¡Hola! Nosotras somos Ana, Einat y Orian, bogeret de Hashomer Hatzair, y participamos de este espacio desde hace más de 7 años. Siempre fue nuestro sueño hacer el viaje de Shnat Hajshará, veíamos a los madrijim (educadores) irse y volver de otra forma, distintos, iluminados, y nosotras queríamos eso. Lo trabajamos mucho, pero llegó el 7 de octubre y junto con nuestra familia y amigos, se nos cayó el mundo abajo. Igual seguimos luchando por ese sueño, que finalmente fue mutando y cambiando por distintas razones, derivando en un nuevo proyecto: el de Hajshara. Es una reversión que involucra conocer nuestra tnuá (movimiento) por distintas partes de Europa e ir capacitándonos por y para ella.
Ninguna de nosotras había tenido la suerte de ir a Israel antes, aunque igualmente sentíamos la necesidad y responsabilidad de ir, el tiempo y de la forma en que pudiéramos, para poder ayudar. Sin embargo, no queríamos ir con un plan de viaje normal, sentíamos que no era responsable de nuestra parte sabiendo todo lo que estaba pasando. Entonces la tnuá nos ofreció la oportunidad de empezar nuestro nuevo viaje, sumando nuestro deseo de conocer a nuestra tnuá desde otros focos, junto con un voluntariado en Israel. Este último consistía en un programa que no se había hecho todavía: la idea era participar de una organización de asistencia social para chicos de escasos recursos en el barrio de Lod, un espacio étnico e inclusivo, y sin pensarlo mucho dijimos que sí.
Al viajar, pensamos encontrarnos con la Israel que nos habían contado toda la vida; la Israel alegre, feliz, la que baila y canta. Sin embargo, nos encontramos con un panorama muy distinto. Era una Israel melancólica, unida pero separada al mismo tiempo. Nos encontramos con una Israel que protesta por sus secuestrados y repudia al Estado entre lágrimas, a pesar de que al mismo tiempo no se deja ver débil y sigue intentando ser la Israel de antes.
Apenas llegamos a Israel vimos ese camino hacia la salida del aeropuerto con las fotos de todos los que faltan volver de Gaza con mensajitos y notitas de todos sus seres queridos.
Durante el viaje, pudimos ver de cerca los horrores del 7 de octubre y del festival nova. Participamos de las marchas de los sábados; visitamos el sitio donde fue el festival y el monumento que es hoy en día, un lugar de recuerdo y conmemoración a las víctimas; charlamos con familias de secuestrados, escuchamos sus terribles relatos, y como conclusión de la experiencia creemos que no hay mejores personas para escuchar en este momento que a ellas, que son quienes están transitando el peor momento de sus vidas. Lloramos, nos emocionamos al sentir la fuerza de esa gente, y pudimos entender todo el dolor que sentimos nosotras por todo lo sucedido; entender de verdad y de forma activa, política y sentimental nuestra conexión con este país en particular.
Ir al lugar donde ocurrió el festival y a unos kilómetros después a la especie de cementerio de autos que armaron después de ese terrible día fue muy movilizante y complicado de dimensionar. Recordamos ver muchas cosas a nuestro alrededor, notitas que dejaban en las fotos de las víctimas, jaialim (soldados) que iban a llorar amigos, recordamos patentemente a una jaielet (soldada) llorando por la pérdida de su amiga. Salimos las 3 muy movilizadas, tratando de expresar todo lo que habíamos sentido de alguna manera. Algunas la encontramos escribiendo, otras hablando, pero necesitábamos ponerlo en palabras para salir de ese lugar una sensación de fuerza y no de derrota.

Otro día fuimos a la plaza de los secuestrados donde pudimos ver de manera muy cruda lo que había ocurrido. Vimos esa mesa larga con todos los que faltan que vuelvan a casa. Por otro lado, había un piano qué había dejado la familia de un secuestrado, ya que a él le gustaba mucho tocar y la madre pedía que la gente que visitara esa plaza lo toque, como forma de reclamar su pronta vuelta a casa. Vimos un sector especial por kfir, lo que fue muy movilizador. Ese mismo día hablamos con la mamá de un joven que aún sigue en cautiverio, queríamos agradecerle y preguntarle cosas, pero no nos salían las palabras, no sabíamos cómo expresar todo lo que le queríamos decir. La vimos con una sensación de cansancio de su parte, ya es mucho tiempo pidiendo lo mismo. Pero a su vez no estaba dispuesta a bajar los brazos.
Otra experiencia que nos marcó completamente a nivel personal y grupal durante el viaje fue un Shabat abierto y comunitario del que participamos en Tel Aviv. Nunca habíamos visto algo de tal magnitud y polaridad; gente celebrando y al mismo tiempo lamentándose de una forma comunitaria todo lo que estaban viviendo, gente que ni se conocía se abrazaba y bailaba por una misma causa, gente completamente ajena compartiendo lágrimas y heridas, fue algo puramente conmocionante.
