimiento juvenil sionista Hanoar Hatzioni creado en Uruguay en 1945, donde era admirada como madrija (instructora). Daniel Guigi y Eliahu Taube, primeros jalutzim uruguayos de Hanoar Hatzioni que la precedieron, habían llegado en 1945 al kibutz Nitzanim. Débora aceptó con devoción idealista, no sólo ideológica, el principio jalutziano de la realización pionera: transformarse en una campesina. A fin de cumplir ese deseo, se incorporó con entusiasmo a los 18 años a una granja de capacitación agrícola (Hajshara) antes de viajar al kibutz Nitsanim.
Nitzanim (brotes, en hebreo) fue creado a partir de la unión de varios grupos de jóvenes jalutzim. Un grupo recibió formación en Polonia entre 1937 y1938, y arribaron a la Tierra de Israel (Palestina) en 1939, algunos legalmente y otros como solicitantes de certificados que aún no habían sido concedidos por las autoridades británicas. El segundo grupo estaba formado por niños llegados de Rumania y Polonia que recibieron su educación en Meir Shafia y Ben Shemen, además de capacitación en la aldea Kfar Rupin. Un tercer grupo estaba formado por jóvenes llegados a Nahalal como parte de la inmigración juvenil; el cuarto grupo estaba integrado por jóvenes de Tel Aviv, a los que se unieron otros jóvenes de Jerusalén y de Petah Tikva, además de jóvenes latinoamericanos del Hanoar Hatzioni. El 8 de diciembre de 1943 se establecieron en la zona de Hamama, en un terreno que el Fondo Nacional Agrario-KKL había comprado al Mukhtar del pueblo. En agosto de 1945 fue levantado el asentamiento permanente del kibutz Nitzanim, que tenía plantaciones de cítricos, un gallinero y un establo.

En la primavera de 1947, los residentes de Nitzanim aun podían disfrutar de cierto sosiego, contemplando los eclipses de Saturno Luzhansky en la playa cercana.
En vísperas de la guerra, el número de residentes del kibutz alcanzaba unos 200. La seguridad de Nitzanim estaba protegida por 67 miembros del kibutz, diez de los cuales eran mujeres combatientes. A partir de enero de 1948 se habían visto reforzados por 44 combatientes del 58º Batallón de Novatos de la Brigada Givati. Posteriormente, se sumaría un pelotón de 30 combatientes del 53º Batallón de Givati, al que se le encomendó la defensa de toda aquella zona.
A este kibutz amenazado ingresó Débora inmediatamente después de desembarcar en Haifa, a fin de diciembre de 1947. Recién llegada percibió que los javerim del kibutz aún se hallaban impactados por la muerte de uno de ellos, asesinado por árabes mientras esperaba su transporte en octubre de 1947. Ya en su primer viaje al kibutz, el ómnibus donde viajaba había sido atacado desde los naranjales. Débora supo reaccionar con serenidad y seguridad. Desde el primer día cumplió sus tareas con esmero y energía, al punto que su aplomo y entereza estimularon a varios de sus compañeros (Natan Hasher, Historia del primer núcleo sudamericano del movimiento Hanoar HaTzioni en Ein Hashlosha, en hebreo, 2002).
Significativamente, en una de las primeras cartas que Débora envió a sus javerim de Montevideo en marzo de 1948, pese no ocultar que «el aire que respiramos aquí está lleno de olor a pólvora», prefirió dedicar sus pocas líneas a comentar la inminente fiesta de Purim y lo positivo de la vida en ese ambiente:
“Marzo de 1948
Amigos de la Tnuá:
Esto es lo que quería escribirles, que ahora estoy viviendo todas aquellas palabras que canté en la Tnuá y no pude entender. Hoy estas palabras se vistieron de carne y huesos, ahora entiendo su verdadero significado. Cada canción, cada himno, tiene dentro de sí tantas verdades, más que una foto, artículo escrito o cosas de esas. El aire que respiramos aquí está lleno de olor a pólvora y pronto seguramente vamos a escuchar muy malas noticias, pero también buenas.
Yo siempre digo que vivimos la época más importante para nuestro pueblo. Y si ya hablamos acerca de nuestro pueblo, no me van a creer cuantos judíos conocí en este país. Judíos que vienen de todos los rincones del mundo. Judíos indios de Hashomer Hatzair, y javrei Dror de Donkrak y de Shanjai de Hanoar Hatzioni.
