Chrismukkah, Navidad 2024 mestiza con Jánuca 5785

Numerosos judíos y cristianos de la diáspora acaban de celebrar Chrismukkah, la Navidad 2024 mestizada con Jánuca 5785. Pero esta sinergia interreligiosa viene desapareciendo en Israel desde hace tiempo, y no solo por la interminable y atroz guerra en Gaza. Muchos, muchísimos, son quienes en estos días de Jánuca buscan consuelo en el mensaje nacionalista, patriótico y beligerante de las guerras de los macabeos, en lugar de volver a contemplar el milagro de las luminarias de Jánuca.
Por Leonardo Senkman, desde Jerusalén

Este año Navidad y Jánuca están solapadas en el calendario de diciembre y no sorprende que la cultura pop norteamericana celebre el Chrismukkah más que en otros años. El arbolito navideño mestizado con el candelabro judío es más popular que nunca en la cultura interreligiosa de Estados Unidos. El drama televisivo The O.C popularizó en diciembre de 2003 el Chrismukkah a través de Seth Cohen, el personaje criado en un hogar interreligioso con padre judío y madre protestante. Numerosos hogares judíos mixtos latinoamericanos también vienen celebrando Navidad como festividad secular, cuyo espíritu irradia confianza, confraternidad y convivencia en paz, sin necesidad de participar en la misa de gallo.

Tal espíritu dejó de bendecir a la Israel de hoy, una sociedad civil fracturada por una guerra a la que el gobierno se niega a poner fin. En el violento clima bélico, priman el odio y la desconfianza no solo para celebrar Chrismukkah: también para festejar la fiesta de las luminarias.

Si hace un año, a dos meses de la masacre del 7/10, la revuelta heroica de los Macabeos inspiraba a los israelíes humillados a luchar y no perder la esperanza de vencer a Hamás y sus aliados, en Jánuca 2024 aún 101 rehenes están cautivos en Gaza. Pese a haber asestado una letal desolación a la población gazatí, Tzahal aún no logra una victoria total al cabo de 15 meses de avasalladora invasión vengativa. Pareciera que en estos festivos días de Jánuca los israelíes prefieren inspirarse en aquellos sangrientos siete años de las guerras macabeas (167 a.C.-160 a.C.) contra el Imperio seléucida a insuflarse con las luminarias liberadoras de la fe y la vida espiritual judía.

Es una conclusión plausible del fascinante diálogo reciente entre el Dr. Daniel Hartman y el Dr. Tomer Pérsico del Instituto Shalom Hartman de Jerusalén. Ambos intelectuales religiosos reflexionaron sobre los límites del poder y dilemas de la victoria de los macabeos al cabo de su larga guerra de guerrillas contra las legiones de Antioco IV Epifanes de Siria: «A nuestros Sabios judíos Jazal no les gustan mucho las victorias militares. Tienen reservas a la hora de caracterizar su desenlace final, y éste es un motivo recurrente en todo el Talmud», dijo Pérsico, admirando la audacia de aquellos sabios que restaron importancia a la victoria militar macabea; en cambio, reservaron la palabra «milagro» no para el triunfo en el campo de batalla, sino para lo que Pérsico describió como «el aceite que se quemaba tan lentamente en la jarra que consiguió lograr iluminar hasta ocho días».

Inmediatamente advirtió sobre lo que más lo aflige en Jánuca 5785: «La pregunta debería ser: ¿cuándo se pone un límite al poder? El año pasado celebramos el heroísmo que vimos el siete de octubre. Este año siento que estamos en una encrucijada. Aquí hay una mezcla de luces y sombras. (…) Mucho darán gracias en este Jánuca por las victorias que Israel ha logrado, pero también estamos todavía en la oscuridad, en el sentido más simple de los oscuros túneles en los que nuestros rehenes todavía están secuestrados» (“Jánuca, luces y sombras”, Shalom Hartman Institute, 25/12/24).