El voluntariado, una vivencia que nos llevamos en el corazón
Hablando más de nuestra experiencia en el voluntariado, fue realmente única a nivel personal y colectivo. En un primer momento fue muy emocionante reencontrarnos con nuestra kvutza (grupo) con el cuál originalmente íbamos a realizar el plan de Shnat Hagshará. Fuimos 3 javerim de Hashomer Brasil (una de las cuáles hacía Aliá finalizado el plan), una de Hashomer México y nosotras 3 de Hashomer Argentina. Fue muy conmocionante sentir que vivimos, aunque sea un pedacito de ese Shnat en Israel que tanto nos contaron y por el cuál tanto luchamos. Cada tanto, entre las risas en los micros y las sonrisas en las cenas nos sentíamos cómo si estuviéramos yendo a nuestro voluntariado en comuna o cenando en conjunto luego de una jornada de Majon. Activar de forma conjunta, y especialmente en kvutza, es lo más lindo y lo que creemos que más nos permite vivenciar este viaje de una forma acorde a nuestros ideales tnuatíes (del movimiento).
El primer día conocimos el espacio y nos presentaron a los coordinadores y conocimos el espacio en dónde se iban a desarrollar las actividades. El segundo nos empezamos a involucrar en las actividades, participando de un gran kermes donde pudimos conocer a los chicos, del cual surgió un gran intercambio cultural debido a que jugábamos con ellos sin nosotros saber hebreo y sin ellos saber español o inglés, por lo cual tuvimos que encontrar formas alternativas de comunicarnos, ya sean señas, canciones o risas. Algo muy lindo de ese día fue que los chicos tenían taller de capoeira en el colegio y estaban súper emocionados de que los brasileños estén allí para enseñarles. A su vez se nos acercaban constantemente a hablarnos de fútbol y nos decían que Messi es el mejor del mundo. Descubrimos que las palabras muchas veces terminan siendo el lenguaje más banal a la hora de comunicarse, y que enfrentarnos a descubrir nuevas formas de transmitir lo que pensamos o sentimos nos permite incluso generar conexiones más profundas.
El tercer día realizamos una especie de pequeña peulá (actividad) donde nos dividimos en 3 grupos, en los cuáles cada uno realizaba dinámicas para presentar un continente (Norteamérica, Latinoamérica y Europa) y acompañamos a los chicos en el aprendizaje de sus culturas, creencias y vida cotidiana. Aquí pudimos sentar las bases de lo mencionado anteriormente y profundizar en ellas.
Por último, al cuarto día tuvimos un cierre del voluntariado con otra kermes, compartiendo y riendo de las experiencias de los días pasados, despidiéndonos con abrazos, sonrisas y promesas de reencuentro. Finalmente cerramos el día recorriendo la ciudad junto con personas del voluntariado que residían allí y nos compartieron cómo era la realidad cotidiana de los chicos, las familias y el vecindario. Allí vivenciamos una Israel distinta a lo que habíamos visto y nos habían contado que existía, y creemos que un poco más real y profunda en muchos sentidos.
Somos madrijot (educadoras) desde hace varios años y hemos dado actividades a chicos de muchas edades, sin embargo, esa experiencia la llevamos en el corazón. Fue un intercambio y una experiencia muy fructífera; las ganas de poder comunicarnos con ellos a pesar de no tener ningún idioma en común, buscar alternativas y generar una conexión distinta con el janij (educando) es y fue hermoso.
Además del voluntariado participamos de diversas actividades durante esos días. Tuvimos charlas con la Hanaga Olami (Consejo General Mundial) de Hashomer Hatzair, dónde nos contaron cómo funciona el movimiento a nivel mundial y en Israel (ya que funcionan internamente como organismos separados). También tuvimos una charla con Shana, ex bogueret (integrante de mayor edad) de Hashomer París y miembro del partido político Les Democratim (anteriormente Meretz) quien actualmente dirige una iniciativa de activismo dentro del partido. Su historia nos inspiró para crear nuevos proyectos en nuestra tnuá local. Nos contó que participaba del tafkid (rol) de Rosh Política dentro de su Ken (sede) en un momento complicado de su país, haciendo que Hashomer esté a la altura de las circunstancias.
Además, tuvimos una clase con un profesor de Majon, quien nos habló del conflicto actual en Israel, profundizó en su complejidad y nos compartió su análisis sobre la situación del país previo y post 7 de octubre. En Lod también escuchamos el relato de una señora árabe israelí, quién nos compartió cómo veía ella la situación actual y cómo le afectó a nivel social. Contaba que se sentía en una dicotomía tanto a nivel práctico como emocional, ya que tenía a toda su familia en Gaza, pero a su vez no dejaba de repudiar el acto terrorista que ocurrió hace casi un año en manos de Hamas.

