El domingo 24 de noviembre a las 20:25 todo un país estaba comentando y especulando como serían los resultados que darían las encuestadoras a los 5 minutos. Tanto en las cercanías del hotel frente a la rambla donde estaba ubicado el bunker del Frente Amplio así como en la zona donde se encontraban los dirigentes del oficialismo sobre Bulevar Artigas, habían militantes y afiliados esperando con cautela. Es que en la previa a las elecciones, algunas encuestadoras habían dado una ventaja solo de 1 punto para Yamandú Orsi (FA) contra la candidatura de Álvaro Delgado (coalición oficialista). Sin embargo, esas especulaciones se acabaron de manera puntual a las 20:30 cuando los medios de comunicación pudieron informar con total contundencia que el nuevo presidente era Orsi. Las miles de personas congregadas frente a la rambla comenzaron a ondear banderas y a celebrar de manera instantánea. Muchos que estaban esperando los resultados se dirigieron de manera acelerada hacia la rambla para expresar su felicidad porque el Frente volvía al gobierno después de 5 años. Es especialmente meritorio este logro ya que tiene varios ingredientes que le dan un sabor especial y que rompen con distintas ideas que fuera del Uruguay están bien instaladas.
La popularidad del presidente no se trasladó al gobierno
El gobierno de Lacalle Pou fue derrotado a pesar de los índices de aceptación de la opinión pública de la figura del Presidente. Este es un dato que llamó poderosamente la atención de los medios internacionales que miraban con sorpresa cómo no se trasladaba la popularidad del Presidente a la gestión gubernamental. El pueblo supo determinar con claridad que el problema no era el Presidente sino el gobierno. Hábilmente, Lacalle Pou logró despegarse de los numerosos casos de corrupción (y con alguna ayudita de una ex fiscal que en realidad era militante de su partido). No obstante, su gobierno se caracterizó por una combinación de concentración de la riqueza en menos manos, más ajuste para los trabajadores, corrupción desvergonzada y un notorio aumento de la inseguridad por avance del narcotráfico. Su gobierno fue el reprobado por la sociedad.
La reconstrucción del aparato del FA
La reconstrucción del músculo político frenteamplista tuvo en su inspiración el accionar de Fernando Pereira (Presidente del Frente Amplio) y la dirección de la fuerza política. Las iniciativas basadas en “El Frente Te Escucha” rindieron sus frutos con creces en muchos lugares del interior donde la izquierda logró interpretar lo que necesitaban los ciudadanos. Por primera vez obtuvieron resultados positivos en departamentos que toda la vida fueron considerados “blancos” como en Tacuarembó o Durazno. La cantidad de militantes y afiliados participando de la campaña electoral se incrementó de manera notable y lograron construir una sensación de victoria en las filas opositoras al gobierno. A esto hay que agregar el enorme esfuerzo realizado por la fuerza política para financiar los pasajes de miles de uruguayos residentes en Argentina y Brasil que se saben en su gran mayoría son votantes frenteamplistas. Incluso el gobierno de Lacalle Pou trató de detener la llegada de uruguayos que viajaran por aplicaciones o por taxis al impedir el ingreso de vehículos de ese tipo. Sin embargo, como diría un viejo poema de la escritora uruguaya Idea Vilariño:
“De todas partes vienen
sangre y coraje,
para salvar su suelo,
los orientales”
Los jóvenes apoyaron a la izquierda
Los jóvenes y las mujeres se han volcado masivamente en apoyo a la izquierda. Estos dos sectores sociales marcan que el Frente sigue siendo capaz de retener la mayoría de los votos de los jóvenes a contra sentido de lo que está sucediendo en el resto del mundo. Además, consiguieron que más mujeres se volcaran a apoyar a la izquierda cuando hasta hace algunas décadas eran un público que era mucho más conservador. En ciertos sectores de la juventud, todavía existe el recuerdo de que fueron los gobiernos del Frente los que permitieron a muchos acceder a computadoras con conectividad que cambió la forma de aprender en la escuela (el famoso Plan Ceibal).
Los límites del relato libertario
Los admiradores de Milei en el Uruguay no llegaron a los 500 votos necesarios para participar de la primera vuelta en octubre. Es muy difícil decirle a la población del Uruguay que vaya contra el Estado cuando en muchos sitios del país, es el Estado un empleador fundamental. De hecho, la extrema derecha en Uruguay se parecía más a la brasilera que posee un carácter más militarista. Aun así, buena parte de los antiguos votantes de este partido se volcaron con claridad por apoyar a Yamandú Orsi. Este dato es un elemento fundamental para comprender la pérdida de votos del gobierno y el aumento de los votos del FA. Muchos policías de a pie consideran que el gobierno fracasó en su lucha contra la inseguridad y muchos soldados de a pie consideran que con los actuales salarios no alcanzan para llegar a fin de mes.

