El colectivo judío en Chile ha experimentado diversas repercusiones debido a los eventos iniciados el 7 de octubre del pasado año. Para entender la situación actual, es importante considerar que, según el último censo, aproximadamente 18 mil adultos en Chile se identifican como judíos, aunque no todos están vinculados a comunidades organizadas. La presencia organizada judía en el país se remonta al menos a 1906, con inmigrantes de Rusia, el Imperio Otomano, Medio Oriente, Europa Central, y otros países de América Latina como Argentina, Perú y Bolivia. A lo largo de su historia en Chile, el colectivo judío ha participado de forma activa en la política por intermedio de partidos y movimientos de todo el espectro político y ha sido parte integral de todos los procesos históricos del país desde al menos mediados del siglo XIX.
Manifestaciones preocupantes de antisemitismo
Una de las expresiones tradicionales de antisemitismo en Chile ha sido la vandalización de edificios comunitarios, especialmente sinagogas y cementerios. Ejemplos recientes incluyen ataques a la sinagoga más antigua de Santiago, Bikur Joilim, el 22 de diciembre de 2023 y el 4 de julio de este año. Similarmente, la sinagoga de la ciudad de Concepción fue vandalizada el 19 de octubre de 2023, pocos días después del ataque de Hamas.
El antisemitismo en Chile ha tomado formas más preocupantes recientemente, como la manifestación del 28 de marzo de 2024. Tras el anuncio de una actividad con la presencia de un soldado israelí, cerca de 50 personas, convocadas por uno de los colectivos pro palestinos, se reunieron primero afuera de una sinagoga y luego en el Estadio Israelita de Santiago, donde se realizó la actividad. En ambos lugares, se gritaron consignas sobre los sucesos en Gaza y se repitió la acusación de genocidio. Esta manifestación adquirió un tono claramente antisemita cuando los asistentes al Estadio, judíos y no judíos, fueron acusados de genocidas simplemente por entrar al lugar. En un caso extremo, a una mujer embarazada que se dirigía a un matrimonio le gritaron: “llevas un asesino genocida en tu vientre”.
Desde el 7 de octubre, Chile ha presenciado manifestaciones masivas contra Israel, en las que tropos y figuras antisemitas se repiten con frecuencia. Es crucial señalar que, aunque la actividad pro palestina y sus símbolos no son intrínsecamente antisemitas, el uso de ciertas frases y teorías de la conspiración, como las nociones de «poder judío» y el uso conspirativo de «sionistas» como sinónimo de judíos, sí lo son. La más reciente, el 5 de junio, incluyó no solo banderas y eslóganes en apoyo de Palestina, sino también carteles con frases como «no se llora un Holocausto para cometer otro», «Nazis=Sionistas», «El sionismo es la peor forma de racismo que conoce la humanidad», y la conocida «desde el río hasta el mar, Palestina vencerá».
La acusación de genocidio, actualmente en debate en la Corte Internacional de Justicia con el patrocinio de Sudáfrica y el apoyo del gobierno chileno, refleja una postura oficial que utiliza el lenguaje de la causa palestina para interpretar los eventos en el Medio Oriente, incluyendo el ataque del 7 de octubre. Esta perspectiva excluye a quienes se identifican como sionistas o cercanos a Israel de los espacios públicos y se aprecia una categorización excepcional de Israel, que según las definiciones de antisemitismo de Jerusalén y la IHRA, representa una crítica selectiva y desproporcionada en comparación con otros países que también cometen violaciones a los derechos humanos. Un ejemplo de exclusión se observa en la suspensión obligada del director israelí-argentino Yeruham Sharovsky, a quien se le solicitó “reprogramar” su participación dirigiendo la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, “considerando la tensión internacional”.
