La palabra según Eduardo Galeano
En la Selva del Alto Paraná, un camionero me advirtió que tuviera cuidado
– Ojo con los salvajes, me dijo. – Todavía andan algunos sueltos por aquí. Por suerte quedan pocos. Ya los están encerrando en el zoológico.
Él me lo dijo en idioma castellano. Pero no era su lengua de cada día. El camionero hablaba guaraní, en la lengua de esos salvajes que él temía y despreciaba.
Cosa rara: el Paraguay habla el idioma de los vencidos. Y cosa más rara todavía: los vencidos creen y siguen creyendo que la palabra es sagrada. La palabra mentida insulta lo que nombra, pero la palabra verdadera revela el alma de cada cosa. Creen los vencidos, que el alma vive en las palabras que la dicen. Si te doy mi palabra, me doy. La lengua no es un basurero.
La palabra como misil del terror
En materia de exageraciones verbales y de incontinencia verbal, nada supera a ‘Ámbito Financiero’. En su edición del 10 de agosto, describe la situación de la Capital Federal: “El centro de Buenos Aires va a derivar en la Londres de la Segunda Guerra Mundial, cuando sonaban las sirenas, todo se cerraba y se corría a los refugios porque venía la destructiva bomba nazi V2”. Está firmada por la Redacción del diario.
En relación a la prédica persistente y contumaz el diario ‘La Nación’, es insuperable. En la tercera semana de agosto de 2004, el tema seguridad permaneció inalterable en la tapa, como noticia principal.
15-08-2004: “Liberaron a Nicolás, el chico secuestrado en San Isidro”
17-08-2004: “Fuerte crítica de la madre de Nicolás al Presidente. Lo acusa de no hacer nada para combatir la inseguridad”
18-08-2004: “El gobierno replicó las críticas de Susana Garnil” Más abajo: “Fuerte operativo para custodiar la Casa Rosada”
19-08-2004: “La crisis de la seguridad: aprueban la ley que eleva la suma de las penas. Podrán imponer condenas a prisión de hasta 50 años” Una columna de Santiago Kovadloff: “Los padres del crespón”.
20-08-2004. Se complementa la noticia que en ‘La Capital’: “No serán punibles los menores de 18. Lo fija el Código de Convivencia” con en título catástrofe: “Dejó de crecer la economía en el segundo trimestre” En pequeño se lee: “La evolución del PBI: después de dos años consecutivos de alzas”. Al lado: “Estremecedor relato de un secuestrado y mutilado.”
21-08-2004. La crisis de la seguridad: Secuestros, saturan de patrullas la zona norte.
22-08-2004. La inseguridad: informe del gobierno de Solá sobre el delito que más preocupa. Se cuadriplican los secuestros en tres años. De los 77 casos denunciados en el territorio bonaerense en 2001 se pasó, en 2003, a 307.
23-08-2004. La vida después del secuestro «Todavía me despierto a la noche y trato de sacarme las vendas» Juan Carlos Cirelli relata su dramática experiencia de 42 días de cautiverio.
Luis Majul, un émulo mediocre de Mauro Viale anunciaba el domingo 22 de agosto: “La inseguridad pone al país al borde de la cornisa. En vivo Luis Patti y Juan Carlos Blumberg.”
Como bien dice Luis Bruschtein en Página/12 del 24-08-2004: “El vicepresidente colombiano, Francisco Santos, periodista, experto en seguridad, él mismo víctima de un secuestro, un hombre que no tiene nada de izquierdista, sino que integra un gobierno conservador, expresó su rechazo por la forma en que estos medios cubren el tema de la seguridad y los casos de secuestro. Quería decir que en su afán de acentuar la carga política del tema, esas coberturas estimulan, en vez de combatir, la proliferación del delito y la inseguridad. Están más preocupados por lo que hace el Gobierno que por lo que hacen los delincuentes”.
Durante la misma semana la coima filmada a un empresario proveedor del PAMI, cuya consecuencia silenciosa es la muerte de cientos de ancianos mereció la página 4 de ‘Clarín’, y con 24 horas de retraso la consignó ‘La Nación’ en página 17.
