Los palestinos acudieron ayer al tribunal con optimismo respecto de un fallo contrario a Israel, que renunció a participar en este proceso. Las miradas están puestas en la Cuarta Convención de Ginebra, que precisa lo que está permitido hacer en un territorio ocupado, y en el dictamen jurídico de este tribunal en 1971, que consideró ilegal la ocupación de Namibia por parte de la entonces Sudáfrica del apartheid.
En esa ocasión la decisión adoptada en La Haya facilitó el establecimiento de sanciones contra Suráfrica y, según afirmó el ministro de Exteriores adjunto surafricano, Aziz Pahad, «contribuyó a la llegada de la democracia en la región».
La misma Sudáfrica junto a Arabia Saudita, Argelia y Bangladesh aseguraron, ante los 15 miembros del tribunal de las Naciones Unidas, que «la pretensión israelí es anexionarse más territorio».
Al Qidua intentó desmontar los argumentos con los que Israel justifica su construcción. El representante palestino dijo que «si Israel hubiera construido un muro de seguridad dentro de su territorio», no habría recibido las condenas que ha recibido «ni aunque fuera de 80 metros de alto».
Las críticas no son tanto a su existencia sino a su trazado que, en algunos sectores avanza más allá de la llamada Línea Verde, partición propuesta -luego de la Guerra de los Seis Días- para la existencia de dos estados, uno judío y otro palestino.
Movilizaciones en los territorios
Mientras en La Haya comenzaban las exposiciones, miles de palestinos se movilizaron en la franja de Gaza y Cisjordania en manifestaciones que transmitieron la protesta de una sociedad agotada tras más de tres años de rebelión.
La violencia apareció en Abu Dis, Belén y Tulkarem donde jóvenes palestinos se enfrentaron a pedradas contra militares, que usaron bombas de estruendo, balas de caucho y gases lacrimógenos para disolver las manifestaciones.
Yasser Arafat, encabezó este día de la rabia contra el muro con un discurso televisado en el que afirmó que «la paz y la seguridad no puede existir entre palestinos e israelíes a la sombra de este muro expansionista, racista y segregacionista. Estamos hablando de otro muro de Berlín, construido con la intención de tragarse el 58% de Cisjordania, de transformar nuestras ciudades y pueblos en guetos aislados controlados por los asentamientos y de impedir que establezcamos nuestro Estado», dijo Arafat.
Posiciones
Israel: decidió no participar en las audiencias y se limitó a enviar un informe escrito que niega la competencia del Tribunal de La Haya. Es contrario a la internacionalización del conflicto y percibe a las Naciones Unidas -al igual que a Europa- contraria a sus intereses. También sabe de que Washington no puede vetar una decisión de la Asamblea General y teme que si se atienden los reclamos palestinos aparezca un argumento moral, de fuerte peso político, contra la continuidad de la ocupación de Gaza y Cisjordania.
Oficialmente, Israel insiste en que, con la construcción del Muro, sólo trata de impedir ataques terroristas y que el mismo no supone límite político alguno para un futuro acuerdo de paz. Lo que cae por sí mismo cuando el Muro desborda la llamada “Línea Verde” demarcado luego de la Guerra de los Seis Días y que, según las naciones Unidas, debería ser el límite definitivo en un futuro arreglo.
Administración Palestina: Insiste en la destrucción del Muro y en utilizarlo como un fuerte y contundente elemento a su favor. Herramienta dada, por cierto, por el gobierno de Sharón que sigue sin saber cómo manejar su propaganda, o no entiende -además- que con su política expansionista construye los mejores elementos para que su propia política se le vuelva en contra dando, cada vez, más argumentos a los grupos radicales tanto israelíes como palestinos. Los palestinos en sí, no critican al Muro sino a su recorrido que penetra, en algunos sectores, hasta 20 kilómetros en su territorio.
Estados Unidos: Es reacio al Muro y también contrario a la intervención del tribunal internacional de La Haya porque, a su juicio, podría dificultar aún más los esfuerzos para alcanzar una solución negociada. Sigue intentando reflotar el llamado “Mapa de Rutas”.
Unión Europea: Se opone al Muro y considera “inapropiada” la intervención judicial dado que entiende que el asunto debería resolverse en la órbita política. Es parte del grupo de impulsó el “Mapa de Rutas” junto a las Naciones Unidas, Estados Unidos y Rusia.