Hay dos significados estratégicos posibles que podemos atribuirle al ataque de drones y misiles iraní hacia Israel durante la madrugada del domingo.
Uno es verlo como un éxito fenomenal de la estrategia israelí de invertir, durante casi dos décadas, en sistemas de defensa aéreos que protegieron a Israel de 99% de los más de 300 proyectiles lanzados por Irán y sus satélites. El temido arsenal iraní fue impedido no solo por la tecnología israelí, sino también por una alianza de potencias occidentales (EE. UU., Gran Bretaña y Francia) trabajando codo a codo con Israel y naciones árabes aliadas. Superaron sus diferencias frente a un enemigo común. Un fanfarrón régimen iraní fue humillado, reestableciendo así el poder de disuasión de Israel.
La otra interpretación posible es que Irán ya no teme lanzar un ataque directo a Israel. Ningún Estado atacó directamente a Israel durante 33 años, desde que el Irak de Saddam Hussein lanzó 33 misiles Scud durante la Guerra del Golfo de 1991. Ese tabú está ahora roto. La evaluación israelí había sido que, a pesar de haber atacado el 1º de abril el anexo de la embajada iraní en Damasco, matando así a un jerarca de la Guardia Revolucionaria junto a otros seis funcionarios, Irán no cambiaría su política de esconderse detrás de sus proxies o satélites. Sabemos ahora que ese fue un error más cometido por la inteligencia israelí.
Israel, que se enorgullece de su capacidad de defenderse, precisó de Estados Unidos y de otros países para su protección. A pesar de las intercepciones exitosas, unos pocos misiles iraníes llegaron a su objetivo, incluyendo uno que golpeó la base aérea de Nevatim. No se provocó daño masivo, pero Israel continúa atrapado en una guerra donde los rehenes están muriendo en cautiverio y comunidades totalmente evacuadas a lo largo de su frontera al norte siguen sufriendo bombardeos diarios de parte de Hezbollah. La disuasión de Israel nunca fue tan débil.
¿Cuál de estas dos lecturas es correcta?
El ataque iraní es un antes y después. Israel, junto a las principales potencias occidentales y sus vecinos árabes, acaba de demostrar que una respuesta coordinada utilizando una red de radares, varios tipos de misiles interceptores y aviones de combate puede proteger un país de un ataque combinado de misiles balísticos, misiles de crucero y drones suicidas. Es un hito en el desarrollo histórico de la tecnología militar, con implicancias globales. En el futuro, se podrá usar sistemas similares de defensa en países como Ucrania y Taiwán.
A nivel regional, la coordinación lograda por Estados Unidos entre Israel y sus vecinos es también un logro histórico. Por razones obvias, los líderes israelíes enfatizan ahora la capacidad de los sistemas defensivos de su país, mientras los estadounidenses enfatizarán el trabajo que ellos realizaron para defender a Israel. Ambos elementos fueron fundamentales.

Los detalles completos de cómo regímenes árabes sunníes ayudaron a proteger a Israel, indudablemente salvando vidas israelíes de misiles y drones iraníes, pueden permanecer secretos un tiempo más, pero esto es un cambio histórico. No importa si lo atribuimos a la firma de la paz de Itzjak Rabin y Bill Clinton con Jordania en 1994 o a Netanyahu y Trump con los más recientes Acuerdos de Abraham: el resultado es el mismo.
Benny Gantz, actualmente el adulto responsable del gabinete de guerra, merece el crédito por haber impulsado la alianza de Defensa Aérea del Medio Oriente, que acaba de demostrar su validez conceptual. Hay un conflicto israelí-iraní y hay un conflicto israelí-palestino, pero los países árabes (al menos sus líderes) trabajan conjuntamente con Israel.
A pesar de la destrucción de Gaza durante los últimos seis meses, la cooperación árabe ante el ataque iraní demuestra que la tendencia regional todavía apunta hacia una alianza árabe-israelí-estadounidense contra Irán y sus satélites. Es una oportunidad para que Israel construya esta sociedad creciente para fortalecer su poder de disuasión. El resultado pobre del ataque iraní puede ser un golpe estratégico para el régimen de Teherán si la alianza continúa y se profundiza.
Depende ahora de Israel calibrar su respuesta inevitable y coordinarla con el gobierno de Biden, con el fin de evitar un enfrentamiento regional y minimizar el impacto negativo que aquella pueda tener con los países que ahora, en la práctica, son sus aliados. En última instancia, a fines de posibilitar que gradualmente cooperen más abiertamente con Israel en el futuro y puedan resistir la crítica dentro de sus países por la falta de “solidaridad” con los palestinos, la estrategia israelí debe ser poner fin rápidamente a la guerra en Gaza, como parte de un acuerdo amplio que incluya la liberación de rehenes y cumpla con la resolución 1701 al norte, obligando a Hezbollah a alejarse de la frontera.
Sin embargo, bajo la coalición gubernamental de extrema derecha liderada por Netanyahu, que incluye a ministros que evidencian una exigencia pavloviana de invadir Rafah ahora (Betzalel Smotrich) y de lanzar una respuesta “devastadora” contra Irán (Itamar Ben-Gvir), es altamente probable que Israel desaproveche esta oportunidad.
Incluso si Netanyahu logra resistirse ante estas demandas de impartir una represalia instantánea e irrestricta, no responder al apoyo que Israel acaba de recibir de sus vecinos con una respuesta que incluya componentes democráticos sería desperdiciar la oportunidad histórica de armar un frente mucho más efectivo contra Irán. Si eso pasa, es posible que Irán gane.