Haaretz, 14/01/25

El costo del acuerdo de liberación de rehenes es alto pero inevitable

Después de hablar sobre la "victoria total" durante meses, Netanyahu cedió bajo la presión de Trump. El acuerdo en discusión significa que Israel renunciará a su objetivo de eliminar el régimen de Hamas, dejando al grupo terrorista libre para afianzar su posición en la sociedad palestina, pero no hay otra opción: para los rehenes y soldados que están siendo asesinados en Gaza sin razón, ya no queda más tiempo.
Por Amos Harel. Traducción: Kevin Ary Levin

Las negociaciones para el acuerdo de rehenes parecen dirigirse hacia una conclusión positiva, según lo observado a última hora del lunes por la noche. Bajo una fuerte presión de EE.UU., Israel cruzó lo que identificaba previamente como líneas rojas, y ahora está listo para anunciar un acuerdo, incluso antes de que Donald Trump jure como presidente de Estados Unidos la próxima semana.

Sin embargo, como es habitual, hay reservas. La primera es que el primer ministro, Benjamín Netanyahu, aún podría dar marcha atrás, como ha sucedido muchas veces antes en la historia de las negociaciones. La segunda es que, a pesar de la señal positiva, aún no se ha dado una respuesta final de Hamas, en particular del líder de la organización en el sur de Gaza, Mohammed Sinwar.

Suponiendo de manera razonable que se llegará a un acuerdo, el factor crítico es el “efecto Trump”. El presidente entrante tiene mucho más poder de influencia sobre Netanyahu y los mediadores egipcios y cataríes que el presidente saliente, Joe Biden. El mejor ejemplo de la influencia de Trump fue la inusual reunión de Shabat por la mañana, en la que el primer ministro recibió al enviado especial para el Medio Oriente del presidente entrante, Steven Witkoff. El enviado le explicó a su anfitrión sin rodeos que Trump esperaba que aceptara un acuerdo. Elementos que Netanyahu había calificado como cuestiones de vida o muerte de repente desaparecieron. ¿Alguien recuerda a esta altura cuando Netanyahu declaró que mantener el Corredor de Filadelfia bajo posesión israelí era “una necesidad existencial”?

Pero también vale la pena no olvidar los cambios tectónicos, tanto políticos como estratégicos, que están ocurriendo. Netanyahu aceptó en mayo pasado, bajo presión de Biden, una propuesta que incluía la retirada gradual pero completa de las tropas israelíes de la Franja de Gaza, el fin de la guerra y la liberación de un gran número de prisioneros palestinos. Después, retrocedió usando el Corredor de Filadelfia como excusa. En los meses siguientes, planteó más obstáculos. En su defensa, Hamas también causó problemas.

Durante esos meses, al menos ocho rehenes murieron, dos por bombas israelíes y seis asesinados por Hamas. Otros 122 soldados israelíes fueron muertos, un tercio de ellos en el asalto a Jabalya y Beit Hanún que comenzó el octubre pasado.

Hay sin duda valor en continuar golpeando a Hamas, pero la organización no ha sido derrotada y la victoria completa no está esperando a la vuelta de la esquina. La afirmación de Netanyahu de que solo la presión militar llevará a la liberación de rehenes -un planteo que a veces fue respaldado por los altos mandos de las FDI- ha demostrado ser infundado.

Y ahora, el primer ministro está cediendo. Si no hubiera tanto en juego, uno podría observar con alegría la crisis de fe que están experimentando sus seguidores, según vemos en su aparato de propaganda. Se ven obligados a elegir si alinearse con los nuevos argumentos que plantean desde el gobierno (no hemos renunciado; el acuerdo es parte de un arreglo estratégico más grande y valioso) o, en contraste, permanecer fieles a la línea que estaban tomando hace solo dos días, que presentaba cualquier compromiso como un peligro crítico para la seguridad de Israel.

No se me ocurre ningún error de cálculo mayor, fuera del terrible fracaso de inteligencia del 7 de octubre, que la alegría que sintieron los colonos y la derecha israelí cuando Trump ganó las elecciones. No es que Trump no nos quiera, es sólo que tiene otros intereses. Busca seguramente un gran acuerdo con Arabia Saudita, incluyendo la normalización de las relaciones israelí-saudíes; un nuevo acuerdo nuclear con Irán; y un Premio Nobel de la Paz. Empieza a surgir de manera incómoda la sospecha de que todos estos objetivos son más importantes para él que el sueño de la derecha israelí de volver a construir asentamientos judíos en el norte de Gaza o anexar Cisjordania.

Vale la pena tener en cuenta un punto débil del acuerdo en discusión, que es su organización de acuerdo a dos fases. Según lo previsto, las negociaciones en torno a la segunda fase deberían comenzar el día 16 después de que se firme, mientras todavía se implementa la primera fase. El miedo comprensible de las familias de los rehenes es que estas conversaciones fallen, y que los únicos rehenes que regresen sean los de la primera “fase humanitaria”: es decir, mujeres, hombres mayores, enfermos y heridos. Soldados y jóvenes permanecerían de esta forma cautivos en Gaza posiblemente por mucho tiempo, siendo utilizados como una póliza de seguro para la vida de los dirigentes de Hamas.

Netanyahu se reunió con Steve Witkoff, enviado de Donald Trump.

Tal vez Trump piense que es capaz de “arrinconar” a Netanyahu. Una vez completada la primera fase, el primer ministro estará sometido a una enorme presión para liberar a los rehenes que permanecen con vida y recibir los cuerpos de los fallecidos a través de un acuerdo.