Se calcula, con la fragilidad y endeblez que caracterizan a las estadísticas en la Argentina que los accidentes de tránsito redondean unos 10.000 accidentes anuales. Eso da un promedio de 27 diarios. Si los medios en general, y ‘La Nación’ en particular se lo propusiera, podrían llenar la portada y las cinco páginas siguientes con fotografías de heridos y muertos, testimonios escalofriantes de los sobrevivientes, el desgarramiento de los padres de las víctimas, el llanto de los huérfanos, el sufrimiento de los desamparados. Todo esto con el consiguiente rebote espejo (eco) en radios y televisión. En pocos días, tendríamos la sensación generalizada, que salir a la calle y sufrir un accidente de tránsito es una probabilidad que se confunde con la certeza.
La demostración, por el absurdo, no intenta ocultar el problema cierto de la inseguridad y de la existencia de secuestros. Pero como cuadro de situación muy lejano a lo que se refleja en la portada y desarrollo de algunos medios y la reiteración hasta el hartazgo de canales de noticias que tienen que llenar 24 horas de programación. De canales de televisión abierta cuyos noticieros compiten por medio punto más de ráting, arrojando cadáveres y testimonios truculentos en la pantalla.
“Gritos de la inseguridad”
La periodista Stella Calloni ha escrito que como política “en América Latina los sectores dominantes sostienen que “hay que hacer gritar a la inseguridad”. A través de una exageración superlativa, se crea el clima propicio que en otras ocasiones protagonizaban el malestar militar, la hiperinflación y los golpes de mercado. Por eso que la inseguridad, y las víctimas que ocasionalmente la encarnan, siempre que sean de clase media o clase media alta, obtienen un tratamiento mediático privilegiado.
Es sintomático, que los políticos del establishment, que propusieron y ejecutaron políticas que beneficiaron a los sectores económicos más concentrados, son los que gritan en forma más estentórea para cubrir las consecuencias de sus actos.
El escritor, filósofo y ensayista José Pablo Feinmann ha sintetizado con precisión esta situación: “Blumberg no es Blumberg, es el miedo de la clase media”.
Ese miedo quedó traducido en Susana Garnil, la madre de un secuestrado, afortunadamente liberado. En su carta en donde se entremezcla el dolor y la proclama política, escribió: “Personalmente cada jueves, a partir del próximo y por el resto del tiempo que esto continúe, pienso usar una prenda o distintivo de color negro que signifique un grito silencioso: ¡TENGO MIEDO!
Es bueno recordar aquella frase conocida de León Trostzky: “Un fascista es un pequeño burgués asustado”.
El tema seguridad, con la importancia que el tema amerita, produce un desplazamiento intencionado de la agenda política. Desaparece el hambre, la desocupación, la exclusión. La inseguridad de los sectores humildes que deben pagar peaje o son víctimas del gatillo fácil permanece secuestrada periodísticamente.
La palabra no debería ser un basurero.
La palabra que desviste y oculta
El Fondo Monetario Internacional que es acreedor y representa a los demás acreedores, realizó una autocrítica original. Le echó la culpa a otros y rescató a su incondicional ex asesor: Ricardo López Murphy. El “presidenciable” elogiado por el organismo, cuyo recetario económico conduce a los países que se someten a sus dictados a un cataclismo económico, en lugar de ruborizarse, exclamó eufórico: “Nunca me imaginé que me iban a hacer un reconocimiento de esa magnitud”. (Clarín 31-07-2004 Página 8).
A su vez el Fondo, usa la palabra para embellecer su ajado rostro: “El FMI es un objetivo del terrorismo debido al crítico rol que jugamos como una de las instituciones globales que están promoviendo la prosperidad para todos los ciudadanos del mundo, alentando la libertad económica y la transparencia. Debemos continuar trabajando para cumplir con nuestras responsabilidades en el interés de nuestros miembros, incluyendo los más pobres”
Insólitamente, y en un desliz de la redacción, es ‘Ámbito Financiero’ quien define con precisión al Fondo el 12-08-2004. Después de aludir correctamente a los orígenes de la creación del Fondo sostiene en su prosa complicada: “No más ‘colonizar’ sino invadir con multinacionales a las naciones más pobres, para facilitarles el crédito por si ‘entran en problemas de balanza de pagos’ dado que así recuperan los inversores externos (sus colocaciones). Luego se amplio pero ese fue el sentido original”. La descripción es una ajustada radiografía del blindaje.
