Opinión

Campaña anti Argentina

La revista científica Nature, la más importante en su especialidad, trae como novedad que dos ingenieros italianos han logrado hacer desaparecer objetos pequeños. Denominan al mismo ‘fenómeno de la invisibilidad’. Lo logran a través del efecto de dispersión de la luz. Otros científicos han criticado la denominación y consideran que el título correcto es transparencia. Pero Nature parece ignorar que los argentinos hemos descubierto el fenómeno de la invisibilidad mucho antes. Por eso es que se puede afirmar que Nature se ha sumado a una campaña anti Argentina, como se decía en los años de plomo. Si la revista Nature tiene algunas dudas, argumentaremos científicamente para demostrar que la invisibilidad es un descubrimiento nacional macabro a veces, perverso siempre. Y que no tiene nada que ver con la reducción del efecto de dispersión de la luz. Quien no lo reconozca, se ha sumado a una campaña anti Argentina.

Por Hugo Presman

Podemos empezar con los casetes de la AMIA, más de sesenta, que desaparecieron de dos lugares diferentes, de la SIDE y de la Policía Federal. Como eran casetes vivos se reencarnaron en otros casetes que fueron anunciados como encontrados por el Presidente Kirchner. Cuando hubo que presentarlos volvieron a desaparecer por lo que en lugar de acudir al efecto de dispersión de la luz hubo que recurrir al efecto dialéctico de: “fui mal interpretado, se tomaron mis declaraciones fuera de contexto” y ejercer presión sobre unos cuarenta testigos que habían escuchado la proclamación del sensacional descubrimiento.
Anteriormente, tanto en el atentado a la Embajada de Israel como en el de la AMIA, los policías de custodia desaparecieron en el momento en que se perpetraron ambos atentados.
Como consecuencia de una concatenación de factores y de complicidades políticas, desaparecieron la Embajada y la AMIA.
Más atrás, la dictadura criminal en el ejercicio pleno del terrorismo de Estado, hizo desaparecer más de trece mil seres humanos, negando su autoría y ocultando los cuerpos.
Para hacer desaparecer las pruebas del contrabando de armas a Ecuador y Croacia, para concretar la invisibilidad del robo, se perpetró un accidente planificado haciendo volar un arsenal junto con algunas manzanas de Río Tercero.
Los gurúes económicos hicieron desaparecer cientos de establecimientos industriales y el trabajo de millones de argentinos sugiriendo y aplicando planes económicos de ajuste permanente.
Con la devastación económica, desaparecieron la justicia y la equidad.
En el neoliberalismo feroz aplicado en la Argentina, las inversiones vienen con sociedades off shore creadas para hacer desaparecer el nombre de los inversionistas y darle cobertura legal al lavado de dinero y a la evasión.
Los políticos, los empresarios, la gente común hacen desaparecer en el olvido lo que afirmaron hasta ayer.
Mauricio Macri, reclamando por el Estado ausente al que contribuyó a desguasar y del cual algunos retazos es posible que se encuentren en su domicilio. Su padre Franco, después de apoyar la devastación ahora sostiene que no hay que pagar la deuda externa. Alberto Fernández, predicando hoy lo contrario de lo que afirmaba cuando era adlátere de Domingo Cavallo. José Figueroa, menemista recalcitrante presentado como el candidato kirchnerista a la gobernación de Santiago del Estero. Miguel Picheto, que levantó la mano para todas las privatizaciones, hoy podría alzar las dos manos para estatizarlas. Oscar Parrilli, diputado informante de la privatización de YPF, hoy se da baños diarios de nacionalismo. La lista es más interminable que el olvido, y la amnesia tan fuerte como la desfachatez.
Luis Barrionuevo, el prominente filósofo gastronómico, como tantos otros enriquecidos, convierte en su declaración jurada impositiva en invisibles sus propiedades más cuantiosas como su casa en Villa Ballester de 1.100 metros cuadrados cubiertos y su propiedad en el Club de Campo Golfers de apenas 1.600 metros cuadrados cubiertos (‘El Macho. La bestia negra de la democracia’. Biografía no autorizada de Luis Barrionuevo escrita por Daniel Olivera )
En la costa atlántica, edificios como hoteles desaparecen para el impuesto inmobiliario y se convierten en terrenos baldíos.
En Puerto Madero sucede el fenómeno inverso: modestos contribuyentes monotributistas son propietarios, y hacen visibles, departamentos de cuatrocientos mil dólares.