NS. Recuerdo que en la última entrevista que tuvimos sobre tu último libro algo me habías comentado sobre la intención de escribir sobre el tema AMIA. ¿Qué te motivo hacer este tema y cuánto tiempo te llevó hacerlo?
JS. Cuando escribí Los crímenes de Moisesville, mi libro de 2013, se tradujo al inglés y en 2022 salió una reseña en la revista australiana Time Literary Suplment escrita por Alberto Manguel. La nota la lee el editor y me llama para decirme que estaba obsesionado con el caso AMIA, que quería un trabajo sobre eso y que creía que yo era “la persona indicada para escribirla”.
En ese momento pensé que meterme en ese tema era un berenjenal. Fueron más de diez meses de trabajo en una revista en formato librito, así que terminó siendo una nota de 67 páginas y cuando la terminé en 2023 me dije: el año que viene se cumplen 30 años, voy a seguir y preparar un libro, cambiando un poco la estructura y centrándome en el primer mes, porque en ese tiempo pasó lo más importante.
NS. Las descripciones de los primeros relatos luego de la explosión fueron muy minuciosas, Es como si hubieses estado ahí en ese momento. La pregunta es si estuviste de casualidad ese día en el lugar o si no, cómo logras esa representación de esa realidad
JS. En ese momento tenía 13 años y estaba en mi casa de vacaciones de invierno viendo televisión. En un momento escuché el estruendo de la bomba y a lo largo de la tarde hablé con mis padres que me preguntaron si estaba bien y debatimos sobre ir a donar sangre, pero no fuimos al lugar del atentado.
Respecto a la reconstrucción minuciosa vino a partir de leer los diarios y revistas de la época, el expediente, las actas judiciales con los testimonios de los testigos que estuvieron ahí y las transcripciones taquigráficas de los juicios.
Me centré en los detalles, es lo que te hace achicar la mirada, como si estuvieses mirando el zapato que vuela por los aires y no solamente decir que hay un edificio demolido, es darle una textura más detallada al texto.
NS. Entiendo, por tus escritos, que una vez que te metiste en el tema te llegó a obsesionar. ¿Fue un sentimiento diferente al de otros libros?
Me obsesioné, pero no fue diferente a otros trabajos. En general siempre me pasa cuando escribo, desde notas largas hasta libros, porque me apasiona lo que hago, lo disfruto profundamente a nivel personal.
Un libro es un proceso circular que empieza con una idea, se corrobora, se confirma, se contradice en la investigación y se termina de afianzar o de corregir en la escritura. Es un proceso que va y viene y es muy interesante.
Y después, a nivel profesional, me fui dando cuenta con los años que cuando uno toma la palabra escrita y la hace pública tiene una responsabilidad para con la sociedad y quienes vayan a leerte, especialmente en un tema como este. Entiendo que puede sonar un poco grandilocuente pero no es así.
Es mi pequeño grano de arena para que la conversación pública sobre este tipo de asuntos sea compleja y no sea maniqueísta. No pensar solamente en buenos y malos, que es lo que hace el sensacionalismo, sino en grises, complejidades y cuestiones que requieren más atención y más cabeza para resolver.
Y el caso AMIA es demasiado complejo, demasiado gris, demasiado exigente para resolver. A tal punto que es prácticamente incómodo.
NS. Hay un concepto que tomaste de un miembro del Juzgado Nacional en los Criminal y Correccional Federal que te dijo que el caso AMIA destruye todo lo que toca, ¿a qué se refería? ¿Pensaste que te podía pasar los mismo?
JS. Esa persona se refería al destino del juez Galeano y al abogado principal de la AMIA, Miguel Bronfman, que publicó un libro de más de 800 páginas que se llama Informe de lo actuado causa AMIA en 1994-2015, que dice que “el expediente es un agujero negro que se lo come todo”. Creo que lo que Bronfman quiso decir es que en el expediente hay de todo y es como una jungla y un laberinto donde uno se pierde.

