Los dos movimientos políticos declararon que rechazan los acuerdos intermedios, incluyendo el “Acuerdo de Ginebra».
La propuesta habla sobre un cese de hostilidades completo y mutuo, retiro parcial israelí a una línea acordada por ambos lados, la contención de cualquier actividad de colonización, y el libre movimiento palestino dentro de los territorios de la AP (Autoridad Palestina) de 1967 y hacia Jordania y Egipto.
La implementación del acuerdo sería supervisada por el Cuarteto internacional y, si funciona bien, habrá una posibilidad de reemplazarlo con un acuerdo definitivo basado en el establecimiento de un Estado Palestino en las fronteras de 1967.
Los dos movimientos rechazan un acuerdo al estilo ‘Mapa de Rutas’, visión del Presidente Bush, o los acuerdos de Oslo y, en cambio, quieren tratar un acuerdo de estatus definitivo.
No sorprendentemente hay un alto nivel de congruencia entre Hamas y Al Fatah con respecto a la parte de Israel en tal arreglo. Los dos movimientos exigen una retirada completa de los territorios ocupados en la guerra de 1967, el establecimiento de un Estado Palestino completamente soberano con Jerusalem como su capital, la liberación de todos los prisioneros, y la inclusión del llamado ‘derecho al retorno’.
A veces, figuras señeras en ambos movimientos dicen que ellos exigen el retorno de todos los refugiados a sus casas y propiedades, mientras a veces se apañan en una formulación general y principista.
El problema del refugiado distingue a las aproximaciones entre Al Fatah y Hamas de la iniciativa de paz de la Liga árabe. Las últimas conversaciones sobre una justa y acordada solución al problema del refugiado, basadas en la Resolución 194 de la ONU, abrieron la puerta a un veto israelí sobre algunas cláusulas.
Al Fatah y Hamas están de acuerdo que a cambio de esos pasos israelíes, se establecerá un sistema de vínculos funcionales entre los dos estados y el combate contra Israel acabará.
Aún no en la agenda
Las discordancias entre Hamas y Al Fatah se centran sobre la parte de Palestina en un acuerdo de estatus final. Al Fatah está deseoso de aceptar un acuerdo de paz formal, contractual y el pleno reconocimiento de Israel.
Entretanto, Hamas cree que el reconocimiento significa legitimar el establecimiento del Estado de Israel y la renuncia a derechos históricos y patrimoniales.
Por otro lado, los lazos funcionales y el reconocimiento de facto sin el acuerdo contractual no significan renunciar a este derecho histórico. Hamas ofrece una ‘hudná’, una tregua a largo plazo. Incluso aquéllos que limitan este cese del fuego en el tiempo notan que podría ser renovado automáticamente sin una limitación en el número de veces que esté extendido.
En otros términos, la resistencia a la ocupación se está moviendo de la viabilidad al principio, y algunos dirán: la resistencia está minimizada a nivel de principio y simbolismo solamente. Algunos lo interpretarán como la preparación frente a una lucha práctica para liberar el territorio de 1948 a pesar del sistema de vínculos a ser establecidos entre Israel y Palestina.
¿Y cuál es el plan de paz de Israel? Esto ni siquiera está en la agenda. Un beso en la mejilla de Mahmoud Abbas no es un plan diplomático.
El Primer Ministro necesitó unos pocos minutos u horas para llevar a su país a guerrear, pero le resulta difícil decidir sobre los movimientos que pueden ahorrar las vidas humanas.
Olmert aún no puede, o no quiere -por ejemplo- implementar el levantamiento de controles policiales en las rutas que le prometió a Abbas.
Israel no está tratando la paz, sino más bien de contener a los palestinos dentro de la olla a presión de la ocupación.
Intenta regular la temperatura de la olla a presión para que no explote en su cara, pero es incapaz de evitar serias quemaduras en su cuerpo, el ascenso de Hamas al poder, y la habilidad del grupo para contrabandear fondos y armas.