Y entre los enlistados se habla una ensalada de idiomas: español, flemit (de Holanda) y muchos más…. Como para chuparse los dedos. Encontrar tantos judíos que son tan distintos de todo el mundo. De verdad…
Con todas las dificultades, todos están «locos» con el Purim que se acerca, y se están preparando como si nada más fuera a pasar. Falta solo un mes, todos los niños ya están pensando en sus disfraces y los javerim están preparando regalos para sus parejas. ¿Y cómo se formaron las parejas? Simplemente lo dejamos a la suerte: cada mujer sacó un papelito con un nombre de varón, que va a ser su pareja para hacerle un regalo en ese día, y cada hombre sacó un papelito con nombre de mujer para darle el regalo. Y lo más importante, los regalos tienen que ser hechos a mano, está prohibido regalar cosas compradas. Como ven, la vida sigue…
Los extraña,
Dvora”
Sin embargo, al estallar la guerra dos meses después, la vida no siguió como ansiaba y Débora dejo de «chuparse los dedos». El kibutz fue bombardeado y el ejército egipcio lo capturó en la sangrienta batalla de Nitzanim el 7 de junio de 1948. Las fuerzas invasoras egipcias habían sido detenidas antes en la zona de Ashdod, dejando de lado al kibutz, pero al temer que fuera utilizado como base para ataques inminentes, decidieron conquistarlo tras concentrar allí mucha fuerza militar.
El ataque egipcio comenzó con un prolongado bombardeo durante la noche y la mañana, pero el asalto de infantería logró ser detenido por los miembros de defensa del kibutz. Egipto reanudó el ataque cuando los tanques lograron ingresar y tomar el lugar, causando graves daños.
Pocas horas antes de la caída de Nitzanim, Débora recibió la orden de permanecer junto al búnker, al lado del huerto bombardeado, con el fusil Sten en la mano. Sus palabras de alarma fueron: «Los tanques se han abierto paso, las posiciones se han derrumbado, muchos han muerto». Llevó a cabo la acción sin miedo, a pesar de su ansiedad por el destino del kibutz; era plenamente consciente de la destrucción y la inminencia del fin de su propia vida y la de sus javerim. En la última hora de la resistencia de Nitzanim, Débora resultó gravemente herida mientras ayudaba a un javer lesionado. Esa misma noche fue llevada prisionera al hospital egipcio de la aldea Majdal, vecina a Ashkelon. Allí murió Débora Epstein, a los 19 años; sería enterrada en el kibutz Nitzanim.
Treinta y siete israelíes murieron y muchos fueron tomados prisioneros durante todas las batallas de Nitzanim, y no solo en el combate de junio de 1948. Débora fue la única mujer entre los combatientes latinoamericanos caídos en su defensa, cuando apenas había alcanzado a vivir seis meses el sueño de toda su vida, tras prepararse para trabajar la tierra de Israel. Se la recuerda en las páginas del opúsculo conmemorativo La batalla de los Nitzanim sitiados, en hebreo; su nombre figura entre los 18 javrei-kibutz caídos, junto a los 19 nombres de soldados muertos en combate del batallón de la Brigada Givati (Nitzan sitiado y en combate, Opúsculo para recordar el primer año de la batalla, en hebreo, 1950).
Los otros dos javrei-kibutz caídos fueron el argentino Iaacov Kroch y el uruguayo Abraham Gejler.
Livka Shefer (1914 Przemyśl, Polonia-1948 kibutz Yad Mordejai)
Cincuenta años después, en el sitio del antiguo Nitzanim, será erigido un monumento en memoria de varias mujeres combatientes con sus figuras esculpidas en bronce por el escultor Shush Hefetz. La iniciativa fue de Yitzhak Fondak, comandante del 53º Batallón de la Brigada Givati, que luchó para la defensa de Nitzanim. Inaugurado en el cincuentenario de la Batalla de Nitzanim (1998), recuerda a tres combatientes femeninas del kibutz: Mira Ben Ari -responsable de la comunicación inalámbrica-, Shulamit Dorchin –médica- y Dvora Epstein, herida de muerte en combate.
Décadas después, Livka Shefer será incorporada al panteón de esas combatientes. Livka, una joven médica polaca del kibutz Yad Mordejai, resultó caída en combate en la madrugada el 24 de mayo de 1948 junto a otros dos javerim que huían de la invasión del ejército egipcio.

Durante el ataque egipcio combinado de bombardeos e invasión de infantería, Livka Shefer sirvió como enlace entre las posiciones defensivas israelíes en Yad Mordejai. Tenía 34 años.
Shefer había nacido en Przemyśl, Polonia, en 1914, hija de Regina e Itzjak. A la edad de 25 años hizo aliá y se unió al grupo fundador del kibutz Yad Mordejai, que lleva el nombre de Mordejai Anielewicz, líder del levantamiento del gueto de Varsovia en abril de 1943. Livka defendió como médica combatiente el kibutz Yad Mordejai durante la guerra de la Independencia en 1948. Pero recién 70 años después, en 2018, sus restos pudieron ser identificados y recibió sepultura. Hasta entonces, Livka Shefer gozaba de la sombría distinción de ser la única mujer reconocida como una soldada caída, pero cuyo lugar de enterramiento se ignoraba. Después de negarse inicialmente a revelar dónde fueron encontrados al fin los restos de Livka Shefer, Tzahal comunicó más tarde que habían sido ubicados en una fosa común en el kibutz Nitzanim, vecino de Yad Mordejai. (Judah Ari Gross, «70 years on, IDF finds remains of female fighter killed in Independence War», Times of Israel, 6/5/2018).