La falta de empatía del presidente Boric hacia la sensación de antisemitismo en Chile es particularmente inquietante. La periodista Patricia Politzer expresó esta ansiedad: «me preocupa la falta de empatía del presidente Boric con la comunidad judía, porque no calibra nuestro miedo» (El País, 22 junio 2024). Una manifestación adicional de esta exclusión es el retraso del presidente Boric en condenar categóricamente los ataques del 7 de octubre. Para un presidente activo en redes sociales como X (Twitter) y que suele difundir sus políticas y anuncios por esta vía, la demora de casi dos días fue notablemente ensordecedora. Este silencio se agrava con su renuencia a participar en conversaciones con los dirigentes judíos chilenos y su ausencia en el único acto oficial vinculado a la comunidad judía chilena, el encendido de vela de Janucá en diciembre de 2023 en La Moneda. Sin embargo, otros miembros del gobierno, como la ministra del Interior, el Canciller y el ministro de la Secretaría de Gobierno, sí han mantenido reuniones con los dirigentes judíos nacionales.
Desafíos por venir en educación superior y política electoral
Desde el 7 de octubre, el espacio universitario ha sido uno de los más afectados por manifestaciones de antisemitismo. En diversas universidades, se han llevado a cabo protestas exigiendo el cese de relaciones e intercambios académicos con Israel. Dos casos destacan por su forma e impacto: en la Universidad Metropolitana de Educación (UMCE), estudiantes llevaron a cabo una toma que no solo demandaba la ruptura de relaciones con el Instituto Gordon de Haifa, sino también el despido de dos profesoras “sionistas”, por sus vínculos con Israel. Este tipo de boicot, que afecta el sustento y expone públicamente a individuos específicos, es altamente preocupante. En la Universidad de Chile, el reclamo por cortar lazos con universidades israelíes derivó en un campamento al estilo norteamericano, con la particularidad de utilizar un sistema de identificación para permitir o negar la entrada al recinto universitario según la adhesión a la causa palestina. Además, de la bandera palestina de 40 x 30 metros en la fachada universitaria, se colocó un lienzo que mostraba caricatura de la rectora junto a Bibi Netanyahu en una situación íntima e impropia, denunciando 76 años de ocupación. Estas acciones reflejan un claro intento de eliminar a Israel como Estado y como hogar del pueblo judío.
No podemos pasar por alto alcalde Daniel Jadue, durante la presentación del libro El Sionismo, la ideología que extermina. En sus afirmaciones, Jadue sostuvo que para él existe una contradicción entre ser judío y de izquierda, acusando al sionismo de ser una ideología exterminadora. Además, agregó que: “ser judío parte de una concepción que tiene que ver con la concepción supremacista de ser parte de un pueblo elegido (…) no creéis en la igualdad de todos los seres humanos ante nada ¿no? Bueno, aquí estamos ante una ideología que yo creo que es lo más nazi que he visto en mi vida” (El mostrado, 2 de enero 2024). Estas palabras generaron rechazo e impugnaciones en varias personalidades y en las redes sociales, dado su influencia como ex candidato presidencial y actual alcalde de una de las comunas más importantes de Santiago. A pesar de la refutación general, incluso entre destacados militantes de su propio partido, Jadue no ha rectificado sus declaraciones. En 2020, el Centro Simón Wiesenthal ya había catalogado a Jadue como uno de los principales antisemitas a nivel mundial.
Nuevas formas de antisemitismo y sus implicaciones para Chile
En resumen, los judíos chilenos han experimentado diversas formas de antisemitismo desde el 7 de octubre, que incluyen la minimización o negación del sufrimiento de las víctimas de los ataques, la imposición de una única interpretación del conflicto palestino-israelí bajo amenaza de ser estigmatizados como genocidas, y el uso de la causa palestina para hostigar directamente a instituciones judías, así como incontables formas de hostilidad individual conforme a su situación social o laboral. Lamentablemente, estas acciones no han recibido condena pública ni del gobierno ni de la oposición chilena, dejando a la comunidad judía vulnerable y marginada en su propio país. Frente a esta realidad, es crucial recordar que el asesinato deliberado de civiles es incondicionalmente incorrecto, sin importar la historia del conflicto. No existe ningún “contexto” que justifique tales actos. La verdadera respuesta a estos desafíos debe ser la afirmación de nuestra humanidad compartida y la esperanza de una coexistencia pacífica en Medio Oriente, en Chile y en el mundo, reconociendo que todos tenemos dentro de nosotros la capacidad y la necesidad de vivir en conjunto y construir la paz.