Cine. Transmitzvah

Judaísmo siglo XXI: entre la tradición y el cambio

En un contexto de fuerte ataque a la cultura y, en particular, al cine argentino reconocido y premiado mundialmente, celebramos el estreno de Transmitzvah. Se trata de una nueva película dirigida por Daniel Burman, que participó en la Selección Oficial del Festival de Cannes, Francia, y se estrenará en las salas de nuestro país el próximo mes de octubre. Producida por Oficina Burman, que forma parte de The Mediapro Studio, en este nuevo film lo judío se actualiza y se pone a tono con temáticas contemporáneas
Por Ana Wortman

Es innegable que el clima cultural emergente está marcado por la cuestión de género.  De esta manera, el título se apoya en el mundo de sensaciones imperante y coloca al judaísmo en el desafío de repensarse y acompañar a las subjetividades emergentes de la sociedad contemporánea.  Luego de ver la película nos preguntamos: ¿la identidad transexual es el eje de la historia? ¿O es un camino más, con formas del presente, para hablar de la búsqueda de la identidad? ¿Qué papel tienen los vínculos en la definición de la identidad? Este momento de la transición de la niñez a la adultez para formar parte de la comunidad judía constituye un momento decisivo para la tradición judía y el puntapié inicial para ahondar en diversas facetas de la construcción identitaria de un sujeto. Las celebraciones judías son fiesta, por eso son infaltables las escenas de gente bailando, y reflexión al mismo tiempo acerca de quiénes somos, cómo nos paramos frente a los otros, en relación a nuestro pasado y al futuro.

¿Desde donde el judaísmo puede abordar y resignificar sus preceptos y sus prácticas? El titulo alude a lo nuevo, pero como en otras películas de Burman, y como ocurre con el judaísmo, su existencia se define por la continuidad, las celebraciones y los rituales de la tradición.  Asi es como están siempre presentes en las películas, la cotidianeidad de una familia judía porteña comerciante que hace de su comercio su casa y su vida, en particular del barrio de Once.  En esas escenas de un tiempo que no pasa aparece una mirada costumbrista de lo judío, con toques de humor que invitan a la identificación y complicidad. Nos resultan familiares escenas de un barrio que históricamente fue ocupado por contingentes migratorios judíos, como el barrio de Once en CABA y presentes en películas anteriores como El abrazo partido y el El Rey del Once, por ejemplo.  El negocio familiar es el escenario de los diálogos, tensiones, tristezas y alegrías de la familia. Se trata de una familia con un buen pasar económico, dedicada a la venta de ropa para hombres y mujeres: un negocio encarado por el padre, a la vez que sostenido por la madre

En esta oportunidad, lo judío se actualiza, se pone a tono con temáticas contemporáneas. De esta manera, Burman concibe al judaísmo como un pensamiento y una práctica en constante movimiento. Es evidente que el desarrollo de la película gira en torno a la historia de un varón que se ve como mujer en el momento de pensar la ceremonia y la fiesta del Bar Mitzvah. En efecto, la película da cuenta del dilema que se le presenta a Rubén, el hijo menor de la familia Singman, varón de 13 años para quien se impone hacer el ritual correspondiente, quien a la vez aprovecha esta oportunidad para dar cuenta de su sexualidad trans ante sus padres y decir que no lo va a hacer. Como era de esperar, la develación es vivida como un fracaso, especialmente para el padre, quien toma conciencia que esta confesión da cuenta de un descubrimiento que no es nuevo por el modo fluido de vestirse como mujer. Así es como abandona su nombre, y comienza a llamarse Mummy. Paralelamente se despliegan otros conflictos y crisis al interior de la familia Singman.  Su hermano Eduardo se muestra perturbado, ya que está atravesando un divorcio, hablando consigo mismo acerca de cuál es la “mejor” manera de divorciarse: cuando y con qué frecuencia encontrarse con sus hijos, cuánta plata debe dejar a su pareja para la crianza, etc.

Dos décadas después nos encontramos con Mummy Singer cantante de idish trans, exitosa en España, quien frente a la tragedia de la enfermedad de su padre y su muerte inminente decide volver a Buenos Aires. En ese momento enuncia una frase sugestiva: “Buenos Aires, qué buen lugar para ser judío”. En la propuesta de Burman en torno a las diversas facetas que constituyen la identidad/identidades de su sujeto, la película presenta distintas situaciones. Asi es como nos encontramos con coreografías queer de los bailarines que acompañan las presentaciones de Mummy Singer, música klezmer bailada por observantes ortodoxos, reflexiones teóricas filosóficas, la niñez en Once jugando con los antecedentes de los teléfonos celulares -walkie takies-. Asimismo, la relación afectiva de Mummy con un psicoanalista le da un toque bien porteño, ya que en situaciones de conflicto como los que la atraviesan ante la enfermedad de su padre y la disyuntiva de volver a la Argentina, su pareja alude a conceptos de psicoanalista lacaniano y la acompaña en su búsqueda interior. 

A pesar de haber encontrado su identidad sexual y poder vivirla sin dificultades en Madrid, lo que la película destaca son dos cuestiones: una vinculada al propósito de Burman de desnaturalizar cierto tipo de abordaje estereotipado de la cuestión de género autorreferenciada, como si los conflictos subjetivos de las diversidades/homosexualidades siempre fueran consecuencia de la identidad sexual y las personas no tuvieran conflictos familiares, laborales. La segunda cuestión se refiere al vínculo con nuestro pasado.  Si en algún momento de nuestro devenir necesitamos cortar y empezar un camino distinto al planeado por la familia, para encontrarnos a nosotros mismos, también necesitamos religar, darle un lugar en la configuración de nuestra identidad: el pasado también nos constituye.  El regreso a su familia y su lugar de origen va en ese sentido. El/la protagonista siente intensamente que quedó algo sin definir y resolver: su batmitzvah.

Tambien en el regreso Mummy procura revincularse con su hermano.  Dos décadas después, su hermano se convierte en un verdadero compañero de aventuras y la acompaña en su objetivo de religar. Asi es como empieza a recorrer rabinos y rabinas y se siente una incomprendida.  En una circunstancia le sugieren que su camino está en algún discípulo de Abulafia, en Toledo y es allí que su hermano -en su afán de satisfacer el deseo de Ruben/Mummy- compra pasajes a España para reencontrarse con el misticismo del filósofo medieval aragonés que propone vivir el judaísmo como un viaje al interior.  Caminando por Toledo, ciudad que supo ser centro de la cultura judía sefaradí durante 700 años, los hermanos se reencuentran con un pensamiento judío muy peculiar el cual los habilita a transitar su interioridad, reencontrarse con su alma, a Eduardo encontrarse a sí mismo y a Mummy compartir su sueño con su hermano y así celebrar su Transmitzvah.

Estreno en salas de cine en Argentina: 10 de octubre de 2024