Unas pocas docenas de combatientes del Palmaj junto a 150 miembros del kibutz, entre ellos Livka Shefer, lograron contener a los egipcios durante seis días antes de quedarse sin municiones y verse obligados a evacuar el lugar durante la noche del 23 al 24 de mayo de 1948. Shefer y otro soldado, Yitzchak Rubinstein, asumieron la tarea de ayudar a evacuar a los heridos. Ambos llevaban una camilla en la que transportaban a Binyamin Eisenberg; se encontraban aproximadamente a medio camino del cercano kibutz Gevaram cuando fueron objeto de intensos bombardeos por parte del ejército egipcio en horas previas al amanecer, y fueron capturados por los egipcios. Había transcurrido apenas más de una semana de la proclamación del Estado de Israel y faltaban dos días para la creación formal de Tzahal, que ignoraba adónde habían sido llevados prisioneros. Recién en 1952 fueron declarados soldados caídos en combate cuyos restos se hallaban desaparecidos. Según fuentes militares, el cadáver de Livka Shefer habría sido encontrado en la aldea de Majdal (hoy Ashkelon) y luego trasladado en 1949 como NN a una fosa común en el kibutz Nitzanim. Inexplicablemente, sus restos serían identificados recién en 2018 (Alexander Fulbright and Ash Obel, «After 74 years, IDF identifies remains of 2 soldiers killed in War of Independence», Times of Israel, 7/10/2022).
Recordemos que Débora Epstein también resultó gravemente herida por los egipcios y fue internada en Majdal, donde murió al cabo de un mes, pero, a diferencia de Livka Shefer, pudo ser identificada, por lo que recibió sepultura en 1949 en el kibutz Nitzanim.
Débora y Livka compartieron el orgullo de ser unas de las pocas combatientes mujeres que lucharon codo a codo con los hombres durante la guerra de la Independencia de Israel, no solo por el logro respecto de la igualdad de género, sino también por la osadía militar que ambas demostraron. Hubo mujeres en el Palmaj luchando «incluso en los enfrentamientos más brutales», además de ser oficiales, expertas en comunicación y médicas en el frente, según testimonia el director de Archivos del Palmaj (Eve Young, «1948 and now: Israeli women in the fight for independence», The Jerusalem Post,14/4/2021)
Posdata
Aunque sea posible comparar a ambas jalutzianas combatientes, Débora Epstein en Nitzanim y Livka Shefer en Yad Mordejai, resultan incomparables los 19 años de la uruguaya y los 34 de la polaca al momento de sus muertes. Además, Livka logró vivir nueve de esos años en un kibutz del Hashomer Hatzair y Débora, solo escasos seis meses en un kibutz de Hanoar Hatzioni. Sin embargo, durante los setenta años en que los restos de Lifka carecieron de paradero y, por ende, de lápida, el túmulo de la fosa común donde se hallaban estaba muy cerca del monumento que inmortaliza a Débora y a sus dos javerim.
¡Tan cerca, pero tan lejos, una difunta jalutza de la otra!
Desde que me fue dada a conocer la historia de su vida y de su muerte, Débora nunca fue para mí una difunta. También me niego a asociar su nombre al de aquella legendaria jueza bíblica homónima que convocó a Barac para luchar contra el ejército cananeo de Sísara y liberar a Israel. No obstante, confieso que, a veces, la Débora de Ein Hashlosha y la Débora a la que le gustaba reflexionar sentada bajo la palmera al sur del territorio de Efrain comparten un mismo gran discernimiento y la voluntad común de no mostrar nunca fragilidad.
Con todo, ¡son tan distintas aquella jueza guerrera bíblica y la jalutzá combativa de Nitzanim! La bella javera del ken Hanoar Hatzioni en Montevideo —y luego jalutzá en el kibutz— para mí ha sido siempre dvorá (hebreo, abeja). Al sobrevolar, Débora se transformaba en una dvorá que recogía polen para su propio alimento y, especialmente, para las necesidades de la kvutza-colmena. Débora fue una dvorá capaz de deslizarse entre numerosas flores, libando néctar para esparcir el polen, interminablemente, por todos los capullos en el huerto del kibutz.
Sólo de esa forma quiero imaginar a dvorá… y sobreponerme así a la muerte de Débora.
Foto de portada: Débora Epstein.