La semana pasada se concatenó un éxito para la izquierda, cualquiera sean sus variantes, que no se producía hace añares: la victoria electoral en dos de las principales potencias europeas, como son Francia y Reino Unido. Mientras que el 4 de julio el partido Laborista se alzó con el triunfo en la nación insular del noroeste de Europa, el 7 de julio el Nuevo Frente Popular, que incluye varios partidos, se erigió como vencedor, a pesar de los pronósticos que vaticinaban una victoria por parte de la extrema derecha de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen y Jordan Bardella.
Si bien todavía falta el desenlace francés, podemos contabilizar que alguna expresión de izquierda gobierna las economías europeas. Pedro Sánchez en España, Olaf Scholz en Alemania, Keir Starmer el flamante primer ministro británico laborista, Mette Frederiksen en Dinamarca, Jonas Gahr Støre en Noruega, entre otros. No es un fenómeno que las formaciones socialdemócratas o laboristas gobiernen en Europa, pero con el auge de las derechas extremas y la derechización de los conservadurismos y liberalismos clásicos, la aparición de nacionalismos xenófobos y/o supremacistas, es un oasis en términos sociales y políticos, al menos, desde lo ideológico.
Las victorias electorales que abordaremos parecen, prima facie, diferentes en varios aspectos, pero con varias aristas similares. El sistema uninominal británico y el circunscripcional francés tienen la particularidad de que el candidato que más votos saca se queda con la banca por el distrito, con una diferencia que es la segunda vuelta si no se saca el 50% o más en Francia. Esta cuestión permitió al Laborismo en el Reino Unido sacar el 34% de los votos totales pero el 67% de las bancas; mientras que el Frente Popular sacó 9 millones de votos en primera vuelta y 2 millones de sufragios menos en la segunda vuelta, pese a esto, pudo obtener una mayoría absoluta de escaños en la Asamblea Francesa que lo catapulta para conducir desde los Campos Elíseos. A su vez, en ambos casos, la problemática migrante es una temática espinosa en la agenda y, cada cual a su manera, pudieron más que salvar el pescuezo sin ser parte directa de una agenda de minorías: priorizaron la nacionalización de la campaña y de los programas de gobierno.
Las similitudes continúan en los programas de gobierno. El enfoque en las viviendas sociales y populares es uno de los pilares en ambos programas junto a la migración a energías renovables, los fondos anticíclicos, nacionalizaciones varias -principalmente en términos energéticos y de transporte- y crédito accesible. Asimismo, se plantea generación de trabajo con derechos laborales ante la creciente regresividad en los ingresos, pero haciendo frente a las problemáticas regionales, como la creciente ola extranjerizadora de empresas de capitales nacionales, la incidencia de China y el sudeste asiático y su producción de explotación laboral compitiendo con producción nacional. Otro de los grandes puntos que tienen ambos en común es la progresividad tributaria, es decir, que quienes más tienen, más paguen, y eso incluye a las empresas y no a las familias, quienes se vieron afectadas por medidas de corte neoliberal de traslado de aumento de precios para mantener las ganancias extraordinarias.
Cuestionan la xenofobia, el racismo y la problemática de integración con hechos contundentes. Por ejemplo, Keir Starmer es abogado defensor de los derechos humanos, y como primera medida decidió derogar un acuerdo con Ruanda para la deportación de migrantes. Sumado a esto, erigió como canciller a David Lammy, un abogado que estudió en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres, que viene de familia de clase negra trabajadora de origen guyano y que ocupó diversos cargos en la administración pública en las gestiones laboristas de Tony Blair y Gordon Brown. No está demás resaltar que el líder del partido con más escaños del Frente Popular, Jean-Luc Mélenchon, nació en Tánger, Marruecos, y que fue uno de los primeros en pensar integralmente la temática de los inmigrantes en Francia. La derogación de las leyes de asilo de Macrón está dentro del programa del Frente Popular, así como generar condiciones para la equidad entre migrantes y ciudadanos plenos.
Perfiles de votantes de las derechas en estos territorios
Estas victorias no muestran como algunos afirman que se disolvieron las ultraderechas, sino que hubo una conciencia de otros grupos políticos en frenar una posible irreversibilidad del factor político. Parte de los votos del centro político en ambos países pasó para la izquierda mediante el apoyo a candidatos más del perfil socialdemócrata. En Francia, por ejemplo, los sectores de menores ingresos se inclinaron mayoritariamente por Le Pen al igual que aquellos con menor nivel de escolaridad, mientras que los de mayor educación fueron para la izquierda, hecho que se repite en Reino Unido. Parte de la pelea de los trabajadores de servicios está más presente en las campañas de la derecha extrema que en las de la izquierda y es un tema que reconsiderar.
A su vez, la bronca y la insatisfacción con sistema se fue a la derecha extrema, tanto hacia el lepenismo en Francia como hacia Reform UK, el expartido del Brexit, en Gran Bretaña, euroescéptico que logró el tercer escalón en cantidad de votos, por delante del centrista Liberals and Democrats (LibDems). La solución antieuropea y nacionalista está creciendo en los países de la Unión y las derechas tradicionales se están volcando, de forma desperfilada y con poco éxito, hacia esos esquemas, eminentemente racistas y hasta supremacistas. En ese sentido, no es casualidad que los católicos y los judíos se hayan inclinado mayoritariamente por la derecha, y los laicos y musulmanes lo hayan hecho por la izquierda, mostrando los focos de interés de tolerancia y soporte político de cada uno de estos sectores.
En ese aspecto, casualmente se vio una serie de sectores judíos afirmando que la victoria de las izquierdas sea perjudicial para ellos, sin recalar en que la mayoría de los candidatos a diputados antisemitas y antisionistas provenían justamente de los sectores ultraderechistas y ultraconservadores, sin esto excluir posicionamientos respecto a la situación entre Israel y Hamás y acerca de ciertos libelos de grupos de izquierda con relación al sionismo e Israel. A mediados de junio, Agrupación Nacional tuvo que quitar a cuatro candidatos por declaraciones públicas antisemitas o adhesiones a viejos antisemitas franceses.
Sin dudas, la izquierda tiene grandes desafíos hacia adelante y enamorar a sectores populares y volver a la política de masas es un gran deber. Hace falta la sinergia para centrarse en esto a nivel europeo para hacerle frente a las ultraderechas. Queda poco tiempo para estar separados, dijo Pedro Sánchez, presidente español. Y hay que hacerle caso.
Foto de portada: Keir Starmer, nuevo primer ministro británico.