Pensé que eso me podía pasar a mí también; por eso traté de ser muy cauto en el uso de las palabras y en contrarrestar las versiones. A tal punto que creo que la historia de la causa AMIA es como una cadena donde cada eslabón tiene una cara A y una cara B, o sea tiene una respuesta B, a veces diametralmente opuesta para la misma pregunta.
Por lo tanto, traté de hacer ese equilibrio difícil entre tantas versiones y de hablar con la máxima cantidad de fuentes posibles.
Te agrego algo: creo que es un libro que no tiene una hipótesis personal mía definida, sino que lo que traté de hacer es abrir preguntas Y decir que el caso AMIA se aprecia más por el árbol que por el bosque, ¿no?
Como que uno puede ver ciertos episodios comprensibles, de tamaño humano, pero el general del caso es muy difícil de ver y de entender.
NS. En la primera parte de tu libro hay mucha investigación sobre la pista iraní, luego siria. De cualquier manera, después de haber trabajado el tema: ¿Por qué pensás que a Irán o a Siria les pudo haber interesado hacer dos atentados en un país de poca relevancia internacional, más allá del alineamiento de Argentina con Estados Unidos en ese momento?
JS. Argentina ofrecía condiciones óptimas para un atentado por sus fronteras permeables. Al hablar con los investigadores, ellos entienden que el atentado también es un mensaje para Estados Unidos e Israel, más allá de que las consecuencias hayan sido para nuestra sociedad.
Otro flanco débil es que este país, además, no pudo resolver -a partir de sus servicios de inteligencia- el atentado a la Embajada de Israel y había poca vigilancia sobre los objetivos judíos, como se vio en la puerta de la AMIA. Recordemos que allí había un patrullero (encima roto), y al momento del atentado había en el lugar un solo policía -que se salvó- y los otros estaban en el baño de un bar, algo que puede ser casualidad pero que es raro. Y otro factor es la gran comunidad judía que tiene este país.
También hay que tener en cuenta que el entonces presidente Carlos Menem estaba alineado con Estados Unidos, había enviado dos buques de guerra a la Guerra del Golfo y -según dicen algunos investigadores- había obtenido dinero de los países árabes para su primera campaña electoral, y no lo devolvió.
Otra de las cosas que tenía que hacer era cumplir con tres acuerdos que se habían formado con Irán, que venían de la etapa del expresidente Raúl Alfonsín. Se trataba de que Argentina le envíe científicos especializados en fabricar una planta nuclear, por lo cual los iraníes pagaron 15 millones de dólares por un contrato, luego 10 y 5 millones por otros dos. Y nuestro país canceló esos acuerdos por presión de Estados Unidos.
El material estaba preparado para partir en el puerto de Zarate-Campana, y se suspendió, y de hecho la sentencia de abril de la Cámara General de Casación Penal, que es la de Carlos Mahiques, dice que los atentados fueron una forma de presión para lograr que Argentina entregue su material, cosa que no se hizo.
Después apareció el misil Condor 2, un proyecto que se estaba desarrollando en el país desde los años 70, con posibilidades de cargar armas nucleares y bacteriológicas. Se lo iban a vender a Libia, pero nunca se terminó. En ese tema, hubo una escena en la Embajada de Libia en Belgrado, en la que estuvieron el líder libio Kadafi y Carlos Menem, y donde el libio le reprochó al presidente argentino cómo abandonó ese proyecto, y le dijo que para hacerle frente a los americanos hacen faltan armas. Esto lo cuenta el entonces canciller Domingo Cavallo en un libro de memorias que se llama El peso de la verdad. En definitiva, Menem incumple varias promesas con los países árabes.
NS. Vos le dedicaste mucha investigación también a Telleldín en este caso: ¿Te pareció verosímil que justo le hayan comprado un vehículo a él para hacer el atentado, teniendo en cuenta sus antecedentes en varios ilícitos?
