Puedo aceptar que en todo el mundo están “pasando cosas”; que la psicosis singular y colectiva se ha vuelto hegemónica, y que en los pocos huecos que quedan libres, es la psicopatía (y no la vieja y querida neurosis) la que predomina. Para ser más claro: un psicótico niega la ley, un psicópata la entiende como válida (pero para los demás, no para él), y un neurótico la reconoce como tal y negocia como puede entre su deseo y la realidad.
En esto de “la locura dominante”, no creo que haya muchos lugares en el mundo que nos puedan superar, en este momento, a los argentinos, desde que elegimos -eso hizo la mayoría- como Primer Autoritario a “Su graciosa Tujestad”, su corte de perros clonados fenecidos, y los diversos bufones de ultraderecha que nos hacen llorar mucho más que reír.
Para empezar, dijo que se quiere convertir al judaísmo, a la par que se rodea de nazis (alguien debería avisarle del peligro que correría), y la Segunda Autoritaria Electa, en un rasgo de profundo desprecio, burla sardónica e ironía inaudita, lo denomina “pobre jamoncito”. “Jamón” no vendría a ser un buen apelativo para quien quiere convertirse al judaísmo, digo.
Por su parte, él dice autopercibirse Moisés. Esto en sí mismo, no tendría nada de malo si no fuera que sus actos y pensamientos tienen consecuencias para los demás. Seguramente estará dilucidando si somos los egipcios o los hebreos.
Cuando nos supone egipcios, nos manda las diez plagas, entre las que cito “Inflación, recesión, despidos, pérdida de derechos, tormentas, invasión de mosquitos, dengue, desabastecimiento, violencia institucional y cotidiana, entrega del patrimonio nacional”, y podría seguir hasta el infinito y más allá. Podría decir el lector que estas plagas ya existían antes, y tendría razón. La diferencia sería en la aceleración, la contundencia de esas plagas y, junto a eso que, lejos de al menos intentar combatirlas, las estimula.
Cuando nos supone hebreos, se propone llevarnos 40 años por el desierto, y detenerse en la mitad para ofrecernos sus “Mandamientos de Necesidad y Urgencia”, entre los que podrían estar “No llegarás a fin de mes”, “pagarás el triple de lo que pagabas antes por la luz”, “No tendrás prepaga” “no tomarás el colectivo en vano” , “No protestarás, o, si lo haces, será solamente en la vereda”, “idolatrarás a mis perros”, “No codiciarás tener tu casa propia, tu televisor, tu aguinaldo, tus vacaciones”, “No trabajarás seis días, y el séptimo tampoco”, “Sostendrás a tus padres, si son jubilados”, etc. La tierra prometida, no sería otra que Irlanda, dónde llegaríamos dentro de 40 años, los que sobrevivan (habría que avisarle que Moisés mismo no llegó), un país que fue devastado por guerras religiosas, y que parte del mismo aun depende de la corona británica.
Quizás en algún momento se siente Salomón, y entonces quiere, cual bebé de la leyenda, partirnos en dos con su motosierra.
Pero si de la Antigüedad se trata, parece estar más cerca de Roma que de Judea, mal que le pese. Hay quien lo ve “Calígula” quien nombró Ministro a su caballo Incitatus (y por buen gusto, no mencionamos lo que hacía con sus hermanas) y otros lo acercan a Nerón… mejor no recordar por qué.
Me parece que, en esto de la locura, también salimos campeones mundiales. Usted dirá.