Años después, Wegman se integró al «Círculo de los padres-Foro de Familias», una organización que une 600 familias de palestinos e israelíes que perdieron miembros en el conflicto y buscan fomentar el diálogo entre ambas partes a partir de sus propios duelos, para neutralizar la violencia cotidiana.
Esos israelíes y palestinos que tienen que remontar las muertes violentas, inesperadas y trágicas de sus seres más queridos, anuncian en su página web que «apoyan la paz, la reconciliación y la tolerancia».
En un video que prepararon para difundir su propuesta, convierten una consigna de odio en un llamado a la paz: «No los queremos a ustedes aquí», dicen estas personas en duelo, en árabe y en hebreo, y en todos los tonos, no para expulsar a alguien del país sino para que nadie más llegue a su mismo punto de dolor.
La organización PCFF fue fundada en el año 1995 por Yitzhak Frankental, un hombre que perdió a su hijo en un atentado y buscó unirse a otras familias que transitaran duelos similares.
«Poco después de su propia tragedia, Frankental fue a la Franja de Gaza para buscar familias palestinas que hubieran perdido a un miembro en la guerra, para conocerlos y encontrarse con gente que -pese a estar sometidas al mismo dolor- persistieran en su deseo de paz», explicó Wegman a Télam en conversación telefónica desde Jerusalén.
Ella, poco después de la muerte de su padre -ocurrida en junio de 2002- emigró a Europa por un par de años, pero pronto sintió que debía volver a Israel, donde logró -en una de las regiones más violentas del planeta y escenario de un prolongado conflicto- convertir su dolor en fuerza para buscar una reconciliación.
Las historias de Wegman y de Frankental condensan no sólo el sufrimiento de las alrededor de 600 familias que integran PCFF, sino que trazan un común denominador y una línea de continuidad que contrasta con discursos y agendas que, tanto en Israel como en Palestina, potencian el enfrentamiento y agobian la esperanza.
La organización impulsa y desarrolla una serie de actividades, entre las que se destacan los encuentros y diálogos entre las partes.
En los encuentros concurren un palestino y un israelí que hayan sufrido la tragedia de la guerra, en operaciones militares o atentados, cada cual cuenta su historia y después los chicos hacen las preguntas que quieran.
«Ese primer encuentro es quizás uno de los procesos más valiosos», explica. Y aclara: «los niños israelíes normalmente no conocen un árabe, excepto quizás por los medios. Ni siquiera árabes israelíes conocen, porque aunque sean ciudadanos éstos árabes van a escuelas diferentes y viven en pueblos diferentes».
En este punto, se muestra convencida de que una militancia bajo este formato y bajo la premisa «dos lados sin venganza y sin odio» necesariamente constituyen un impulso hacia la paz y pueden «cambiar la manera de pensar de la gente».
PCFF también contiene una serie de subproyectos, entre ellos el «Programa de verano», un campamento que convoca cada año alrededor de 50 jóvenes (israelíes y palestinos), y que Wegman coordina.
En ese campamento veraniego, pone en contacto niños y jóvenes israelíes y palestinos para ayudarlos a emprender el camino de comprensión del otro que, a su manera, ella tuvo que hacer en los últimos trece años.
Todas las actividades apuntan a ese fin y se realizan en Neve Shalom (Morada de la Paz), una aldea de población mixta palestina e israelí.
Sobre el conflicto árabe-israelí, el CPFF no tiene como organización una posición partidista. Pero afirma que no habrá acuerdos de paz sin un proceso de reconciliación, algo que, dicen, no es una consigna general sino el producto «de la experiencia que ganamos trabajando en el foro».
Para ello, Wegman y sus hermanos en la búsqueda de la paz se proponen «llegar al mayor número de políticos de ambas partes, más allá de sus posiciones políticas».
Fuente Télam