Montevideo

Marx, esquina Jomeini

En el contexto de un prolongado semestre de ambiente político antiisraelí y agresiva prédica antisionista en gran parte de la izquierda uruguaya, no han faltado los derrapes de rigor hacia el antisemitismo más clásico, con alusiones malevolentes a “los judíos colonialistas y genocidas”. Esta suerte de condena a un país entero ya era noticia desde fines de 2023, ahora recibimos una verdadera primicia: una amplia coordinación de izquierdas reclama que Uruguay rompa toda relación con Israel, al que se apunta a equiparar a la Sudáfrica del apartheid y por elevación a la Alemania nazi.
Por Ernesto Alazraki

Asoman ya en Montevideo llamadas a hacer acampadas estudiantiles bajo la consigna “Desde el río hasta el mar”, en principio sin eco, y adquieren visibilidad mediática los primeros reclamos al sistema de partidos de “cese de las relaciones con el Estado ilegítimo de Israel”. Esto se exigió a título expreso en la proclama de la nueva “Marcha por Palestina” (segunda desde el 20 de noviembre) realizada este miércoles 15/5 en el centro de la capital, texto respaldado por casi toda la izquierda partidaria y social del país, exceptuando a sectores del ala socialdemócrata. La social incluye a la central sindical, parte del cooperativismo de vivienda y la federación estudiantil universitaria.     

Previamente, una secta de ultraizquierda le impuso a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación la cancelación de hecho de dos clases sobre Laicidad que impartiría un docente israelí acusado de sionista. El profesor israelí-uruguayo Alberto Spektorowski fue invitado por dos colegas con quienes mantiene un vínculo académico. Estos, en acuerdo con el decano y demás miembros del consejo de la Facultad, resolvieron postergar el dictado de las clases dado el clima de violencia retórica contra el docente en la esfera de Humanidades.

Una virulenta campaña difamatoria fue activada por una agrupación estudiantil que buscó descalificar a Spektorowski mediante la difusión de libelos digitales antiisraelíes y antisionistas en las redes sociales.

Los panfletos intercalan alusiones a la identidad sionista del docente en clave acusatoria, apuntando a la criminalización del movimiento nacional judío, con fragmentos de entrevistas en las que habló sobre la guerra en Gaza y asertos que ligan el concepto “genocidio” a Israel.

En un video publicado por la organización denunciaron que Spektorowski es un «intelectual del genocidio y del apartheid» de Palestina que busca «lavar la imagen» de Israel y calificaron su contratación como una «premiación al odio y al cinismo» (diario El Observador, 10/05/24; los hechos se dieron durante una semana).

Imágenes de crónica roja con el rostro del profesor dan tono estético a los libelos, cuya viralización causó tal conmoción y crispó tanto el clima de la Facultad que los organizadores del curso lo cancelaron y a la vez anunciaron que se hará cuando las aguas vuelvan a su cauce.

Las explicaciones del decano, del coordinador académico y luego del rector de la Universidad de la República, exhiben la difícil situación de profesionales de la educación universitaria que caminan por una cornisa. A un lado de ésta se abre el vacío de un incumplimiento de obligaciones institucionales ubicadas en las antípodas de la censura; al otro, el incierto espacio de un conflicto con una izquierda que a paso de ganso define al anti-israelismo como identidad decisiva.        

Primero se pretendió que la suspensión de las clases no obedeció a la presión ejercida por la campaña antisionista/antiisraelí, pero con los días se fue admitiendo, entre lo dicho y lo omitido, lo que rompe los ojos: el amedrentamiento logró su objetivo de que no hubiera clases.

Los docentes que invitaron a Spektorowski, Antonio Romano y Andrea Díaz, publicaron una lapidaria carta abierta: “Expresamos toda nuestra solidaridad con el profesor que no merece este trato injusto y totalmente irrespetuoso de parte de un sector minoritario de estudiantes que han utilizado la descalificación hacia las personas como práctica política (…)  En este contexto actual de hostilidad, consideramos oportuno suspender el seminario hasta que se aclare el panorama y para permitir que no se confunda nuestra propia opinión con algunas de las supuestas declaraciones que se mencionan en la información que circula” (El País, 10/05/24).

El sector minoritario mencionado detenta dos de los tres cargos de representación del orden estudiantil en el consejo de la Facultad, aunque ni siquiera integra el centro de estudiantes porque de allí fue expulsado. Es la organización juvenil de un grupo de ultraizquierda cuya representatividad en la sociedad es nula. Pero de hecho logró la suspensión de las clases de Spektorowski y la supresión de una mesa redonda sobre la guerra de Gaza en la Facultad de Ciencias Sociales.

