Nacido el 17 de diciembre de 1957 en Teheran, Abolghasem Mesbahi estudió teología en la celebre universidad de Quom. En febrero de 1979, a punto de convertirse en imam, lo pescó la revolución islámica liderada por el ayatolla Jomeini, quien lo designó jefe del campo de detención de Dschamschidieh, cerca de Teherán, reservado para los responsables militares de la dictadura depuesta del Sha Reza Pahlevi. Pero aquella función fue temporaria. En agosto de 1979, Mesbahi es nombrado número dos de la embajada en París, a cargo de las tareas de inteligencia. Expulsado de Francia en 1984 por su labor de espionaje, retorna pocas semanas después a Alemania en sus nuevas funciones de coordinador de los servicios secretos en Europa Occidental, bajo las ordenes directas del primer ministro, Hussein Musawi. Para dotarse de una cobertura e infiltrar a los sectores de la oposición iraní, Mesbahi se inscribe en la Universidad de Ginebra para hacer un doctorado en ciencias políticas con el renombrado profesor Jean Ziegler, actual relator especial de la ONU para la alimentación. En virtud de lo ocurrido en Francia y del tenor de sus actividades, en uno de sus pasajes por el aeropuerto de Ginebra a principio de 1987 es interrogado por Leon Jobé, oficial de policía, con quien forja un acuerdo: a cambio que lo dejen circular libremente, promete por escrito que no emprendería actos terroristas en Suiza.
La VEVAK
Entre septiembre y octubre de 1985, la cúpula de los mollah había convocado a unos 40 de sus dirigentes para poner en marcha la VEVAK, equivalente de la CIA en Irán. Mesbahi participa de la comisión de fundación y se enrola en una de las dos corrientes que se disputan el control, la que plantea limitar las diligencias a la colecta y análisis de información. Sin embargo, sus adversarios vinculados a los Pasdaran (guardianes de la Revolución) imponen una estrategia que abarca también la ejecución de opositores en el exterior y perpetrar atentados, ubicando en la jefatura a Ali Fallahijan, quien con el tiempo se convertirá en Ministro de los Servicios de Información y Asuntos de Seguridad, famoso a raíz los pedidos de captura internacional lanzados en su contra desde Alemania y Argentina por haber presuntamente ordenado las dos operaciones de castigo más espectaculares del régimen: liquidar en Berlín a la conducción de los independentistas kurdos de Irán, el 17 de septiembre de 1992, y aniquilar la Asociación de Mutuales Israelitas Argentinas (AMIA), el 18 de julio de 1994 (86 muertos y 120 heridos).
Mesbahi cuenta que abandona la VEVAK en febrero de 1986 y consigue un puesto en el ministerio de relaciones exteriores, de donde -en marzo de 1987- lo rescata el presidente del parlamento, Hashemi Rafsanjani, quien lo mandata como negociador con Alemania, Francia y Estados Unidos para la liberación de rehenes en El Líbano, secuestros instigados por Irán y realizados por el Hezbolla. La mayoría de las tratativas se llevan a cabo desde Ginebra, con la anuencia del policía Jobé y el consentimiento de Rafsanjani.
Pretende que sus interlocutores no eran otros que Mitterrand y Chirac en Francia, Bush (padre), Reagan y Carter en Estados Unidos, Vogel, Koshnik y Eppler en Alemania. Uno de los hoteles que más usaba para pernoctar en sus desplazamientos y en el que celebraba encuentros fue el Hotel du Rhône de Ginebra, y la cuenta para pagar sus gastos e informantes era la misma de la que habría cobrado Menem.
Inesperadamente los vientos cambian para Mesbahi en noviembre de 1988. Relata que lo detienen en Teherán cuando vuelve de una misión ante el ex-presidente James Carter, de quien trae dos cartas, una para Jomeini y otra para Rafsanjani. Dice que es acusado de traición sin proceso judicial alguno. Lo encarcelan 120 días y luego lo asignan a residencia con su familia, mujer e hijos.
Le conceden la liberación el 20 de marzo de 1989 y puede volcarse a la actividad privada y a la enseñanza en la Universidad de Teherán. El VEVAK lo controla y le impide retornar a funciones oficiales, tolerando no obstante que siga frecuentando algunos de sus conocidos del aparato del Estado. En febrero de 1996, repentinamente, uno de ellos le avisa que ‘¡Admitió tu ejecución!’. ¿Quién?, pregunta. Respuesta: Ali Khamenei, entonces jefe del ‘Comité para asuntos especiales’ que aprueba los asesinatos en el extranjero, poco más tarde ‘guía supremo de la Revolución’, sucesor de Jomeini.
El 6 de abril de 1996 es la fecha que Mesbahi escapa por la frontera con Pakistan. Tarda 12 días en llegar a la ciudad de Koweite, de donde telefonea a su contacto de Ginebra, Leon Jobé, para darle una noticia preocupante: hay una mujer topo en la policía que trabaja para Irán. El 22 de abril siguiente llama a un conocido en Alemania que lo conecta con el ex-presidente de Iran, Abdul Hassan Bani Sadr, exilado en París tras haber sido apartado por un ‘putch’ interno digitado por Jomeini en 1981, quien le consigue que lo acojan como refugiado en Alemania.
