Haaretz, 06/06/24

La pulseada entre Israel y Hezbollah podría llevar a ambos al límite

El liderazgo militar israelí se esfuerza por demostrarle a Hezbollah el precio que implicaría una guerra total. La destrucción para el Líbano sería enorme, pero el daño que ésta puede causar en las ciudades del norte y del centro de Israel no se parece a nada que haya experimentado el país a manos de Hamas.
Por Amos Harel. Traducción: Kevin Ary Levin

Mientras Estados Unidos intensifica sus esfuerzos para alcanzar un acuerdo de liberación de rehenes por prisioneros y un alto el fuego entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza, las tensiones aumentan en la frontera norte de Israel. El intercambio de fuego entre Israel y Hezbollah ha aumentado en intensidad (y más notablemente, también lo ha hecho la conciencia pública sobre la gravedad de la situación). Israel ahora amenaza con un ataque extenso contra el Líbano si Hezbollah no detiene sus ataques.

Los enviados del gobierno estadounidense, que llegarán a la región en los próximos días con la esperanza de llegar a un acuerdo en Gaza, también se enfrentarán a intensos esfuerzos de pacificación con el Líbano. Las tensiones allí ya se acercan a los niveles alcanzados durante las primeras semanas de la guerra, en octubre del año pasado, cuando Hezbollah comenzó a atacar la Galilea y el gabinete consideraba lanzar un ataque preventivo.

Entre las muchas declaraciones de los últimos días, se destacan las del Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Herzl Halevi, durante su gira por el Comando Norte el martes. Halevi anunció que «las FDI están preparadas para un ataque» y que «nos acercamos al punto en el que habrá que tomar una decisión». Estos comentarios no parecían improvisados. Parece que algunos miembros del Estado Mayor, que ahora se encuentra en un punto bajo debido a las investigaciones por la guerra y los controvertidos nombramientos de altos cargos de Halevi, están identificando un posible punto de salida: en vez de mantenerse a flote en la trampa de Gaza, Israel asestará un golpe decisivo a Hezbollah y empezará a dictar el curso de los acontecimientos, impidiendo así que los acontecimientos dicten el futuro.

Al parecer, se piensa que sería posible demostrarle a Hezbollah la magnitud del precio que pagarían si ellos hacen estallar una guerra total, lo que provocaría que el líder de la organización, Hassan Nasrallah, pause y retroceda. El peligro, por supuesto, es que Israel no pueda controlar las llamas. Del otro lado hay una dirección experimentada que, a pesar de su radicalismo, no tiende a tomar medidas espontáneas. Es lógico pensar que Nasrallah también haya preparado sus ejercicios de guerra y esté preparado para escenarios de «incidentes y reacciones».

Las maniobras recíprocas de miedo, estando ya al borde del precipicio, podrían fácilmente empujar a ambas partes al abismo. No hay consuelo en la posible destrucción del Líbano. Sería enorme y a los libaneses les llevaría muchos años repararlo, pero a Israel tampoco le espera una realidad optimista. El daño que se causaría aquí, en las ciudades del norte y del centro del país, no se parecería a nada que hayamos experimentado a manos de Hamas.

Las FDI entrarían en un conflicto como este después de ocho meses de una guerra difícil en Gaza, que ha erosionado la capacidad, la resistencia, los recursos y el inventario militar. También surge la pregunta de si el acuerdo que se lograría al final de la guerra –suponiendo que las FDI realmente tengan la ventaja– no sería muy similar a lo que los estadounidenses y los franceses ya están ofreciendo ahora.

Mientras tanto, los iraníes han estado echando más leña al fuego. Después de que un funcionario de la Guardia Revolucionaria muriera la semana pasada en la ciudad siria de Alepo en un bombardeo atribuido a la fuerza aérea israelí, el comandante de la Guardia Revolucionaria anunció que «Israel debe esperar una respuesta».

A mediados de abril, tras el asesinato del comandante de la Fuerza Quds en Siria y Líbano, el general Mohammad Reza Zahedi (Hassan Mahdavi), Irán reaccionó con un ataque de más de 300 misiles balísticos, misiles de crucero y drones lanzados contra Israel. Los iraníes pretendían marcar una línea roja para Israel sobre el daño que se puede tolerar a su gente en la región. La pregunta es hasta qué punto querrán ahora transmitir el mismo mensaje.

En el fondo aguarda un problema estratégico más crítico: el estatus de Irán como «Estado umbral nuclear», lo que, según la Agencia Internacional de Energía Atómica, significa que está muy cerca de acumular una cantidad de uranio enriquecido suficiente para producir una bomba nuclear.

