Yehuda Amijai nació en 1924, como Ludwig Pfeuffer en Würzburg, en el sur de Alemania, en el seno de una familia judía ortodoxa. Siendo niño recibió una educación hebrea y alemana. A la edad de 11 años emigró junto a su familia a Eretz Israel, radicándose primero en Petaj Tikva y luego en Jerusalén, donde completó su educación secundaria en una escuela religiosa.
Amijai comentaba que muchos de sus amigos de la infancia no tuvieron su suerte en emigrar y años después murieron bajo la barbarie nazi; como “La pequeña Rut”, a la que dedicó varios poemas y gran parte de su novela; como cita Amijai, ella se “extinguió en uno de los hornos de la muerte”.
Formó parte de la generación de escritores judíos que, habiendo nacido en Europa, fue partícipe directo de la fundación del Estado de Israel y es, por lo tanto, representativo de esa doble identidad que implicó el tránsito del exilio al arraigo en su tierra.
En 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, se ofreció como voluntario para el ejército británico y sirvió en Egipto. Entre otras tareas, participó en el contrabando de armas para las fuerzas judías y en la inmigración ilegal. En 1946 hebraiza su nombre a Yehuda Amijai, que significa mi pueblo vive, al preguntársele el motivo de la elección, dijo que Amijai era “un nombre correcto, porque era socialista, sionista y optimista”.
Al estallar la Guerra de la Independencia, se alistó y sirvió como soldado en la “Brigada Negev” del Palmaj hasta el final de la guerra. Participó en los duros combates de Julicat. Al salir del ejército, estudió literatura y Biblia en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Enseñó en el Majón Grinberg de Jerusalén, un seminario para profesores extranjeros, también enseñó en la Escuela para Estudiantes Extranjeros de la Universidad Hebrea, en la Universidad de California y la Universidad de Yale.
Fue el primero de los poetas de la generación de la creación del Estado en ganar el Premio Israel, los jueces dijeron que Amijai “en su poesía creó un nuevo movimiento en la poesía hebrea” y “provocó un cambio revolucionario en el lenguaje poético, una combinación de materiales poéticos y materiales extraídos de la vida cotidiana”.
Los críticos destacan en el poeta el canto del yo, en una generación que enfatizó el canto del nosotros, junto a la ideología colectiva y el mito. La poesía de Amijai trata sobre cuestiones de la vida cotidiana y sobre cuestiones filosóficas del significado de la vida y la muerte. Su obra se caracteriza por la ironía, escribió sobre su tierra y la ciudad de Jerusalén, sus poemas están llenos de referencias a Dios y la experiencia religiosa, como muchos poetas israelíes seculares, abordó su lucha con la fe religiosa. A Amijai se le ha atribuido una rara habilidad para transformar la situación amorosa personal, incluso privada, con todas sus alegrías y agonías, en la experiencia de todo el mundo, generalizando su propio tiempo y lugar.
Amijái planteo: “Escribo en hebreo porque no puedo escribir mis poemas en otra lengua. Para mí es el idioma natural en un país de habla hebrea. Pero no olvidemos que hasta hace unas pocas generaciones esto no era así. El hebreo era una lengua sagrada que se utilizaba en las plegarias y en las ceremonias religiosas, como en bodas y funerales. Pero a diferencia de otras lenguas antiguas, nunca fue una lengua muerta. Las oraciones y los rezos siempre les recordaron a los judíos su patria ancestral, la geografía de esta, su clima, e incluso sus ciclos agrícolas como el tiempo de cosecha y maduración de los frutos. En suma, la lengua hebrea siempre fue una lengua paterna, pero ahora, de nuevo, se ha convertido en una lengua materna. El sionismo -que de hecho debería ser considerado como ‘la gran revolución del pueblo judío’- comenzó como una revolución cultural al hacer del hebreo el idioma de una nueva nación. Esto también significó una revolución contra la Historia, contra el destino, y para muchos judíos ortodoxos, contra Dios”.
El gran poeta sionista nacional, Jaim Najman Bialik, probablemente hablaba en yiddish con la mujer que amaba, pero le escribía sus poemas de amor en hebreo (y quizás ella ni siquiera sabía hebreo). Se cree que a principios de este siglo Bialik afirmó que hubiera podido enunciar una bendición con tan solo escuchar hablar en hebreo al primer ladrón y a la primera prostituta compareciendo ante un juez, custodiados por un oficial de policía, hablando todos por vez primera la lengua de los profetas.