Este diálogo sobre la celebración de Jánuca en el segundo año, cuando aún siguen 101 israelíes cautivos en Gaza, tiene su precedente no menos luminoso en las reflexiones de diciembre 2023del rabino Jason Klein, chaplain en el campus de Brown University: “Cuanto más aprendo sobre la Jánuca histórica de hace 2200 años, menos la imagino como una guerra entre ‘nosotros’ y ‘ellos’, entre ‘el valiente Judá Macabeo’ y ‘el malvado rey Antíoco’. Pero los ‘extraños’ forasteros en esta historia eran, en su mayoría. otros judíos helenizados contra los cuales lucharon los Macabeos, lo que provocó una guerra civil. Aunque nuestras oraciones asocian a los Macabeos con una dinastía Asmonea victoriosa, el liderazgo que establecieron estaría asociado con la consolidación del poder y su corrupción, apenas en pocas generaciones”.

Efectivamente, el monarca y sumo sacerdote Alejandro Janneo (125 a. C.-76 a. C.) fue un tirano que conquistó y convirtió al judaísmo los territorios vecinos, expandiendo el reino Asmoneo hasta su mayor extensión.

La tradición rabínica ha minimizado el papel de los macabeos, según el rabino Daniel Levine. Entonces,Jason Klein se pregunta:¿qué significa realmente “ganar” a largo plazo, cuando “nosotros contra ellos” no es una descripción suficiente?Klein nos recuerda que, a diferencia de la festividad paralela de Purim, no existe la obligación de contar la historia de Janucá palabra por palabra, como ocurre con la lectura pública de la Meguilá, el Rollo de Ester, en la ceremonia de Purim. Pero, aunque no sea obligatorio contar la historia de Janucá -tampoco escuchar el shofar nicontar la historia del Éxodo- el rabino Jason Klein concluye su drasha recordando que las luminarias“son símbolos del alma humana y que, a medida que aumentamos su luz cada noche, hallamosel momento no solo para contar nuestras historias de Jánucá, sino también para escuchar las historias de los demás” (Rabbi Jason Klein, “How I’m thinking about Hanukkah when Israel is at war – and campus tensions are high”, JTA,7/12/23).

El drama televisivo The O.C popularizó en diciembre de 2003 el Chrismukkah a través de Seth Cohen, el personaje criado en un hogar interreligioso con padre judío y madre protestante.

Lamentablemente, a las élites intelectuales de la Israel de hoy, en guerra, no les interesa escuchar las historias de los otros: el etnocentrismo y la estulticia soberbia están cegando la lucidez de la otrora sensatez política que caracterizaba el sionismo histórico de Moshé Sharet, Haim Weitzman y Nahum Goldman. Peor aún: un arrogante triunfalismo procura prolongar los éxitos de la inteligencia militar en el escenario internacional de países europeos amigos de Israel, pero muy críticos de la política de su gabinete de guerra. Un ejemplo es el ensayista Gol Kalev, quien cree oportuno incluso publicar en The Jerusalem Post el primer día de Jánuca un ataque contra Europa, basado en su reciente libro The Assault on Judaism: The Existential Threat is Coming from the West, un presumido ensayo que procura comparar el actual aislamiento de Israel con el enfrentamiento de la aislada y rebelde Judea de los macabeos contra el mundo social e intelectual heleno: “A diferencia de las Jánuca anteriores, en que se trataba de apreciar nuestra herencia y agradecer a Dios por nuestra improbable supervivencia, la Jánuca de este año trata de elaborar estrategias de defensa y orar por nuestra supervivencia, ya que un nuevo ataque letal contra el judaísmo proviene, una vez más, desde Occidente y está expandiéndose a un ritmo alarmante. A lo largo de la historia, los ataques europeos al judaísmo han tenido un componente tanto físico como ideológico. (…) Los acontecimientos marcados por Jánuca fueron el estandarte de ese asalto ideológico: los griegos no solo estaban interesados ​​en la tierra, los impuestos y la esclavitud de la población local, sino también en negar la idea del judaísmo. De manera similar, hoy nos encontramos en medio de un intento a gran escala de negar la idea del judaísmo a través de la negación del concepto del Estado judío y del sionismo”.

