Críticas al retiro unilateral propuesto

“Sharón no negocia bajo fuego, se retira bajo fuego”

El plan de Sharón incluye medidas similares en una pequeña y limitada área en el norte de Samaria, en la Ribera Occidental. Pero incluso esta retirada, llevada a cabo por un líder que siempre ha estado del lado del proyecto de los asentamientos israelíes, si bien no puede ser más bienvenida es -no obstante- profundamente problemática. Y el problema no es que sea muy tarde. El problema consiste en que el plan de Sharón parece expresamente diseñado para puentear todo acuerdo, es más, para evitar cualquier clase de acuerdo. Es claro que Sharón no parte de una supuesta convicción de que a la larga hay que negociar con los vecinos. Como siempre, usa todo tipo de ironías para rechazar esa posibilidad. Solo consideremos la firme actitud de Sharón de no negociar bajo fuego: no obstante, parece que estaría dispuesto a retirarse bajo fuego. ¿Cuál es la logica del plan de Sharon? Según él, la necesidad de responder a las presiones de acuerdos como el de Ginebra. El mismo lo admitió el 16 de abril considerando esas iniciativas como “presiones”, admitiendo que “no podemos resistir esas presiones si no tenemos nuestro propio plan”.

Por Yossi Beilin

Quiero compartir con los lectores mis pensamientos.
Primero y antes que nada, sobre la reciente visita del Primer Ministro Sharón a Washington y el apoyo que el Presidente Bush le dio públicamente al plan de Sharón de “desacople unilateral”.
Obviamente es difícil no darle la bienvenida a la posibilidad de una retirada israelí de la Franja de Gaza. Después de 37 años de ocupación israelí en ese territorio, un líder israelí de derecha, finalmente, está listo para conceder que la retirada de Gaza concuerda con los intereses nacionales, incluso no sólo retirando nuestros efectivos militares sino, también -lo cual es más significativo- desmantelando todos los asentamientos israelíes.
El plan de Sharón incluye medidas similares en una pequeña y limitada área en el norte de Samaria, en la Ribera Occidental. Pero incluso esta retirada, llevada a cabo por un líder que siempre ha estado del lado del proyecto de los asentamientos israelíes, si bien no puede ser más bienvenida es -no obstante- profundamente problemática.
Y el problema no es que sea muy tarde. El problema consiste en que el plan de Sharón parece expresamente diseñado para puentear todo acuerdo, es más, para evitar cualquier clase de acuerdo. Es claro que Sharón no parte de una supuesta convicción de que a la larga hay que negociar con los vecinos. Como siempre, usa todo tipo de ironías para rechazar esa posibilidad.

Ratificación del Acuerdo Ginebra por oposición

Solo consideremos la firme actitud de Sharón de no negociar bajo fuego: no obstante, parece que estaría dispuesto a retirarse bajo fuego.
Sharón, recuérdenlo, rechazó toda liberación de prisioneros que ayudaría al gobierno de Abu Mazen y terminó negociando -meses más tarde- con el líder de Hezbollah.
¿Cuál es la logica del plan de Sharon? Según él, la necesidad de responder a las presiones de acuerdos como el de Ginebra. El mismo lo admitió el 16 de abril considerando esas iniciativas como “presiones”, admitiendo que “no podemos resistir esas presiones si no tenemos nuestro propio plan”.
Pero aparte de lo que diga sobre resistir el Acuerdo de Ginebra, la lógica del desacople es paradójicamente la misma que llevó a los acuerdos de Ginebra. Sharón entiende que si no establecemos una frontera entre israelíes y palestinos, entonces en pocos años una minoría judía estará controlando una mayoría palestina.
Pero, al revés del Acuerdo de Ginebra, el plan unilateral de Sharón no está en condiciones de confrontar los dos temas más espinosos entre israelíes y palestinos: el futuro de Jerusalem y el problema de los refugiados. Y en relación a esto, el plan Sharón hace poco y nada para avanzar a una resolución del conflicto. Más bien, arriesga perpetuarlo.

Ventajas y peligros

Por eso, el plan de Sharón de desacople contiene una esperanza y un peligro. Porque si su plan tiene el objetivo de evitar toda negociación, todo será para peor. Semejante retirada reforzará al Hamas y debilitará a los más pragmáticos dentro de la sociedad palestina, y entonces Israel se encontrará de verdad con que no hay con quién hablar en los años venideros.
La esperanza, por supuesto, es que una vez que Israel se retire, emerja una nueva dinámica política que induzca, a ambas partes, a negociar sobre los temas finales.

Mucho ruido y pocas nueces

Es justamente ese temor el que llevo a Sharón a pedir garantías a Bush sobre reaseguros en torno a los temas finales de negociación. Y si bien esos reaseguros dejaron tranquilos a algunos ministros del actual Gobierno israelí, y fueron considerados atroces por ciertos ministros palestinos, cualquiera que lea atentamente la carta de Bush a Sharón concluirá que el drama político -en torno a la visita de Sharón a los Estados Unidos- fue un caso de mucho ruido y pocas nueces sobre nada.
Porque en esa carta no hay nada nuevo que no esté en la línea de las famosas ideas de Clinton de diciembre del 2000, aceptadas por ambos lados.
Cuando la carta se refiere a la supuesta frontera final entre Israel y Palestina y a la solución de los refugiados, se desvía cuidadosamente de un lenguaje de certidumbres y firmes convicciones a otro de aspiraciones subjetivas e impresiones generales.
Y aunque una carta del Presidente Bush puede ser muy bonita, no tiene ningún compromiso específico, y los que contiene son conocidos y nada novedosos.

Por un futuro mejor

Finalmente, ninguna carta, incluso de un Presidente norteamericano, puede sustituir negociaciones con los palestinos. Así las cosas, nuestra bienvenida a una retirada de Gaza y el norte de Samaria, pero no deja de ser un peligro por su dimensión unilateral.
Sharón, aparentemente, cree que la retirada de Gaza lo salvará de tener que ponerse a disposición de conducir negociaciones con los palestinos.
Desafortunadamente, sin esas negociaciones, el conflicto nunca tendrá un final.
Debemos luchar, entonces, contra lo que su plan tiene de evasión, para que en vez de ser la última fase, resulte la primera de un largo proceso volviendo a la mesa de negociaciones y liderar -ambos y juntos- a un futuro mejor.