La preocupación estadounidense por una guerra regional, con el Líbano como foco, es mayor que la preocupación suscitada por la continuación de la guerra en la Franja de Gaza. La administración Biden está tratando de eliminar rápidamente ambos problemas de la agenda internacional, antes de que la campaña electoral presidencial entre en la etapa crucial previa a las elecciones del próximo noviembre. Es probable que un conflicto militar que incluya también a Irán haga que los precios del petróleo se disparen y perjudique el objetivo demócrata de presentar al presidente Joe Biden como quien ha rehabilitado la economía estadounidense.

Cinco días después del discurso de Biden, la respuesta oficial de Hamas a la propuesta que planteó para un acuerdo de liberación de rehenes, que se basaba en una propuesta israelí anterior, aún no ha llegado. Las señales que se acumulan indican que Hamas no tiene la intención de responder simplemente «sí».

Ibrahim Al Amin, editor del periódico libanés Al Akhbar, cercano a Hezbollah, escribió el miércoles que Hamas espera que la propuesta le sea presentada en un documento formulado con mayor precisión y que exige compromisos directos del primer ministro Benjamín Netanyahu de que mantendrá el alto el fuego. Esta demanda toca la principal preocupación de Hamas: que las negociaciones se estanquen después de la primera fase del acuerdo, en la que algunos de los rehenes serían liberados por razones humanitarias, y que Israel aproveche esto para reanudar los combates.

Mientras tanto, en la Franja, la 98ª División inició una nueva operación: asaltar dos campos de refugiados en el centro del enclave, Bureij y Deir al-Balah. El segundo es la ubicación del último regimiento de Hamas en la región, que según las FDI aún no ha sido desmantelado. Al mismo tiempo, la 162ª División continúa operando en la zona de Rafah. Pero en ambos casos, la terminología militar debe tratarse con cautela.

Aunque hay cuatro regimientos de Hamas en Rafah, no suelen chocar directamente con las fuerzas de las FDI y es probable que una parte considerable de sus tropas se hayan retirado de la ciudad. El progreso militar es relativamente lento, apenas toca el denso centro de Rafah e incluso ahora se estima que la operación terminará antes de fin de mes. Esta no es una acción sistemática para desmantelar las capacidades de Hamas hasta el último regimiento y lograr una victoria total. Más bien, es un movimiento limitado basado en el supuesto de que será seguido por futuras redadas.

El problema crítico de Jordania

Las medidas de Netanyahu recientemente han logrado enojar al importante socio estratégico de Israel, Jordania. Las relaciones del primer ministro con el rey Abdallah de Jordania han sido inestables y tensas durante años. Netanyahu se queja de las declaraciones antiisraelíes del rey sobre la cuestión palestina y los jordanos resienten el trato hostil que reciben de Netanyahu.

Pese a ello, los países mantienen su coordinación en materia de seguridad. Durante años, el ejército jordano ha estado impidiendo eficazmente el paso de terroristas y el contrabando masivo de armas, orquestado por Irán y Hezbollah, desde el reino hacia Cisjordania.

Cuando el ataque iraní con misiles y drones fue frustrado a mediados de abril, según los medios árabes, los jordanos desempeñaron un papel importante. Según se informa, los pilotos de combate y los sistemas de defensa aérea jordanos interceptaron docenas de lanzamientos hacia territorio israelí. Sin embargo, recientemente ha resurgido un viejo problema. Desde que se firmó el acuerdo de paz entre los dos a mediados de la década de 1990, Israel ha estado bombeando agua a Jordania desde el río Jordán. A veces, especialmente durante los veranos secos, los jordanos piden más agua y la reciben. Recientemente, Israel acordó reanudar el flujo de agua sólo durante seis meses, un período más corto que antes. Para los jordanos, éste es un problema crítico.

Debido a la continua guerra en Gaza y a las críticas jordanas sobre las acciones israelíes en la Franja, las relaciones entre los dos Estados son tensas. En septiembre se celebrarán elecciones en ambos parlamentos del reino y en la corte del rey se teme el surgimiento de un bloque islamista que presione hacia una postura parlamentaria radical en contra e Israel. Esto sucede en el momento en el que Israel ve con preocupación el aumento del contrabando de armas y necesita, más que nunca, mayor coordinación militar con los jordanos.

Foto de portada: Encuentro entre Netanyahu y el Rey Abdullah II de Jordania.