En su discurso, Obama puso el acento en que la alternativa al tratado con Irán es la guerra, y hace una comparación, y esa es la advertencia, con las condiciones que llevaron a la desastrosa guerra contra Irak, sentida como un sacrificio inútil por la gran mayoría del pueblo norteamericano. Como sabemos, aquella guerra fue impulsada , entre otros, por los llamados neoconservadores, entre los cuales había muchos judíos; y fue interpretada por muchos como una guerra a favor de Israel, para la destrucción de su archienemigo Sadam Hussein, sobre la base de que este tenía armas atómicas, lo que en el curso de los acontecimientos bélicos no se pudo demostrar.
Obama agregó en su discurso que muchos de los que en su momento argumentaron a favor de la guerra en Irak, ahora se open al tratado con Irán. Obama no es antisemita, y su partido, el Demócrata, ha sido apoyado por la gran mayoría de los judíos norteamericanos que son de tendencia liberal. Ahora bien, si juntamos la dos cosas, los presuntos impulsores de la guerra contra Irak en el pasado, y los que impulsarían a una guerra contra Irán en el presente, tendremos una situación muy difícil para la comunidad judía de Estados Unidos en su conjunto, pues el mensaje podría ser leído por el pueblo como que los judíos impulsan guerras que no son del interés del pueblo norteamericano.
La advertencia no ha caído en el vacío
En una declaración posterior al discurso, Malcolm Hohenlain, vicepresidente de la asociación comunitaria judía más importante de los Estados Unidos, criticó el llamado hecho desde Israel a los judíos norteamericanos para que apoyen a la oposición contra el tratado con Irán, con independencia de su filiación política. Está claro que a la par de su simpatía por el pueblo de Israel y el Estado de Israel, la mayoría de los judíos norteamericanos no querrán poner en peligro su integración al país en que viven. Se corre el riesgo que de continuar la situación presente, se produzca una escisión en el seno del judaísmo norteamericano.