El demagógico discurso de Gol Kalev se hace eco de la cada vez más extensa corriente de opinión pública, dentro y fuera de Israel, que rechaza las críticas del derecho internacional y sus varias instituciones mundiales, ignorando orgullosamente el aislacionismo creciente del Estado judío en el concierto de las naciones. Por el contrario, al invocar la guerra de los macabeos, Kalev reivindica la desobediencia de Israel a esas inculpaciones contra el estado “paria”, tal como ha sido alertado por un reconocido senador del Congreso de EE. UU.: “La nación judía es un paria al que se opone el resto del mundo”. No solo eso, cree se deben tomar medidas para ayudar a los judíos a dejar de ser ese paria. El mensaje del senador norteamericano es claro, entonces y ahora: “¡Los judíos deben obedecer! Si dejan de ser parias, se piensa, todo estará bien, en la Judea del siglo II a.C. y en la Judea del siglo XXI. Pero los judíos no obedecieron. La festividad de Jánuca conmemora esta desobediencia judía”, sentencia el desafiante Kalev. (Gol Kalev, “Hanukkah Part II: The continuation of the fight to negate Judaism as an idea”, Jerusalem Post 25/12/24).

Posdata

Numerosos judíos y cristianos de la diáspora acaban de celebrar Chrismukkah, la Navidad 2024mestizada con Jánuca 5785. Pero esta sinergia interreligiosa hace tiempo viene desapareciendo en Israel, y no solo por la interminable y atroz guerra en Gaza. El conflicto con los palestinos nos desalienta -desde hace muchos años atrás- de participar con varios amigos judíos de las misas navideñas en Beit Lehem, ‘la Casa del Pan’ (Belén), donde nació el niño judío Yeoshua. Sin dudas, desde la masacre de Hamás el 7/10, la mutua desconfianza interétnica se disparó sideralmente con la matanza de civiles, una política bélica de hambre, sed, saqueos y humillaciones de Tzahal en Gaza que liquidó completamente la sinergia interreligiosa.

En esta apagada Navidad no oigo a cristianos de Jerusalén entonar la bella canción tradicional El espíritu de Dios está en este lugar: “El espíritu de Dios se mueve en este lugar. Está aquí para consolar, está aquí para liberar”. Y los judíos, muchos, muchísimos, son quienes en estos días de Jánuca buscan consuelo en el mensaje nacionalista, patriótico y beligerante de las guerras de los macabeos en vez de volver a contemplar el milagro de las luminarias de Jánuca. Pareciera que la guerra ha deshumanizado a estos descreídos de toda esperanza no blindada, hasta el extremo de desconfiar de la luz de la menorá que ven sus ojos, y aún más de los rayitos de luz que parpadean las propuestas de acuerdos de alto el fuego que rechazan.

En el citado diálogo con Hartman, Pérsico no comprende cómo la guerra en curso consiguió incluso trastocar en este Jánuca a los campos adversarios de israelíes laicos y religiosos : “Mientras los sionistas laicos se maravillaban antes de la historia de heroísmo de los macabeos , sus descendientes hoy exigen no sólo seguridad, sino también poner fin a la guerra y el regreso de los secuestrados; contrariamente, son los belicistas sionistas religiosos ultranacionalistas hoy quienes se perciben como los supuestos sucesores de los Sabios que celebraban, no las victorias militares macabeas, sino el milagro de la luz de Jánuca. En cambio, son los sionistas religiosos de Ben Gvir precisamente quienes exigen continuar luchando hasta la victoria total, sin importarles los rehenes”.

Harman le contestó con una inflexión que deslinda la memoria de la historia, la cual comparto completamente: “No somos prisioneros de una sola historia”, dijo Hartman. “Heredamos historias cuyas memorias nos moldean, pero también tenemos que elegir qué historias queremos contar”.