-¿Cuáles fueron las causas del derrocamiento de Evo Morales, considerando que fue el país que más creció en América Latina en los últimos años?
-Un aspecto importante a señalar es que no fueron las causas económicas las que originaron los últimos acontecimientos, ya que Bolivia fue el país que más creció en el continente, con una suba de 4,8 del producto bruto en los últimos cinco años. Además, se planteó una adecuada redistribución del ingreso, y con logros sociales importantes, como la disminución de la pobreza a niveles significativos. Las causas del derrocamiento del presidente Morales fueron principalmente la construcción del golpe cívico-militar-policial-mediático con una transversalidad de fundamentalismo religioso. El golpe fue construido sistemáticamente, paso a paso, y mucho tiempo antes que el proceso electoral, que sólo sirvió como excusa para justificar la exacerbación social. Es importante recordar que antes de las elecciones se le dio una singular presencia mediática a los incendios forestales, que a pesar del esfuerzo realizado por el Gobierno para aplacar los mismos fue sañuda con el presidente. A esto hay que añadir la estructuración de organizaciones urbanas con conductas fascistas. Todo esto fue construido en base a la mentira, utilizando etiquetas como corrupción, perpetuación en el poder, similitud con Venezuela, dictadura y otras. El corolario para todo esto fueron las elecciones, en las que acusaron de fraude, y sobre lo cual no aportaron para su demostración una sola prueba de su existencia. Así el presidente Morales hubiese ganado con 60 o 70 por ciento, el aparato golpista estaba preparado para desconocer los resultados. Todo esto con la complicidad de la OEA y del imperio.
-¿Existían roces con otros sectores sociales que no se sentían representados por este gobierno?
-Los problemas sectoriales estuvieron presentes. Sin embargo, éstos no tenían un carácter estructural o sistémico. Los grandes temas fueron abordados, ya sea de manera gremial con los trabajadores o con los empresarios, y cada uno de los sectores. Los conflictos aislados que se dieron en algunos momentos estuvieron direccionados a conflictos específicos de un sector de un gremio. Por ejemplo, las cooperativas mineras, o el último conflicto con el sector minero que demandaba el fallo judicial de un laudo arbitral. Por lo que se puede concluir que algún descontento producido terminó en enojo hacia la gestión del Gobierno, pero no de una manera estructural.
-¿Es posible que haya habido indicios que daban cuenta que algo así podía suceder y desde el gobierno se los pasó por alto?
-Seguramente las evaluaciones detalladas vendrán más adelante. Sin embargo, la magnitud del suceso sólo se puede comprender en la medida de la explicación de la traición de los organismos, como son la Policía y las Fuerzas Armadas, que después de las elecciones no movieron un dedo para restablecer el orden constitucional y que posteriormente se volvieron cómplices de golpe de Estado. Puede que los indicios más claros de adónde se dirigía el golpe fueron los cabildos, días antes de las elecciones, que mostraron sus señales de desacato, o de desconocimiento de resultados. Estos cabildos estuvieron sin duda financiados con abundantes recursos de origen dudoso.
-¿A su criterio, hay una raíz racial en el conflicto de la sociedad boliviana?
-Principalmente, es la herencia colonial que se ha perpetuado en una estigmatización de la gente del ámbito rural. Este aspecto fue profundizándose en determinadas regiones, especialmente el oriente boliviano, que a lo largo de las últimas décadas ha estructurado una elite empresarial con claros signos de discriminación racial. Sin embargo, eso podría ser sólo una mirada superficial, ya que el conflicto ha mostrado que el discurso contra lo plurinacional ha resucitado en amplios sectores citadinos, especialmente de sectores sociales de clases medias y acomodadas. Una rápida adscripción a estas posturas ha sido desarrollada precisamente durante el conflicto. Este aspecto tiene también una explicación en la medida en que la población urbana se hace mayoritaria en relación a la rural. Hoy existe una mayor concentración de población en las ciudades. Si a esto se añade el discurso “antiindio”, identificado en ello al presidente Morales, se completa esta intencionalidad de desconocimiento a la plurinacionalidad existente. Sin embargo, por otro lado, en el momento en que se ofende a la wiphala se generó una reacción social que muestra que su identidad cultural es más profunda que la intención de construir un discurso racial.
-¿Cómo calificaría al derrocamiento del presidente Evo Morales?
-Me parece acertada aquella definición que hacen algunos cientistas sobre lo ocurrido, y es la del calificativo de golpe híbrido, ya que el golpe en Bolivia lleva precisamente esas características: combina las viejas prácticas de tentar a los sectores represivos como policía, Fuerzas Armadas, agrupaciones cívicas, revolución de colores con los jóvenes, utilización de fundamentos religiosos. A todo ello, el uso de modernas herramientas como las redes sociales y una captación del aparato mediático. Esta práctica de golpe híbrido se ha visto en muchas regiones del mundo, y particularmente en la nuestros.
-¿Cuál es la situación actual de Bolivia? ¿Es posible una guerra civil en este contexto?
-Más allá de la exacerbación del discurso racial, la resistencia del golpe de Estado no pasa por la generación de una guerra civil. Las organizaciones sociales han acumulado formas de resistencia histórica que no pasan por esta forma de definición militar. Las organizaciones, si bien han sufrido masacres en Cochabamba, Yapacaní y Senkata durante este golpe, seguramente replantearán su estrategia de resistencia a la represión militar y policial. A pesar del momentáneo éxito de aislar a los movimientos sociales, éstos siempre encuentran los espacios para su reconstitución horizontal de modo de generar una resistencia mucho más amplia.
-A su criterio, ¿cuál es futuro político de Evo teniendo en cuenta que si vuelve corre riesgo de vida?
-El presidente Evo es un luchador con mucha conciencia, es un líder que ganó su espacio en las múltiples batallas desarrolladas por el pueblo boliviano. Demostró su validad de estadista en base a un trabajo esforzado sin medir o escatimar su tiempo. Generó los 13 años más importantes de la historia de Bolivia. Reivindicó a los sectores más empobrecidos. Por esto, y seguramente más allá de las dificultades que pongan los enemigos, estará presente en cada una de las batallas que desarrolle el pueblo boliviano. Es casi seguro que pretenderán anular su presencia política a través de la judicialización, tal cual ha ocurrido como otros líderes de Argentina, Brasil o Ecuador. Pero Evo retornará victorioso al espacio político en Bolivia de la mano de los movimientos sociales y de la historia.