El pasquín de Ramos define correctamente la esclavitud pero luego se pone del lado del esclavizador. En eso se parece a Mariano Grondona, que según Julio Bárbaro, añora la sociedad ateniense no por Sócrates y Platón, sino por la existencia de esclavos.
A pesar del Fondo, Ramos, Grondona y compañís, la lengua no debe ser un basurero.
La palabra funcional a lo que denosta
Elisa Carrió es cada vez es más funcional a los intereses que dice combatir. ADEPA y Mariano Grondona le ofrecen sus tribunas porque mientras habla del Pacto Moral, y no de la acumulación y la desigualdad aberrantes, los concentradores de la riqueza se ríen socarronamente.
En una asociación que reúne a socios acusados de lavado de dinero, justificadores del terrorismo de Estado y la tortura, adopciones de menores altamente sospechosas, empresarios periodísticos denunciados por chantaje y extorsión, hablar de ética sin mencionar la más que dudosa catadura moral de los anfitriones, es un insulto a la palabra.
Es muy parecida a la imagen de Gustavo Béliz llevando a Carlos Menem, a principios de los noventa, a un convento a hacer pan.
Raúl Castells es otro de los protagonistas mediáticos cuyo discurso deleita silenciosamente a los poderosos. Declaraciones del tipo: “Este es un gobierno nazi” o “La dictadura militar era más honesta que esta gente”, parecen extraídas de un recetario de desestabilización del establishment.
Proponer como cercano algo imposible de cumplir en función de sus medios y la relación de fuerzas fortalece a lo que se dice combatir.
Confundir un corte de calles con la toma de la Casa Rosada es de un infantilismo inadmisible.
Postular un plan de gobierno de las siguientes características es provocar gratuitamente. Abolir la constitución, cerrar el Congreso y la Corte, expropiar campos. Confiscar empresas Mc Donalds, Sheraton, Techint, Clarín. Tribunales populares y penas de muerte. Clausura de colegios privados. Instrucción militar en las escuelas.
El ensayista argentino Ernesto Laclau debería ser leído por Castells. Dice: “Los movimientos de protesta social pueden ayudar a una mayor democratización de la sociedad, simplemente presentando al sistema demandas que el sistema puede absorber, lo que lo haría más amplio. En cambio, si estas demandas son planteadas de manera excesivamente confrontativa puede llevar a un endurecimiento de las instituciones. Creo que la política de Kirchner tiende a la alternativa democrática, a una ampliación del sistema que evite la represión y que, a través de la absorción creciente de la demanda, permita la flexibilización de las instituciones, porque si solo se aplica mecánicamente la represión, vamos a llegar a una sociedad en la cual, por un lado, habrá acumulación de demandas insatisfechas y, por el otro, un régimen institucional cada vez menos representativo de la sociedad. Y esa es la mejor receta para el autoritarismo”
La lengua, debería aprenderlo Raúl Castells, no es un basurero.
El lenguaje oficial
Fijar como meta un modelo de capitalismo nacional y al mismo tiempo no reconstruir el Estado para que cumpla el papel de la burguesía nacional débil y miope, es un proyecto sin destino. No hay capitalismo sin mercado. Casi el 50% de la población está fuera de él. La redistribución de ingresos es entonces, además de un acto de estricta justicia, un prerrequisito de viabilidad. De ahí la imperiosa necesidad de crear un nuevo sistema impositivo progresivo que cumpla este objetivo. Hay que retomar el control integral del Banco Central para ponerlo al servicio de la producción y de la pequeña y mediana empresa. Los Bancos reciben dinero al 3% y lo prestan al 20 %, como viene sucediendo desde Alfredo Martínez de Hoz.
Hay que poner a los bancos estatales como ariete y ejecutores de esta política. Hay que recuperar la Aduana para que no sea un colador donde naufraga cualquier medida proteccionista. Hay que generar políticas activas en materia industrial, una obviedad cuestionada desde la degradación que el pensamiento neoliberal sometió a nuestro país en las últimas tres décadas.
El enorme superávit, que es coyuntural, debe ser aplicado a estos objetivos, a la implementación y no a los meros anuncios de las obras públicas, y a terminar en pocos meses con el hambre a través de una enorme movilización de recursos humanos y materiales.
Proponer objetivos y no encarar los medios es malversar el lenguaje, y lo que es más grave: defraudar las esperanzas que las mismas pueden despertar.