Más allá del compromiso asumido públicamente por la Universidad con el dictado ulterior de las clases, fueron canceladas de hecho, y el rechazo a esto de académicos, políticos de centro, derecha, izquierda socialdemócrata y periodistas fue insuficiente para poder revertirlo.

Los académicos Gerardo Caetano, José Rilla, Daniel Chasquetti, Adolfo Garcé, Máximo Rossi y Marcel Vaillant, publicaron una misiva que en pocas horas recogió más de 100 adhesiones de pares y políticos. Puntualizan que Spektorowski “debe ser contratado en los términos que originalmente se planteó en su invitación (…) No hay otra salida”; refieren a la Carta Orgánica de la Universidad en lo relativo a la libertad de cátedra: “La cultura de la cancelación de las opiniones distintas contradice” a la Ley Orgánica; y recuerdan: “la universidad se niega a sí misma cuando censura, prohíbe y cancela a personas por sus conocimientos y opiniones” (La diaria, 12/05/24).

Segunda “Marcha Por Palestina” (pero sin Israel al lado)

Tras la marcha del 15 fue leída la proclama de los organizadores en un acto en la Intendencia; según ese texto, “el movimiento sionista, surgido en Europa a fines del siglo XIX, se propuso conquistar Palestina, deshacerse de sus habitantes árabes y sustituirlos por los colonos traídos de todo el mundo”. “En ese proyecto colonial y racista nunca hubo ni hay lugar para la población palestina, por eso la Nakba no es un hecho del pasado sino un proceso continuo de despojo, colonización, apartheid y genocidio” que hoy tiene su “capítulo más sangriento y devastador” (La diaria, 15/05/24); sigue: “Con referencia a la reciente polémica por la participación del politólogo Alberto Spektorowski en una actividad sobre laicidad en la Universidad de la República (Udelar), agregó que defienden ´la autonomía y el cogobierno´ de la Udelar, pero consideran que ´negar o justificar un genocidio no es libertad de expresión´ y ´tampoco lo es reescribir la historia´». El profesor fue acusado de defender un genocidio en Gaza porque sostiene que esto no ocurre.

“Las máscaras han caído y el régimen criminal de Israel ha quedado al desnudo en toda su crueldad y sadismo despiadado (…) ya no van a poder imponer su relato falaz y victimista”. “Esto no empezó el 7 de octubre, la violencia de los oprimidos no es causa, sino respuesta a la violencia anterior, estructural y mucho mayor del opresor, y no hay peor terrorismo que el que practica el Estado de Israel desde hace siete décadas con todo el pueblo palestino”, se aseguró allí.

El grupo Universitarixs x Palestina, que se pronuncia “Por el cese de las relaciones con el Estado ilegítimo de Israel”, invitó a instalar, “Después de la marcha”, una “gran acampada” en la “explanada de la Udelar”. Estos acontecimientos son convocados desde un arco de sectores de la izquierda y la ultraizquierda cada vez más hostiles al sionismo y que ya dan el paso de cuestionar la existencia de Israel.

Este último dato marca una inflexión, junto con otros que se suceden en un periodo breve, como el desfile de una efigie de demonio judío en la marcha del 8M y la quema de una bandera del Estado judío en la primera “Marcha por Palestina”, en la que la embajadora palestina en el país se fotografió con dirigentes de izquierda de primera línea.

Se suceden, además, durante ocho meses de descalificaciones, agravios, difamaciones, agresiones de diversa índole, acusaciones falsas y aislamiento que sufren, casi siempre en silencio, personas y organizaciones judías a manos de sectores y personas de izquierda. Cabe destacar que otras corrientes y muchas personas no lo hacen.  

Venimos sosteniendo que algo profundo y decisivo está cambiando en la izquierda uruguaya, no referido a la ocupación de Cisjordania o la guerra en Gaza provocada por Hamás y la feroz respuesta israelí, sino a las comunidades y personas judías, al pueblo judío en sí. Se reiteran, en conversaciones y declaraciones, diatribas y mentiras que a poco de iniciar derivan en alusiones denigrantes hacia “los judíos”.

El ambiente de amedrentamiento se refleja en el seno de la coalición Frente Amplio, donde hay sectores que deben resignar su aspiración a discutir sin censura la complejidad del conflicto israelí-palestino debido a la concepción unilateral de corrientes que lo dificultan.

Este clima ya lo padecen estudiantes judíos y docentes no judíos en la Universidad -según sus testimonios-, que inéditamente resignan cometidos básicos debido a un entorno amenazante que imponen sectores ínfimos no contestados por otros ni por la institución, que así arriesga su tradición crítica y plural, que es la del país como tal.