Como parte del acuerdo que ahora se está concretando, Israel tendrá que tomar otras decisiones difíciles. Como se sospechaba de antemano, no se asegurará la eliminación del régimen de Hamas, a pesar de las promesas que hicieron Netanyahu y sus ministros del gabinete. La necesidad de salvar las vidas de unos 50 rehenes antes de que mueran en los túneles significa renunciar al segundo objetivo declarado de la guerra.

Sin duda, Hamas explotará la liberación de grandes números de prisioneros palestinos para mejorar su estatus con el público palestino, tanto en Gaza como en Cisjordania. Una retirada israelí del Corredor de Netzarim (que atraviesa Gaza por la mitad) y de parte del Corredor de Filadelfia (entre Egipto y Gaza) en la primera etapa limitará el control de las FDI sobre Gaza. El acuerdo no asegura ningún tipo de control israelí real sobre el retorno de palestinos al norte de Gaza.

Todas estas concesiones no solo fueron impuestas sobre Israel por Trump, sino que también se están realizando para comenzar el proceso de traer a casa a los rehenes, tanto vivos como muertos. Este es un precio pesado, pero inevitable. Dicho esto, nadie puede ignorar lo que ocurrió en la guerra, un gran daño a Hamas, a su liderazgo político y militar, a su infraestructura militar y la destrucción masiva de Gaza, que será recordada por los palestinos durante generaciones como el precio colectivo que pagaron por el terrible crimen de la masacre del 7 de octubre.

Para el futuro, en el escenario más optimista, aguarda una calma a largo plazo en Gaza, junto con el esfuerzo internacional de reconstrucción que las potencias petroleras del Golfo financiarán a cambio de que Hamas renuncie al control del territorio. La Autoridad Palestina, a pesar de todos sus problemas, será un socio en los nuevos arreglos de gobierno de Gaza. Esto podría ser parte de un nuevo arreglo más ambicioso para el Medio Oriente que Trump imagina, incluyendo los planes de normalización con los saudíes.

No está claro aún a qué ritmo avanzará el próximo gobierno estadounidense con esta visión, y si este plan ya llegó a un nivel de desarrollo suficiente. Pero si Netanyahu ve a Israel como parte del plan, tendrá dificultades para mantener su coalición en su forma actual por mucho tiempo más. Actualmente, sus socios de extrema derecha, Betzalel Smotrich e Itamar Ben-Gvir, se oponen públicamente al acuerdo de liberación de rehenes, pero no prometen renunciar al gobierno por esta causa.

A largo plazo, si la administración Trump avanza con un plan enfocado en la región, podría tener enormes consecuencias para el sistema político israelí. Netanyahu tendrá que decidir si convocar a elecciones o aliarse con el centro político y romper su duradera alianza con los extremistas de derecha. Incluso tendrá que decidir qué pasará con su juicio: ¿una admisión de culpabilidad a cambio de una condena más leve?

La hemorragia se extiende

Todo lo anterior es una visión a futuro. Mientras tanto, hasta que se firme un acuerdo, Israel está desangrándose en Gaza. El lunes, cinco soldados pertenecientes al Batallón de Reconocimiento de la Brigada Nahal cayeron en Beit Hanún en el norte de Gaza. Otros ocho resultaron gravemente heridos. Probablemente fueron víctimas de un error operativo que causó una explosión del lado israelí. Como resultado, el número de soldados caídos en la zona ha aumentado a 15 en menos de una semana. El tiempo se está agotando, y no sólo para los rehenes. Los soldados también están muriendo sin ninguna razón clara como parte de la operación prolongada en el norte de Gaza.

El gran número de muertes en Beit Hanún rápidamente provocó críticas de los medios de comunicación alineados con el gobierno. Nuevamente acusaron al liderazgo militar de debilidad. Se dijo que las operaciones basadas en la incursión de fuerzas relativamente pequeñas operando desde dentro del territorio palestino son ineficaces. El hecho es que Hamas continúa causando bajas en las fuerzas israelíes.

Puede ser que estas tácticas sean realmente inapropiadas. Pero, en respuesta, los líderes del ejército dicen que reforzar las tropas en Gaza depende en última instancia de la disponibilidad de soldados. Fue el liderazgo político quien instruyó al Estado Mayor reducir el número de reservistas en servicio activo a 50.000 para ahorrar costos. El ejército dice que incluso los actuales 70.000 reservistas que tiene no son suficientes, en un contexto en el que se ve obligado a desplegar tropas de manera simultánea en el sur del Líbano, en la frontera siria, en Gaza y en Cisjordania.

Si las negociaciones sobre un acuerdo de rehenes finalmente fracasan, probablemente se abrirá un debate público acalorado sobre el valor de retener el territorio del norte de Gaza. La extrema derecha está buscando soluciones, como establecer un gobierno militar en la zona y emplear empresas extranjeras para distribuir alimento a los palestinos. El ejército advierte que esa iniciativa fracasará, y que terminará en que las tropas se hagan cargo, lo cual llevará a la muerte de soldados mientras reparten harina a civiles palestinos.

En la práctica, a pesar de las pesadas pérdidas sufridas por Hamas, está claro que la operación no ha producido resultados decisivos. La lucha en Jabalia ha disminuido, pero se estima que quedan docenas de terroristas activos en la zona. En Beit Hanún se encuentra activa una cantidad similar, que ya causó pérdidas relativamente pesadas para las fuerzas israelíes. Aparentemente, los terroristas están usando túneles que aún no han sido encontrados, aprovechando alimentos y recursos que Hamas almacenó en la ciudad en ruinas hace meses.