Pilar Rahola en Buenos Aires:

Dos detalles

Por Guillermo Lipis

Invitada por CUJA y la OSA, Pilar Rahola estuvo en Buenos Aires -el año pasado- disertando sobre lo que, parece, más le gusta: las izquierdas europeas y su relación con el conflicto de Medio Oriente, Israel y los palestinos; el antisemitismo y el anti israelismo.
El salón del hotel del barrio del Abasto estaba repleto de gente que quería escuchar a quien venían leyendo a través de una interminable cadena de mails que aún siguen dando la vuelta al mundo diciendo lo que, francamente, muchos integrantes de esta y otras comunidades judías quieren escuchar.
Por supuesto, Rahola terminó aplaudida.
– Al fin alguien no judío que defiende nuestros intereses mejor que nosotros, solía escucharse aquella noche.
Sin embargo algo pasó esa noche con el discurso de Pilar Rahola. Sonaba fuerte, creíble, convincente. Algo me dio la pauta de que no estaba todo lo bien que parecía. El artículo de Ben Shlomo me retrotrajo a ese momento. Atando algunos cabos puede decirse, como siempre y en todas las cosas, que no todo lo que reluce es oro.
Dos datos curiosos al pie:

1- En una conversación aparte, luego de su ponencia, Rahola manifestó que había estado dialogando con gente de la izquierda israelí; profundizando la consulta se le preguntó si había estado con dirigentes de Meretz Israel a lo que también dijo que sí pero no recordaba quién había sido su interlocutor. Y quien conoce la verborragia política de Yossi Sarid sabe muy bien que resulta imposible olvidar, al menos, algunas de sus posiciones -tan próximas, en algunas cosas, a las expresadas por Rahola, una mujer alineada con el socialismo español-.

2- Rahola, también aquella noche, expresó una verdad a medias. Manifestó que en la toma de datos que pide Amnesty Internacional a todos aquellos que responden algún tipo de encuesta que suben a la web, no aparece la nacionalidad “israelí” para que pueda ser seleccionada. Marcó este dato como un descubrimiento importante y que dejaba librado a la interpretación de una opinión pública negativa del auditorio.
Me sorprendió ese dato porque sé de la responsabilidad de Amnesty, así que entré a la página y, efectivamente, descubrí que no aparecía “israelí” entre las nacionalidades. Pero también noté que faltaban otras muchas nacionalidades. No era un cross de derecha único a la mandíbula de Israel.
Eso sí, ninguna organización techo comunitaria debe de haberse preocupado por exigir que la nacionalidad “israelí” aparezca en futuras encuestas de Amnesty.
Pilar Rahola no debe saber, además, que Celso Garbarz, un israelí de origen brasilero -y de Meretz- se desempeñó, hasta no hace tantos años, como Director Ejecutivo de la filial europea de Amnesty. ¿O también habrá sido contratado para desviar las sospechas sobre el supuesto anti israelismo de la ONG más importante en términos de la defensa de los Derechos Humanos?

Estos dos datos, que no deberían de resultar menores a los ojos de quienes tienen la obligación de analizar más profundamente un discurso político, sería bueno incluirlos a la hora de saber algo más sobre Pilar Rahola, una ferviente defensora del mundo judío.
Porque, si no, es posible que -en algún momento- el discurso de Rahola comience a desmoronarse y sólo parezca un producto de la ya bastante vapuleada y paupérrima organización de Hasbará (esclarecimiento) israelí (ver más información en esta misma web), esté o no esté directamente involucrada en el sostén de un discurso tan convincente como contradictorio en algunos de sus postulados.