Pero el milagro del renacimiento de la lengua hebrea no cayó del cielo a los brazos de una humanidad escéptica. Para conseguir este milagro, los judíos tuvieron que trabajar arduamente. Fue un milagro hecho por el hombre. Eliezer Ben Yehuda fue quien compiló el primer gran diccionario del hebreo moderno a principios de siglo, renovando las bases de la lengua e introduciendo palabras modernas tomadas del campo de la ciencia, la tecnología y las artes creativas. Él no inventó palabras artificiales, las tomó siempre de textos antiguos como la Biblia, la Mishná y el Talmud. Me parece que incluso ahora, si el Rey David caminara nuevamente por las calles de Jerusalem (en los alrededores del famoso Hotel King David), podría comprender muchas de las cosas que allí se dicen.
Ámbito familiar de Amijai: el poeta expresa que “proviene de una familia donde todos los hermanos y hermanas de mis padres llegaron a Palestina a comienzos de los años treinta. Ningún miembro de este gran clan se quedó en Alemania, y, por lo tanto, ninguno pereció en el Holocausto (por desgracia, en Israel son pocas las familias así). Durante la Segunda Guerra Mundial fui voluntario del Ejército británico, aunque muy pronto me integré a las unidades de comando del recién creado Ejército israelí en la Guerra de Independencia, así que los primeros siete años de mi vida adulta fueron guerras. Pero a esa edad, entre los 18 y los 25 años, también se viven los grandes amores. Mi vida, pues, comenzó entre dos extremos: la guerra y el amor. Empecé a escribir poesía usando mis palabras en aras de lograr un acuerdo entre esos extremos de mi vida, para poder sanarme y seguir viviendo. A partir de entonces la escritura se volvió esencial para mí. En cada poema que escribo siempre hay algo personal y privado que genera la fuerza del texto.
Me hace muy feliz que los poemas que me han ayudado a curarme también ayuden a otros. Creo firmemente que el arte debe sanar y consolar, y no presentar, de buenas a primeras, la cruel realidad de nuestra vida moderna, aquí y en otras partes del mundo”.
Su volumen de trabajo es impresionante, abarca muchos libros de poesía que aparecen en una sucesión rápida: en 1955 publicó su primer libro, Ahora y otros días, que revolucionó la poesía hebrea, en 1957 ganó el premio Shlonsky por este libro. En 1963 edita Poemas reunidos, en 1981 publica Selección de trabajos, y en 1987 su Shirei Yerushalayim (Poemas de Jerusalén), una edición bilingüe acompañada de fotografías de la ciudad.
Su trabajo ha sido traducido a más de 40 idiomas, incluidos inglés, español, francés y alemán, y fue nominado varias veces al Premio Nobel, llegando incluso a la lista final. Cuando Yitzjak Rabin ganó el Premio Nobel de la Paz en 1994, invitó a Amijai a leer sus poemas en la ceremonia de premiación en Oslo, allí leyó su conmovedor poema Dios tiene compasión de los niños del jardín de infancia.
La poesía de Amijai es lúdica y concentra un rango amplio de emociones, su distintivo es la risa, la burla y cierta tristeza subyacente:
«Detrás de mi marchan, como en los entierros/el niño que era hace muchos años/y el hombre joven que fui en su primer amor/y el soldado que era en los viejos días/y el hombre canoso que fui hace una hora./Y también otros que fui, extranjeros también,/y de los cuales me he olvidado./ Incluso una mujer./Y todos sus labios están moviéndose/y todos sus ojos recuerdan el pasado/y todos destellan y pronuncian/palabras de consuelo y de lamento/pues volverán a sus asuntos y a sus citas/como en los entierros./Y uno dijo: El objetivo principal /de la industria en nuestro tiempo, es crear/los materiales más fuertes que son también los más ligeros/Eso dijo, y lloró y se fue por su camino,/como en los entierros».
Amijai murió el 22 de septiembre de 2000 y fue enterrado en un funeral de Estado en el cementerio de Sanhedria en Jerusalén. Cuando se le preguntó a Amijai sobre que escribía, contestó: “escribo sobre situaciones que conozco, sobre mí mismo, sobre mi vida privada, sobre mis amores, mis hijos, mi dolor, la nostalgia de mis padres, y los demás se ven reflejados en ello”.
Fuentes:
https://www.cdi.org.mx/noticias/13638-yehuda-amijai-vida-y-obra