Durante nuestra estadía en Israel tuvimos la oportunidad de visitar Tel Aviv, Haifa, Yafo y Jerusalén. Fue hermoso ver en persona lo que nos habían mostrado por fotos toda nuestra vida y vivenciar el sentimiento sionista.
Sin duda de lo más impactante que pudimos vivenciar, que ya mencionamos al comienzo, fue participar a nivel kvuztatí (grupal) y con nuestro madrij (educador) de la manifestación que se realiza todos los sábados en reclamo a la vuelta de los secuestrados y en búsqueda de accionar por parte del Estado y las fuerzas de seguridad. Actualmente se divide en dos debido a la vuelta de los reclamos intensos en contra del accionar del gobierno de Netanyahu. Primero participamos del acto central, dónde hablan los familiares y se comparten las últimas noticias de la semana, y luego fuimos a la manifestación propiamente dicha. Ahí nos encontramos con un Israel enojado, cosa que no conocíamos ya que no es tan visible en la diáspora. Vimos dolor y desesperación, pero también vimos unión y esperanza. Vimos gente que probablemente ni se conocía abrazándose y acompañándose, unidos por la lucha colectiva. Ese día habló la nieta de un secuestrado que habían encontrado fallecido unos días atrás, y sin duda fue de las cosas más fuertes que nos tocó escuchar. Podíamos notar la desesperación y la desilusión que sentía, la decepción y enojo para con el Gobierno, cómo nombraba al primer ministro con todas las letras reclamando la situación que le estaba tocando vivir y pidiendo nuevamente la liberación de su tío, quién aún continuaba secuestrado, esperando para que tenga otro final que su abuelo. Sentimos que no se habla tanto de esto, de lo que realmente quiere y reclama el pueblo en las calles.
En esta primera parte del viaje pudimos poner en práctica nuestro ideal sionista y sentirnos cómodas de hablar del judaísmo, del sionismo o de Israel en voz alta, cosa que hace mucho no nos pasaba. Israel se quedó en una parte de nuestro corazón y se va a quedar para siempre. Sin duda, encontramos lo que buscábamos, pero de una forma más realista y genuina.
Queremos volver, y seguir buscando espacios de activismo y voluntariado ya que sentimos que es son fundamentales y nos permiten aportar nuestro granito de arena en contra de la terrible situación que está sucediendo.
Recordamos que antes de irnos del ken nos hicieron una despedida, y escribiendo esto se nos vino a la cabeza algo que nos dijo nuestra madrijá (educadora) antes de irnos: “hagan que el viaje valga tanto como el esfuerzo que le pusieron”, y sin duda creemos que está siendo así, ya que haber empezado por Israel y vivirlo de la forma en la que lo hicimos hizo la diferencia a nivel personal y colectivo como personas que buscan constantemente acercarse a sus ideales políticos y ser sujetos constantes de cambio y activismo social.
Ahora somos más sionistas, ahora podemos hablar con argumentos basados directamente de vivencias y experiencias. Israel tiene algo especial, único. Es imposible entrar al país y no salir distinto; es como una casa, que muchas veces necesita reestructuración o que está un poco desordenada o peleada pero la cuál, al fin y al cabo, sigue siendo nuestro hogar.
Esta fue la primera vez que se realizó un plan con estas características, tanto el voluntariado de mano de la tnuá como las otras vivencias que atravesamos. Realmente esperamos que esto se repita, es una oportunidad muy significativa para poder conocer Israel y ayudar, poniendo en práctica todo lo que creemos y todo a lo que le ponemos tanto amor y energía.
Por último, queríamos cerrar compartiendo una reflexión que tuvimos a partir de una frase que nos marcó mucho de la canción “sajki, sajki”. Si bien algunos ya la conocíamos, nuestro madrij Rafa nos las mostró en el seminario que tuvimos post Israel (también junto con la tnuá) en Sofía, Bulgaria. La frase que nos quedó en la cabeza fue «ríete, ríete de los sueños sobre los cuales yo, el soñador, hablo. Ríete porque en el ser humano creo, porque todavía creo en ti». Consideramos que habla de la resiliencia y la capacidad que tiene el pueblo judío de volver a levantarse una y otra vez. No perder la esperanza de poder vivir en un país en paz.
Y como dice el Hatikva “Mientras en lo profundo del corazón palpite un alma judía, Y dirigiéndose hacia el Oriente un ojo aviste a Sion, no se habrá perdido nuestra esperanza, la esperanza de dos mil años, de ser un pueblo libre en la tierra de Israel».
Am Israel Jai
Jazak Ve’ematz