Economía
Antes del 7 de octubre, el país venía sufriendo las consecuencias de la reforma judicial de Netanyahu y eso se había comenzado a traducir en incertidumbre que afectaba el horizonte económico de la actividad tecnológica. La guerra agregó incertidumbre debido a la movilización de la sociedad hacia los esfuerzos bélicos en el frente sur y el frente norte (Gaza y el norte de Israel). En el sur, hay muchas dificultades para retomar la actividad económica debido a que continúa el conflicto en Gaza. La llegada de voluntarios a los kibutzim afectados apenas representa un gesto de solidaridad más que una reactivación económica.
En el frente norte, la amenaza de los cohetes del Hezbolá ha llevado a que miles de personas se encuentren evacuadas. Esto afecta directamente la posibilidad de emprender la actividad económica de manera normal y habitual. Actividades como la turística o la vitivinícola han sido seriamente afectadas por la situación militar en la zona. De acuerdo a estimaciones del Banco de Israel, en noviembre del 2023, el costo del reclutamiento de soldados rondaba aproximadamente los 500 millones de dólares a la semana.
Es que el esfuerzo bélico implica una mayor inversión del Estado en áreas como la defensa. Asimismo, están los costos de ayudas a los ciudadanos que tuvieron que ser evacuados por el conflicto. De acuerdo a expresiones realizadas por el titular del Banco de Israel, Prof. Amir Yaron, realizadas en enero de este año, el costo de la guerra estaba estimado en 210 mil millones de shekels (aproximadamente 56 mil millones de dólares). Vale destacar que este pronóstico fue realizado pensando que habrá que agregar en los próximos años más inversión en la defensa y en la reconstrucción de las comunidades afectadas. Se anuncia la necesidad de realizar ajustes al presupuesto para hacer frente a la guerra.
Hay otro dato que es alarmante: el aumento del déficit fiscal. De acuerdo a datos brindados desde el Ministerio de Finanzas, el acumulado del déficit fiscal entre los meses de agosto 2023 con agosto 2024 es de 8,3%. Este dato se aleja de lo que preveía el ministerio dirigido por Betzalel Smotrich, de tener en el 2024 un déficit fiscal del 6,3%.
El costo social de la guerra
Detrás de los números, hay personas. Y son miles las personas afectadas por los acontecimientos. Es que la guerra ha trastornado la vida diaria de cientos de miles de israelíes y el desarrollo de la misma ha llevado a que muchos se pregunten si no es el momento de que ingresen muchos religiosos al Ejército. Resulta que mientras la mayoría del pueblo está involucrado en la guerra, hay sectores religiosos que parecen vivir en otra realidad paralela. Este asunto del reclutamiento de los “haredim” (ortodoxos) al Ejército no es nuevo pero lo que ha cambiado actualmente es la necesidad del Estado de reclutarlos. El escenario de una potencial guerra en varios frentes hace necesario el reclutamiento y eso deja en evidencia los privilegios que este sector social goza frente al resto de los judíos israelíes. De hecho, la Corte Suprema de Israel lo ha dejado claro en el mes de junio en un fallo histórico en el que usó la expresión “la carga de la inequidad” para justificar su decisión de dar el aval al reclutamiento de 3.000 religiosos “haredim”.
En el mes de julio de este año, los ortodoxos respondieron con manifestaciones en las calles y convocatorias de los rabinos a desobedecer los llamados del Ejército para el reclutamiento. Salían con carteles que decían “iremos a la cárcel pero no al ejército”. Un detalle no menor a tener en cuenta de este asunto: los partidos políticos que representan a este sector social poseen una cantidad de escaños que son claves para la estabilidad del gobierno de Netanyahu.
Salud
Mientras un sector de los religiosos se desvive por conservar sus privilegios, incluso cuando sus compatriotas están soportando la carga de la guerra, otro área donde la guerra hizo reflotar las deudas pendientes es el de la salud. Desde hace una década al menos que en Israel existe un gran problema para cubrir la cantidad de vacantes para enfermería. Entre la gran carga de trabajo, condiciones laborales que no siempre son las apropiadas y un sueldo que no necesariamente alcanza para motivar al personal en el ejercicio de su actividad, muchos buscan ejercer ese trabajo en el extranjero o directamente no estudiar la carrera de enfermería.

En el 2020, vino la pandemia al mundo entero y en Israel el asunto tomó un cariz más dramático debido a los desafíos que representaba para el sistema de salud. El sindicato de enfermeros denunció que antes de la pandemia al sistema de salud le faltaban 1.500 enfermeros para poder satisfacer la demanda. De acuerdo a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), en el 2021 Israel tenía 5,36 enfermeros por cada 1.000 habitantes. Un ratio inferior al de un país que habitualmente tiene problemas con su sistema sanitario como es España, que en ese mismo año contaba con 6,34 enfermeros por cada 1.000 personas. La realización de huelgas por parte de los enfermeros permitió visibilizar este problema durante la pandemia y obligó a las autoridades a estudiar la situación para tratar de dar una respuesta. Pero en lugar de venir soluciones, surgieron más problemas.
Es que la reforma judicial de Bibi y el ataque del 7 de octubre provocaron que este tema quede relegado en el orden de prioridades de la agenda pública. Algo que ya está teniendo consecuencias. Y no solo en el caso de los enfermeros.