Néstor Kirchner recogió, en sus discursos, el mensaje expresado en las calles el 19 y 20 de diciembre de 2001. Eso le dio una fortaleza que no surgía de sus magros resultados electorales. Por eso debería saber que el cumplimiento de la palabra es sagrado. Ella no puede habitar en el basurero.
El idioma de la inseguridad
La inseguridad es cierta pero está hiperinflacionada. La derecha ha encontrado el tema para recoger el calor popular de la clase media y usarlo como ariete de otros temas que son los que realmente le importan como la marcha económica, la negociación con el Fondo, las tarifas de las privatizadas y la política de Derechos Humanos. La izquierda menosprecia el tema seguridad y lo remite automáticamente a su solución en una sociedad más justa. En el medio queda un amplio campo de acción que no pasa -como sostiene la derecha- a través de Juan Carlos Blumberg por las modificaciones al Código Penal y la criminalización de la protesta. La Policía de la Provincia de Buenos Aires, con amparo político, es participe o encubre uno de cada dos delitos que se cometen en su territorio.
Richard Pennington que saneó la Policía de Nueva Orleáns, una de las más corruptas de los Estados Unidos, sugirió hace cuatro años que la Policía Bonaerense debía ser disuelta y que en la Federal había que desplazar el 25% de los oficiales.
La Justicia está atiborrada de causas, lo que implica que es necesario un incremento de presupuesto para la apertura de nuevos juzgados. En muchos casos los jueces son cómplices de libertades inadmisibles y en contra de los informes en que debería basar sus decisiones.
El Servicio Penitenciario guarda todas las rémoras de los años de plomo. Las cárceles son post grados en delincuencia.
Todo esto en el marco de una gigantesca exclusión y con una sociedad que nunca ha padecido una distribución del ingreso más desigual. La saturación en la agenda del tema inseguridad tiene como consecuencia el escamoteo de la consideración prioritaria de la pobreza, del hambre, de la imposibilidad de reinserción social.
La decisión política inclaudicable para encarar las distintas facetas de un tema complejo como la seguridad y el tiempo necesario para concretarlo, son las únicas soluciones reales, lejos de los placebos mediáticos.
La palabra convertida en basura es bueno que termine en el basurero.
La palabra y la implosión de los partidos
Uno de los méritos del gobierno de Kirchner es haber devuelto la hegemonía de la política sobre la economía. Eso permitió un blanqueo de los políticos pero no de los partidos que son meras cáscaras sin contenido. En ese vacío de la representación política se inscribe el fenómeno Blumberg. Un padre que transforma su dolor en movilización pública.
Tributario de su ideología considera, básicamente, que todo se soluciona endureciendo el Código Penal. Junto a ello había algunas propuestas interesantes como el desarme de la sociedad civil y el control de los celulares.
Pero lo que seguramente merecerá ensayos sociológicos, dentro de algunas décadas, es la aceptación de importante franjas sociales de la presunta sabiduría en materia de justicia y seguridad de un hombre que se convirtió en “erudito” de esos temas en apenas 45 días; de la enorme cobardía de muchos legisladores que aprobaron leyes en contra de sus convicciones y, posiblemente, de un Poder Ejecutivo que las promulgará en contra de lo que piensa y sostiene.
Imaginemos por un momento que Axel Blumberg no fue víctima de un brutal asesinato sino de un caso de mala praxis, que su padre convocara a dos marchas de la misma significación numérica que las conocidas, y que en las mismas propusiera la técnica quirúrgica que los cirujanos deberían seguir en ahí en más, el tipo de bisturí a utilizar, el hilo y la forma de suturar la herida. Y luego alentado por la multitud, propusiera la forma que deberían organizarse los hospitales, la educación que deberían recibir los médicos, la instrucción de las enfermeras, la arquitectura de los edificios.
Resulta ridículo. Sin embargo, sobre seguridad y justicia, a miles y miles de argentinos les resultó pertinente.
La palabra ligera, la legislación de apuro, el voto contra las convicciones, suelen en el mediano plazo terminar en el basurero.