La cercanía con el pueblo
El Uruguay es un país donde por momentos da la sensación de que hay menos distancia entre los dirigentes y las bases. En la izquierda esto es mucho más pronunciado y los ciudadanos de a pie a menudo conocen en qué zona y de qué manera viven los dirigentes. De hecho, es habitual que los propios dirigentes vayan de a pie a convencer a los ciudadanos como si fueran militantes de base. Cualquier intento de acusar a la izquierda de corrupta choca con la realidad de que los ciudadanos de a pie conocen como viven los dirigentes de izquierda y cómo se manejan en la vida. A menudo desde el exterior, se tiene al Pepe Mujica como una figura de la austeridad en el modo de vida. Pero esa austeridad no se queda solo en el Pepe, sino que se traslada a gran parte de la izquierda que considera que para representar a sus bases deben vivir como ellos. Como decía uno de las figuras históricas del comunismo uruguayo, Rodney Arismendi, “No somos una secta ni un grupo escogido de conspiradores, nacemos de la clase obrera y del pueblo”. En definitiva, predicar con el ejemplo es un gran antídoto para derrotar los discursos de descalificación que las fuerzas reaccionarias realizan sobre las izquierdas.
La fuerza de la unidad
El Frente Amplio es un ejemplo único en el mundo porque es capaz de comportarse como coalición y movimiento al mismo tiempo que puede unir a la izquierda en casi todas sus vertientes bajo una misma bandera. Hay espacios para los que solo votan al FA, hay espacios para los que solo militan en el FA y hay espacios para los que además de militar en el FA, militan en cada uno de los grupos políticos que conforman este frente. Esto se notó en la campaña con los carteles con el slogan “El Frente es Amplio” y esto se expresó con claridad en el camino al ballotage, cuando Orsi logró la adhesión de diferentes dirigentes y militantes de los partidos del oficialismo que estaban descontentos con la propuesta de Álvaro Delgado. La amplitud del Frente contrastó con la pérdida de identidad que los socios de la coalición de gobierno sufrieron bajo el gobierno de Lacalle Pou. Es vox populi que miles de votantes del Partido Colorado en la segunda vuelta no votaron al candidato que era apoyado por su partido. El caso más claro fue el de la ex vice canciller del actual gobierno, Carolina Ache Batlle (sobrina nieta del ex presidente Jorge Batlle), la cual expresó antes de la segunda vuelta que “Justamente como colorada también soy republicana y creo en el Estado de derecho” para argumentar su posición.
La convivencia democrática
Como afirmamos anteriormente, hay menos distancia entre los dirigentes y las bases. Pero también hay convivencia entre los que piensan distinto. En el medio de la campaña, el senador electo por el Partido Colorado Pedro Bordaberry se encontró en la calle con Yamandú Orsi y se saludaron. Entre los que repartían volantes en las calles también existe una interacción social positiva. Y el discurso de Orsi reconociendo la labor de la otra parte del país que no lo votó ha dejado en claro que nadie tiene la verdad revelada y que se puede aprender del oponente. Esto es importante porque es un freno al avance de los discursos violentos y autoritarios que los neofascismos como en Argentina aplican. En el Uruguay, no está gustando el estilo de hacer política basado en la confrontación personal y las descalificaciones hacia el que piensa diferente.
La elección del candidato
Yamandú Orsi es una persona que viene de haber gestionado casi 10 años la Intendencia de Canelones y casi otros 10 años más trabajando en la misma bajo el ala del primer intendente canario del Frente Amplio, Dr. Marcos Carambula. Canelones en buena medida representa una versión en pequeño del Uruguay ya que contiene localidades que representan en buena medida la diversidad del país. Su capacidad para dialogar con dirigentes de otros sectores políticos y su comprensión del interior uruguayo le ha dado una ventaja decisiva en la segunda vuelta. Hace 5 años, el FA había perdido las elecciones en buena medida por la pérdida de votos en el interior. Esta vez, la elección de Orsi pareció ser la respuesta a la sociedad de parte del FA. Finalmente, el Frente escuchó y aprendió la lección de hace 5 años.
Estamos viviendo tiempos donde la política está basada en candidatos inventados por los medios o las redes sociales, de discursos violentos, donde las mentiras se diseminan como noticias falsas. Uruguay le planta cara y rechaza esos estilos. El Frente Amplio enseña que en el siglo XXI es posible para una fuerza progresista ganar elecciones apelando a los argumentos, a la militancia de a pie, recorriendo calle a calle y casa por casa. El contacto personal entre los dirigentes con los ciudadanos de a pie ha sido una piedra angular de la victoria ya que desde ese lugar es que la izquierda inició la reconstrucción de su fuerza política. Con un candidato elegido por la gente en primarias y con una renovación del liderazgo que ha lavado la cara al FA de cara a los nuevos y desafiantes contextos que se vienen en el mundo. En momentos donde hay países que sufren estragos por los neofascismos, Uruguay envía vientos de esperanza a una región que la necesita.