La gran carga que ha implicado el 7 de octubre sobre la sociedad israelí en buena medida debe ser atendida por los médicos. Pero resulta que también hay faltante de médicos. El retiro de varios médicos de muchos años de antigüedad, la poca cantidad de instituciones educativas dedicadas a la formación de médicos y el empeoramiento de las condiciones laborales está provocando una caída en la cantidad de médicos disponible. En agosto del año pasado ya había salido una encuesta realizada por la organización Mirsham, en la cual un 38% de los residentes expresaban su voluntad de salir del país al finalizar su periodo. Incluso el propio Ministerio de Salud reconoce que el número de médicos es menor al promedio de los países de la OCDE. El sistema de salud israelí, aún con estos problemas resiste, pero cada día que pasa, el Gobierno le agrega nuevas dificultades a la realidad de los trabajadores del sector. Problemas que se extienden a otros integrantes de la sociedad.
Convivencia social
Antes del ataque del Hamas, la reforma judicial había dividido al pueblo. La primera división era entre los oficialistas y opositores a Netanyahu. Estas divisiones habían preocupado al Teniente General Herzi Halevi, Jefe del Tzahal, ya que el peligro de que se consumara un golpe que eliminara la naturaleza democrática del Estado hizo que muchos reservistas renuncien a integrar la fuerza, para no prestar servicios ante un régimen antidemocrático. La cohesión del Tzahal fue dañada de manera considerable por la reforma judicial de Netanyahu y con ésta, la capacidad de acción de la fuerza.
La reforma judicial sirvió para que detrás de este proyecto aparezcan en escena los autoritarismos del oficialismo, conducidos por la dupla de Ben Gvir y Smotrich. Sus discursos racistas y violentos han calado en parte del oficialismo y esto se está observando en la intervención del ministro Ben Gvir a la hora de desplazar a altos cargos de la policía que se caracterizaba por su profesionalismo. Ami Eshed, el comandante de la Policía para el distrito de Tel Aviv, anunció su renuncia al cargo en julio de 2023, después de sufrir presiones políticas por su oposición a hacer un uso desproporcionado de la fuerza frente a los manifestantes. Ben Gvir, desde el primer momento, está buscando convertir a la policía en un grupo de choque al servicio de su ideología extremista y atacando con dureza a los que se le oponen. Recordemos que Ben Gvir fue condenado en el pasado por pertenecer a la organización terrorista de ultraderecha Kach. El zorro cuidando el gallinero.
La violencia no solo se dirigió contra los opositores a la reforma judicial, sino que se trasladó contra las minorías. Es que ultraderechistas israelíes cometieron un pogrom contra los pobladores de la localidad palestina de Hawara en febrero de 2023. Este aberrante hecho mostró, como pocas veces, la existencia de una negligencia manifiesta por parte de algunas fuerzas de seguridad para imponer el orden cuando la violencia es generada por los extremistas israelíes. Esta doble vara es el reflejo de la fascistización de un sector de la sociedad israelí que prefiere descargar su sed de venganza a la lealtad a las normas y a las instituciones del Estado.
Este tema es uno de los asuntos que preocupa, y el propio Tzahal investiga acciones donde algunos de sus integrantes habrían violado las normas de conducta. Incluso es la propia institución militar la que ha detenido a algunos soldados por sospechas de haber participado en abusos contra los prisioneros palestinos detenidos en la base militar de Sde Teiman. A finales de julio, hubo un intento de copamiento de la base militar de Beit Lid realizado por militantes de ultraderecha (varios del partido de Ben Gvir) alentados por parlamentarios del oficialismo, copiando el estilo trumpista o bolsonarista de asalto a las instituciones. Sobre este asunto, el Presidente en funciones de la Corte Suprema de Israel, Uzi Vogelman afirmó lo siguiente: “proteger el estado de derecho, incluso en una guerra difícil, es la diferencia entre un Estado democrático que lucha por su existencia y un grupo terrorista que busca destruirlo”.
Este acontecimiento es un recordatorio de que hay enemigos del Estado de Israel al interior del gobierno conducido por Netanyahu.
El 7 de octubre de 2023 es un día que recordamos por los terribles sucesos ocurridos. Los ataques criminales por parte de los terroristas palestinos han conmocionado al pueblo y obligan a poner sobre la mesa los problemas existentes. No se llega al 7 de octubre de casualidad. Estos asuntos que hemos mencionado existían previamente al ataque terrorista del Hamas. Y los terroristas conocían bien estos problemas que sufría el país. Por esta razón, es necesario hacerse preguntas incomodas pero cruciales para el futuro.
¿Netanyahu no colaboró a debilitar al Tzahal previo al 7/10? ¿No es hora de que los ultraortodoxos dejen de esconderse en la religión y arrimen el hombro al esfuerzo que hace el pueblo de Israel? ¿Puede Netanyahu proveer seguridad a sus ciudadanos cuando su ministro de Seguridad Nacional fue condenado por terrorismo por la propia justicia israelí? ¿Puede un gobierno que ha fomentado tanto odio contra los opositores ser el garante de la soberanía israelí? ¿Puede haber un futuro próspero para el país con un liderazgo tan desgastado por su responsabilidad en el 7 de octubre? ¿No será el momento de cambiar de gobierno y barajar de nuevo con un liderazgo legitimado en las urnas? ¿No es hora de que Israel abandone las políticas de derecha que tanto daño le hicieron al país?