JS. Respecto a Telleldín, es una persona rara, pero a la vez fue absuelta, porque siempre dijo “sí es cierto, vendí la Traffic, pero no les pregunté a los compradores para qué la querían y nunca que vendí un auto le pregunté a nadie para qué lo querían”. Con ese argumento fue absuelto por 12 jueces, es decir por 4 tribunales, no por 2 tribunales, y 2 tribunales superiores de apelación. Los vendedores de autos siempre tienen mala fama, pero fue absuelto por 12 jueces entre ellos 3 que escucharon a 1.200 testigos en el primer juicio. Poco importa lo que yo piense.
Respecto a que es medio raro que justo a él le hayan comprado la Traffic, el juez Galeano se preguntaba -en una de sus resoluciones- si no se buscó a propósito embarrar la causa comprando la Traffic a una persona como Telleldín, en vez de hacerlo en un negocio de autos usados, un poco más serio, como ocurrió con el atentado de la Embajada de Israel, en el cual la Ford F100 se compró en un negocio de autos usados de la calle Juan B. Justo.
El fallo de ahora, que salió en la tapa de los diarios, absuelve una vez más a Telleldín, y dice que se lo juzgó por su aspecto, por su historia y por ser el último que tuvo la camioneta, pero no hay mucho más para decir sobre él y, además, “indubio pro reo”[i] , la duda está en favor del acusado.
Lo que Galeano siempre ha dicho es que Telleldín sabe más de lo que dice y Telleldín me dijo, “estoy harto de esa frase”; entonces lo que sepa o lo que no sepa a esta altura queda en su mente.
NS. Cuando uno comienza a leer sobre el tema aparece lo que uno siente sobre lo que puede ser verosímil y que había que haber profundizado más. En mi caso es la información que das sobre un preso en la cárcel de Junín llamado Mario Agustín Aguilar Rizzi, un extorsionador, ex policía y ex agente de inteligencia que involucra al ex guerrillero Enrique Gorriarán Merlo en el atentado. Uno puede a priori decir que es otra de las tantas versiones; sin embargo, fue el que advirtió sobre el ataque al hijo del presidente Menem que finalmente sucedió. ¿Vos coincidís con esto?
JS. En el caso de Aguilar Ricci, según me dijeron Galeano y los fiscales Mullen y Barbaquia, que fueron quienes lo interrogaron, era muy charlatán y muy poco serio, aunque después es verdad lo que decís vos, eso de que advierte sobre lo de Carlitos Menem Jr. Es inapelable, así que no sé si coincido o no. Para serte honesto, este trabajo me dejó muchos no sé, y en el prólogo escribí la palabra quizás 96 veces, porque muchas aristas de este caso son medio inasibles.
En este libro hago una aclaración abre preguntas, que en todo caso trata de generar relaciones de diferentes cosas, pero nunca me propuse descubrir algo a esta altura y desde mi posición de periodista o de detective ciudadano sin más armas que la curiosidad y sin más intereses que contar una historia. Me propuse bucear en documentos, noticias, testimonios y demás historias que pueden ser terribles asombrosas o viceversa y a lo sumo que el lector decida.
NS. Y en tu caso, después de haber analizado mucho: ¿qué cosas te parecen más reales para profundizar?
JS. Creo que a esta altura sería muy interesante que los acusados libaneses e iraníes se sometan a un juicio acá en Argentina y que respondan a las preguntas de los fiscales. Es muy probable que nunca pase esto, pero sería interesantísimo y creo que finalmente conoceríamos la verdad, sea que esta gente fue la autora o sea que no, pero bueno, por ahora no va a pasar.
NS. Por último: ¿sentís como una especie de catarsis el haber escrito este libro?
JS. Mirá, no lo había pensado y ahora que me lo decís puedo decirte que sí, porque el libro está teniendo buena recepción y si hay algo que a mí me gusta cuando publicó una nota o un libro es aportar un granito de arena para que la sociedad pueda pensar nuestros temas argentinos. Tal vez suene soberbio, pero es nuestra tarea como periodistas.
[i] Indica que si el juez o tribunal tienen dudas sobre la culpabilidad de un acusado tras valorar las pruebas disponibles, la sentencia o decisión judicial debe favorecer al acusado.