Janucá en el Talmud: la Voz de los Derrotados

La lectura talmúdica no solo reinterpreta los eventos de Janucá, sino que cuestiona implícitamente la noción misma de una narrativa histórica "verdadera" o "definitiva". Cada generación encuentra en Janucá nuevos significados que responden a los desafíos de su tiempo y que en la actual contemporaneidad adquieren un sentido especial.
Por Rodrigo “Afro” Remenik

La ausencia de los Libros de los Macabeos en el Tanaj hebreo representa uno de los ejemplos más interesantes de cómo se construye la memoria histórica. Los 4 textos, escritos originalmente en hebreo y griego durante el siglo II AEC y I DEC, quedaron excluidos del canon judío (aunque sí entraron en el canon católico) por razones que van más allá de lo meramente cronológico. Si bien su composición tardía, posterior al período considerado de profecía activa, jugó un papel importante, la decisión refleja también complejas dinámicas de poder y autoridad en la formación del canon bíblico. Los rabinos del período talmúdico, escribiendo bajo el dominio romano y después de la destrucción del Templo, se encontraron en la posición de tener que narrar una antigua victoria mientras vivían una derrota presente. Su respuesta fue revolucionaria: transformaron una historia de triunfo militar en una narrativa de resistencia espiritual, subvirtiendo la máxima de que «la historia la escriben los vencedores».

Foucault argumentaría siglos después que todo discurso histórico está inevitablemente atravesado por el Poder. El Janucá del Talmud nos muestra como un discurso distinto se abre curso también en situaciones de falta de poder. La decisión de los rabinos de minimizar la victoria macabea en favor del milagro del aceite puede verse como un ejemplo temprano de lo que Derrida llamaría «deconstrucción»: la lectura talmúdica no solo reinterpreta los eventos sino que cuestiona implícitamente la noción misma de una narrativa histórica «verdadera» o «definitiva». Esta reinterpretación no fue solo una elección teológica, sino una estrategia de supervivencia: ¿cómo mantener la esperanza cuando el poder militar ha fallado?

El Talmud (Shabat 21b) inicia su discusión sobre la festividad con una pregunta aparentemente simple pero profundamente significativa: «Mai Janucá?» («¿Qué es Janucá?»). La respuesta, en lugar de narrar la épica histórica de la revuelta macabea contra el imperio seléucida o describir la heroica lucha por la libertad política, se centra casi exclusivamente en el milagro del aceite. La pequeña vasija que arde más allá de lo esperado refleja la voz de los derrotados que encuentran poder en lo aparentemente insignificante.

El silencio sobre los aspectos militares es ensordecedor y significativo. Los rabinos, que escribían bajo ocupación romana, no podían -ni querían- glorificar una revuelta exitosa contra un imperio. En cambio, construyeron una narrativa donde la victoria reside en la persistencia de la luz en medio de la oscuridad. Este silencio, particularmente notable considerando la documentación en los Libros de los Macabeos, refleja tanto una necesidad política como una profunda reorientación teológica.

El Talmud dedica considerable atención a los aspectos prácticos de la celebración. La famosa disputa entre las escuelas de Hillel y Shamai sobre la forma correcta de encender las velas ejemplifica el tipo de discusiones que el texto considera fundamentales. Mientras Beit Shamai sostenía que se debe comenzar con ocho velas e ir disminuyendo, Beit Hillel argumentaba que se debe comenzar con una y aumentar cada noche. La prevalencia de la opinión de Hillel, que seguimos hasta hoy, se fundamenta en el principio de «ma’alin bakodesh ve’ein moridin» (en asuntos de santidad, aumentamos y no disminuimos). Esta discusión, aparentemente técnica, revela una profunda comprensión de cómo los rituales construyen y transmiten significado.

Un concepto central en la discusión talmúdica es el de «pirsumei nisa» -la obligación de publicitar el milagro»-. La colocación de la januquiá en un lugar visible se convierte en un acto de resistencia pacífica: una declaración de que la identidad y la esperanza persisten incluso bajo el dominio imperial. No es mera observancia ritual sino declaración pública de identidad en tiempos de opresión.

Esta estrategia de transformar una derrota militar en victoria espiritual encuentra paralelos en otras culturas derrotadas. En el caso inca, después de la conquista española, la narrativa del Taki Onqoy (la «enfermedad del baile») en el siglo XVI representa un ejemplo fascinante. Este movimiento reinterpretó la catástrofe de la conquista como una batalla espiritual donde las huacas (deidades andinas) regresarían para vencer al dios cristiano.

De manera similar, los esclavos africanos en América desarrollaron narrativas espirituales de resistencia a través del sincretismo religioso. En el candomblé brasileño y la santería cubana, los orixás y santos africanos se «escondieron» detrás de santos católicos, permitiendo la preservación de tradiciones ancestrales bajo la apariencia de conformidad religiosa. Como la januquiá visible desde la calle, estas prácticas representaban una forma de «pirsumei nisa», la publicidad de la resistencia espiritual bajo el disfraz de la aceptación del orden dominante.

La  chispa de esperanza en el presente

La lectura talmúdica de Janucá se mantiene relevante en la actualidad. En el actual contexto israelí donde se glorifica el poder militar, el énfasis talmúdico en el milagro del aceite nos invita a considerar otras formas de victoria y resistencia: la persistencia de la identidad cultural en un mundo globalizado, la importancia de la educación y la transmisión de valores, el poder de los pequeños actos de rebeldía y la capacidad de encontrar esperanza en momentos de oscuridad.

La transmisión y reinterpretación de la historia de Janucá nos invita a reflexionar sobre cómo las comunidades construyen y reconstruyen su memoria histórica en respuesta a las necesidades del presente. Este proceso dinámico de reinterpretación, lejos de ser una distorsión de la «verdad histórica», constituye en sí mismo un acto de creación de significado que mantiene viva y relevante la tradición. En palabras de Walter Benjamin, cada generación debe reescribir la historia, no para descubrir «lo que realmente sucedió», sino para mantener viva la chispa de esperanza en el presente.

La brevedad y selectividad del texto talmúdico, lejos de ser una limitación, se ha convertido en una invitación permanente a continuar este proceso de interpretación y búsqueda de significado. Cada generación encuentra en Janucá nuevos significados que responden a los desafíos de su tiempo, demostrando cómo una tradición viva mantiene su relevancia a través de la reinterpretación constante. Este proceso continuo de reinterpretación y creación de significado no solo mantiene viva la memoria histórica sino que también nos permite encontrar en antiguas narrativas respuestas a preguntas contemporáneas, iluminando así no solo nuestro pasado sino también nuestro presente y futuro.