Introducción
Los Iamim Noraim, que van desde Rosh Hashaná (Año Nuevo en el calendario hebreo) hasta Iom Kipur (Día del Perdón), simbolizan en la tradición judía, una etapa de evaluación, introspección y reflexión.
Al momento de escribirse estas líneas, 101 personas: hombres, mujeres, jóvenes, niños y adultos continúan aún secuestrados en manos del Hamás, en las condiciones más precarias y crueles que pueden existir.
Seguramente este año, en la mayor parte de las mesas de celebración de las familias y comunidades judías del mundo de este Rosh Hashaná 5785/2024, estarán muy presentes los temas de la guerra y los enfrentamientos armados en Israel en todos sus frentes. En especial, estaremos recordando y pendientes del destino de los secuestrados en Gaza, al cumplirse un año de su cautiverio.
Por un lado, las marchas, manifestaciones, protestas y exigencias de liberación de los rehenes no cesan en gran parte de la sociedad israelí, junto al respaldo de muchas comunidades y organizaciones judías y no judías del mundo, que apoyan esta urgente demanda de liberación.
Por otro lado, el gobierno de Israel, empecinado en su slogan de «Victoria total» (que no se logrará) y en la continuación de una guerra (que desde hace meses se convirtió en un combate de desgaste sin un propósito claro), no está dispuesto a flexibilizarse y aceptar ciertas demandas del Hamás (difíciles de digerir, por su parte) para entablar una negociación seria y concreta para liberar a los sobrevivientes y recuperar los cuerpos de los secuestrados ya fallecidos.
¿Días de reflexión?
En estos días simbólicos de reflexión, me parece especialmente importante resaltar aquellos conceptos fundamentales de la cultura judía, humanistas y progresistas, de responsabilidad mutua, fraternidad y solidaridad. Estas nociones, tan relevantes hoy como en el pasado, misteriosamente han desaparecido del vocabulario de nuestros gobernantes. Casi todas sus expresiones referidas al tema están dedicadas a buscar culpas ajenas, responsabilizar a otros y desatar conflictos, que no hacen más que ahondar la grieta que se ha formado y extendido en la sociedad israelí en las últimas décadas, especialmente en los dos últimos años.
Este tipo de expresiones maniqueas van deshaciendo y carcomiendo el tejido social de responsabilidad mutua, solidaridad y empatía que se habían ido construyendo en la sociedad israelí en sus años de existencia.
Mi pregunta es qué clase de «Tshuva» (introspección) harán este año los miembros del Gobierno (a propósito, y paradójicamente, todos pertenecen a sectores religiosos más conservadores) cuando se sienten a la mesa a celebrar estos días festivos, que para muchos de nosotros lo serán en mucho menor medida y ni hablar para los secuestrados/as y sus familiares y cercanos.
Volviendo a las fuentes – Humanismo y Solidaridad por sobre todo.
En la actual época de reflexión profunda y elocuente, sugiero repasar las fuentes y valores más básicos de la cultura judía, que son los que realmente dan significado y relevancia a estos «tiempos especiales» que nos marca la tradición.
Propongo que, en estas festividades, nuestras bendiciones y deseos estén enfocados en cuatro valores y conceptos centrales de la cultura judía, preminentes hoy más que nunca:
- Kidush Hajaim/ la santidad de la vida y la santidad del tiempo
«Por lo tanto, el ser humano fue creado único, para enseñarnos que aquel que destruye un alma es como si hubiera destruido el mundo entero y aquel que salva un alma, es como si salvara al mundo entero”.