Víctimas de la inseguridad y su discurso
Blumberg tiene un discurso general de inclusión, “todos juntos mirando para adelante”, y uno excluyente: “los Derechos Humanos para la gente y no para los delincuentes”, “invitamos a la gente decente”, que delatan la profundidad de un mensaje similar al antisemita que desmiente su prejuicio diciendo: “yo tengo un amigo judío”.
Las llamadas ‘Madres del Dolor’, cuyos hijos fueron víctimas de la acción policial y delincuencial, declararon ser solidarios con Blumberg en su dolor pero no compartir sus decisiones unilaterales. En las dos marchas anteriores fueron convocadas para ser el coro de la tragedia. El escenario era exclusivamente para Juan Carlos Blumberg.
Fernando Laborda, en su comentario en ‘La Nación’ del 20-08-2004, dejó en claro lo que se mueve detrás de Blumberg, comentario insospechable porque este diario es uno de sus principales pilares: “¿Que pasaría si la marcha del día 26, cuyo mentor espera reunir a 500.000 personas, se desviara hacia la Plaza de Mayo? No debería esperarse nada grave, por cierto, pero no podría descartarse que estuviéramos ante el germen de una coalición política.”
En ‘Ámbito Financiero’ las firmas del petitorio de Blumberg se transforman mágicamente en igual cantidad de votos.
Susana Garnil es mucho más directa: repudia a las víctimas del terrorismo de Estado ironizando sobre un Museo de la Memoria para las víctimas de los secuestros o de la delincuencia en general.
Ninguno de los dos incluye el incremento de las penas para los delincuentes de guante blanco que vaciaron el país. Esos delitos pueden alcanzar a algunos de sus asesores, amigos y seguidores.
¿Graduado en dolor o licenciado en seguridad?
El presbítero Eduardo de la Serna le respondió a Blumberg: “Éste padre pareció entender mal. Era graduado en dolor y se creyó un licenciado en seguridad y experto en legislación… Si los padres de las víctimas hicieran las leyes… se transformarían en una ley de la selva donde -como siempre- ganarían los poderosos. A muchos, en especial de la clase media residual, nada se los escucha decir de los otros dramas. Si en Torcuato, un menor es secuestrado para trabajo esclavo, nada dice Blumberg o la censora sanisidrense. Tampoco de los 28 años que llevan secuestrados lo más de 200 menores nacidos en cautiverio… Les aclaro que estoy en otra vereda y eso no me pone del lado de los secuestradores. Solidario con su dolor, no soy para nada solidario con sus causas”.
A Susana Garnil le respondió con notable precisión Sandra Russo: “La derecha argentina tuvo su oportunidad, a la luz de los desastres que provocó, para rehacerse tan derecha como quiera pero sujeta a dos o tres consensos básicos. ‘Somos derechos y humanos’, repetían las señoras de reflejitos dorados en el pelo, mocasines de campo y remeras cuello polo en los setenta, mientras sus maridos juntaban con pala la plata dulce. Hoy la mugre que generó ese sistema barre la orilla de los barrios privilegiados. El dolor da derechos, y los padres y madres que pasan por el calvario de tener a sus hijos secuestrados, con desenlaces dispares, hablan. Algunos de ellos pedirán (en las marchas) seguridad, dirán que así no se puede seguir. ¿Así cómo? ¿Con Derechos Humanos sólo para los delincuentes?. Quien adhiera a esa marcha estará también haciendo esa pregunta que no pregunta nada. Afirma que en este país algunos siguen diciendo por lo bajo las frases más terribles, inhumanas, las frases a las que nadie tiene derecho y a las que ningún dolor habilita. Quien a 30 años de la masacre sostenga que “algo habrá hecho, no es menos vil que un vulgar secuestrador”.
El dolor merece comprensión. Las obnubilaciones del discurso del sufrimiento ameritan su aceptación. Las propuestas surgidas desde la victimización deben ser discutidas y, si es necesario, rebatidas con la flexibilidad o la dureza que corresponda.
Con o sin dolor, la lengua no es un basurero.
La revaluación de la palabra
“Cosa rara: el Paraguay habla el idioma de los vencidos. Y cosa más rara todavía: los vencidos creen, siguen creyendo que la palabra es sagrada. La palabra mentida insulta lo que nombra, pero la palabra verdadera revela el alma de cada cosa. Creen los vencidos, que el alma vive en las palabras que la dicen. Si te doy mi palabra, me doy. La lengua no es un basurero.”