A propósito del potente discurso de Inauguración de la 46° Feria del Libro de Buenos Aires

Saccomanno, el «tselem», la «neshamá», y la inocencia despojada

De la crítica política a la política crítica, este es el pasaje al acto. Saccomanno lee este intersticio: que toda la literatura argentina está signada por la violencia política. Claro, no es ninguna novedad. David Viñas, Ricardo Piglia, Josefina Ludmer, Beatriz Sarlo han intervenido de forma crucial para destacar esto.
Por Facundo Milman

Tomar la palabra de forma pública siempre es con efectos y, en este caso, es más notable. Dios, al hacer a su criatura, dice “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. El problema que se plantea es (quizás) uno de los enigmas más grandes de la historia de la narración bíblica: ¿qué significa a nuestra imagen y semejanza? ¿Qué es la imagen? Si vamos a las fuentes bíblicas, si vamos a leer el hebreo bíblico, imagen es tselem. Y tselem significa imagen plástica, hombre plástico. El tselem es la singularidad que reside en cada ser humano. La imagen, el tselem, constituye una entidad que media entre el cuerpo y el espíritu –ruaj-. Esa entidad es la neshamá, el alma. En contraste, la semejanza es el cuerpo, la materialidad, la carne. Si la literatura argentina se las tiene que ver con el cuerpo, ¿quién se la ve con el espíritu? Y, ¿Qué tiene que ver esto con la palabra? Que Dios, en precisión, le lega su imagen al hombre: un hombre que desciende sus niveles, que no es tan poderoso como un Dios, pero que debe responder por y con la palabra. La palabra responsable, la palabra de la cual se tiene que hacer cargo. Responsable de la memoria.
En un sentido más mundano, el periodista Guillermo Saccomanno abrió la Feria Intencional del Libro en su edición número cuarenta seis y las reacciones no tardaron en llegar. Saccomanno reconoce que tuvo como profesores a David Viñas, por caso, un intelectual crítico en oposición al intelectual domesticado y representado por Domingo Faustino Sarmiento. La oratoria principal si bien tuvo buena acogida, es notable que la crítica política -porque, ante todo, fue un discurso de crítica política- se inscribe en el presente. Entonces insistir en apreciar ciertos vaivenes de la apertura.
En primer lugar, Saccomanno mencionó el papel. Tema más que reconocido en el ambiente editorial. El papel en la Argentina está en falta, como nosotros. En falta de dinero, en falta de lecturas, en falta de escrituras. Por lo tanto, es de una correlación pertinente notar que el papel es la condición material de existencia de libro. El libro, como tal, existe en tanto que haya papel. Si el papel no está, no hay libro. Pero Saccomanno mencionó una marca por una razón singular -aunque no es un dato menor-: habló sobre sus propietarios. La familia Blaquier-Arriete, es decir, la propietaria de Ledesma. Y esto determina una realidad: quienes manejan el papel, manejan lo que se lee. Esa es la verdad y la realidad material de la Argentina. Aun así cabe destacar otra cosa: la otra familia, es decir, la familia Urtubey. Familia más reconocida, en estos últimos años, por el ex gobernador de Salta. Estamos en presencia de un duopolio: los Blaquier-Arriete y los Urtubey.
Nos interesaba mencionar la otra faceta de la exposición de Guillermo Saccomanno. La forma, la entonación, cómo se dice aquello que se dice. Y la forma determina el contenido, sea literario o no. La reflexión que trató de llevar a cabo fue desordenada. Es evidente que mezcló, y Buenos Aires es una cultura de mezcla, la producción de papel con la escritura. Una crítica política debe preocuparse, por lo pronto, por la forma en la que se dicen las cosas. Una lección inaugural no puede ni debe estar pronunciada por una mescolanza tan dispar. Quizás no es del todo correcto hablar sobre la escritura, un monje y, en un mismo tiempo, un recuerdo autobiográfico. Pero tratemos, y lo hago extensivo, de quedarnos con la crítica política. Crítica política sobre la impugnación al funcionamiento de la industria editorial. Esta es la condición material de producción de un libro. Ni más ni menos. Porque sin la condición material, ¿cómo hacer una tecnología tan austera y antigua como el libro? Porque recordemos: el libro es la tecnología más antigua de la humanidad. Si la letra y la palabra son órdenes provenientes de la divinidad, lo sabemos por ser “el pueblo del Libro”, el libro es humano. El libro -secular, errante, mundano- es la tecnología primera del ser humano. Por eso es importante recalcar, subrayar y volver a nombrarlo. Sin condición material de producción, no hay posibilidad alguna de esta tecnología. Ahora, de forma un poco más certera, la exposición de Saccomanno demostró algo: que faltaron nombres. Nombres que estaban de espectadores. Él tuvo la posibilidad de hablar sobre ciertos personajes que lo escuchan, al parecer, de forma atenta. Pero ha desistido y eso también hay que mencionarlo.
Hablamos de condiciones materiales de producción de un libro, aunque también hay que nombrar las condiciones materiales de existencia de la persona que escribe (que no es, de forma necesaria, un escritor: tantos que escriben sin leer, tantos que leen sin escribir). Una de las tantas aristas -desorganizadas, mezcladas, itinerantes- del discurso de Guillermo Saccomanno fue que cobró por escribir lo que dijo y, en la lectura sostenida hasta este momento, esta es la más determinante. Porque, ante todo, escribir es un trabajo. Subrayémoslo. Escribir es un trabajo más. Porque escribir, en lo fundamental, está precedido por años de formación, de escrituras y, sobre todo, de lecturas. Saccomanno luego dio la cifra de lo que cobró por el trabajo y, si bien no nos interesa el monto específico, lo que puede llegar a interesar fue que sustrajo una suma de dinero a los descendientes de las grandes familias de este bendito país.
Si seguimos con esta perspectiva de argumentación, Saccomanno llegó a un punto crucial: la teoría literaria. En particular: pienso en David Viñas, Ana María Barrenechea, Josefina Ludmer, Beatriz Sarlo, Nicolás Rosa, Noé Jitrik, entre muchos otros excelentes críticos y teóricos literarios. Saccomanno mencionó a Terry Eagleton. David Viñas, en Literatura argentina y (realidad) política, lo cita: “Una lectura política empieza por leer el interior de los textos”. De la crítica política a la política crítica, este es el pasaje al acto. Saccomanno lee este intersticio: que toda la literatura argentina está signada por la violencia política. Claro, no es ninguna novedad. David Viñas, Ricardo Piglia, Josefina Ludmer, Beatriz Sarlo han intervenido de forma crucial para destacar esto. “Si escribimos, no podemos jugarla de inocentes”, dijo Saccomanno. Sí, no se inocente cuando se escribe. Esto también es la política de la crítica. No hay ni existe tal inocencia cuando tomamos la palabra. Porque así arranqué este texto: cuando tomamos la palabra -sea de forma escrito u oral, sea en una intervención o un discurso, sea en un texto académico o en un congreso de literatura- es con efectos. La inocencia, cuando se trata de literatura, no existe. Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.