Las teorías vinculadas al llamado “colonialismo de asentamiento” invierten siglos de historia de persecución antijudía en Europa (en palabras de Zeev Sternhell, que los judíos en general no fueron voluntariosos a Israel, sino que “Europa los vomitó”), así como una desinteresada generalización del heterogéneo movimiento sionista, dando como resultado que todos los israelíes sean presentados como colonos guerreristas. Según esta perspectiva, si el sionismo no sólo es ilegítimo sino un referente que imposibilita todo diálogo, la consecuencia lógica es que toda forma de violencia -incluyendo la del 7 de octubre, o el cautiverio ilegal al que están sometidas 100 personas en Gaza- sea válida como herramienta política. Esta glorificación de la violencia, y la negación a considerar caminos alternativos, no sólo es reprochable éticamente, sino que también ha tenido consecuencias desastrosas para la lucha de los palestinos por su propio Estado.