Los rasgos de Tansu Ciller
Ante la fiscalía de Karlsruhe, en Alemania, Mesbahi efectúa dos declaraciones en septiembre y diciembre de 1996, cuyo contenido es trasmitido a las autoridades judiciales helvéticas. Detalla que por dos vías distintas, un antiguo colega en sus aventuras de Francia, Mahmoud Rajabi, y Said Emani, un compañero de viajes en misiones a Suiza, supo y vio una foto correspondiente a una mujer policía de Ginebra, que colaboraba con Irán, la cual habría aportado indicios que permitieron el asesinato en Ginebra, de Kazem Radjavi, un profesor universitario iraní, opositor a la dictadura integrista, abatido el 24 de abril de 1990. El ‘testigo C’ anticipó que el retrato de la informante se asemejaba al de la ministra de relaciones exteriores turca, Tansu Ciller, y cuando le mostraron varias instantáneas de mujeres que podrían ser la verdadera topo no dudo en identificar una de Françoise Spindler, oficial de policía en Ginebra, secretaria y amante del jefe de la policía local en aquella fecha, Jean Robert Warynsky.
Alertada Carla del Ponte en febrero de 1997, para esa fecha Procuradora General de Suiza antes de pasar a cumplir similares funciones ante el Tribunal para la ex-Yugoslavia y Ruanda, se puso a indagar. Descubrió que en 1994, afectada a las oficinas de seguridad del aeropuerto de Ginebra, Françoise Spindler asumió el caso de un candidato al asilo en Suiza de origen iraní, Fereidoun Ilkhan Bakhtiari, con quien terminó contrayendo matrimonio en 1995. Inmediatamente las escuchas telefónicas pusieron de manifiesto que la interesada había adelantado su demisión a la policía para septiembre de 1997, con el plan de ir a instalarse con su marido a Irán, a donde habían ido de visita en 1996. Detenida con su esposo en junio de 1997 durante dos días, finalmente se le propuso que se quedara en Ginebra, lo que ella aceptó retirando su propuesta de renuncia. En el año 2000 le dictaron una falta de mérito, sin que por ello la justicia haya abandonado la convicción que existió un ‘topo’ en la policía de Ginebra que trabajó para Irán. La agente Spindeler continúa hoy en la policía de Ginebra, donde ha sido promocionada. En cambio, León Jobé, fue separado de la institución.
El restaurante Mykonos
La operación que acabó con Kazem Radjavi el 24 de abril de 1990, en las afueras de Ginebra, fue llevada a cabo por un equipo de la VEVAK, cuyos integrantes fueron identificados por la justicia suiza, quienes lograron huir munidos con pasaportes iraníes falsos. El testigo “C” contribuyó con sus declaraciones completando el currículo de varios homicidas y añadiendo que la decisión de eliminar a Radjavi había sido tomada por Rafsandjani cuando asumió la presidencia de la República, y que Rafsandjani delegó la ejecución en Ali Fallahijan, su ministro de información y seguridad.
La misma cadena de mando decidió despachar a la dirección del Partido Democrático del Kurdistan de Irán, invitada a una reunión de la Internacional Socialista en Berlín, del 14 al 18 de septiembre de 1992. El escarmiento fue anunciado pocos días antes en la televisión iraní por Ali Fallahijan en un sulfuroso discurso. A las 22,50 horas de aquel 17 de septiembre, fueron muertos a balazos en el restaurante Mykonos de Berlin los kurdos iraníes Sadegh Charafkandi, Fattah Abdoli, Homayoun Ardalan y Mahamadpour Dehkordi, dejando herido a Tabib Ghaffari, administrador del restaurante. Las impresiones digitales en una de las armas abandonadas en el lugar del crimen permitieron identificar y detener a uno de los autores, el libanés Abbas Rhayel, abriendo la pista para capturar a otro libanés, Youssef Amin, cuyas confesiones condujeron al arresto del iraní Kazem Darabi. El juicio tuvo sentencia definitiva el 10 de abril de 1997. Concluyó con la identificación del resto del grupo, pronunciando duras condenas. El ‘testigo C’ fue una pieza clave para coronar la reconstrucción de los bárbaros acontecimientos. La culpabilidad de Ali Fallahijan, establecida por el tribunal como quien teledirigió la operación desde Teherán, significó la primera sanción penal por hechos de sangre en Occidente tomada contra el Estado de Irán.
Casada con un alto cargo de la policía local, con 13 años de experiencia en tribunales, Christine Junod, es la tercera magistrada designada para llevar adelante el sumario Menem. Uno de sus dos predecesores, Claude François Wenger, lo dejó por haber estado casado con una ciudadana argentina “muy militante”, coincidieron fuentes judiciales al producirse el relevo. Al otro, Paul Perraudin, lo trasladaron de jurisdicción. En horas donde la gargarización sobre lucha mundial antiterrorista desestabiliza a muchos dirigentes occidentales, la juez tiene una incógnita a dilucidar que atañe al comportamiento del sistema financiero helvético, vapuleado por sus complicidades para con el dinero sucio de los nazis y las dictaduras: ¿existió o existe aún en un banco de Ginebra una cuenta que llegó a tener 200 millones de dólares de saldo para financiar alrededor de 450 operaciones terroristas patrocinadas por los extremistas musulmanes que dominan Irán? Y en caso de haber existido ¿se corrompió desde ella con 10 millones de dólares a Carlos Menem?