Mishná, Tratado Sanhedrín 4:5

Una de las grandes (y menos conocidas) transformaciones que aportaron la cultura y la religión judías a la humanidad, fue el cambio de paradigma en cuanto al concepto de «santidad». En las religiones antiguas que precedieron a la judía, se santificaban animales, estatuas, elementos de la naturaleza, lugares, etc. El judaísmo estableció un cambio paradigmático completamente revolucionario: comenzó a santificar algo abstracto, incorpóreo, intangible: el tiempo. A partir de su institucionalización, ya lo importante no era el objeto o lugar de adoración, sino la significación e importancia que le daba la nueva cosmovisión espiritual a «tiempos» especiales, sagrados, diferentes. Estos tiempos en el desarrollo histórico de nuestra cultura tomaron las formas de ceremonias, Shabat, Rosh Jodesh, Jaguim…
Este año, la santidad de la vida y la santidad del tiempo se unen en una sola: la vida de los secuestrados y secuestradas. La urgencia por su liberación no admite un minuto más de dilación…sus vidas están en peligro inminente.
- Pidion Shvuim (liberación/redención de cautivos)
«Cada momento que uno se demora en liberar a los cautivos, en los casos en que es posible acelerar su libertad, se considera equivalente a un asesinato.» Rab Yosef Karo. Shulján Aruj, Yore Dea
“El Talmud llama al Pidion Shvuim «Mitzvá raba»- un gran precepto, ya que el cautiverio se considera incluso peor que el hambre y la muerte”. Tratado Bava Batra, 8b
- Kol Israel arevim ze la ze (responsabilidad mutua)
Esto significa que es responsabilidad directa de todos y cada uno de nosotros velar y asegurar por la integridad del otro, dando de nuestra parte y los otros dando de la suya.
“Nadie puede delegar dicha responsabilidad en otros. Es tarea de cada ser humano pensar acerca de cuál es su responsabilidad en este mundo”. Talmud Babli, Sanhedrin 27,2
- Pikuaj Nefesh (preservación de la vida)
Es el principio en el judaísmo por el cual la preservación de la vida humana anula virtualmente cualquier otra regla: cuando la vida de una persona específica está en peligro, casi cualquier mandamiento se vuelve inaplicable.
El principio de Pikuaj Nefesh/de salvar una vida, tiene precedencia sobre prácticamente todas las demás mitzvot a cumplir.
En el Tratado Yoma 85b del Talmud Babli, se infiere de este versículo la interpretación de que hay que «vivir por ellos (el cumplimiento de los preceptos) y no morir por ellos».
Ningún principio, precepto o regla puede ser más importante que el tener a todos los secuestrados y secuestradas en casa ya.
A modo de conclusión (y para cerrar la grieta)
Entiendo que es tan grande la grieta que se formó en Israel entre ambos bandos que incluso cuando se escuche el sonido del Shofar, símbolo inequívoco de estas festividades, se interpretará de maneras muy distintas este año. Por un lado, algunos lo escucharán y entenderán como el grito desesperado y ahogado de los rehenes pidiendo por su liberación. Por el otro, los acólitos de la «Victoria total» lo entenderán como un llamado a continuar la guerra, a seguir combatiendo y sacrificando vidas (de los secuestrados/as y soldados) hasta el final.
Es mi más sincero deseo que el sonido del Shofar este año sea un llamado a la cordura, el entendimiento y la fraternidad.
Nunca en la historia del pueblo judío y del Estado de Israel, la bendición tradicional que se dice en estas ocasiones ha sido tan adecuada y precisa (desear que el próximo año sea mejor que el que pasó… ¿Podría ser peor?):
Tijle shana uclalotea tajel shana ubircotea
«Que termine el año con sus desgracias y comience un nuevo año con sus bendiciones…»
¡Que termine un año de cautiverio y sufrimiento y empiece un año de libertad y reencuentros!
¡Que termine un año con refugiados, desplazados e incertidumbre y comience un año de estabilidad, hogares seguros y tranquilidad!
¡Que termine un año de divisiones, grietas y enfrentamientos y comience un año de unidad, dialogo y entendimiento!
¡Que termine un año de violencia, guerra y destrucción y comience un año de paz y reconstrucción!