Gorbachov y Alfonsín: dos líderes que cambiaron el rumbo de la historia

El recuerdo de un encuentro entre el último líder soviético -fallecido en agosto pasado a los 91 años- y el expresidente argentino, en un momento que marcó un antes y un después en los procesos políticos de América latina y del mundo.
Por Fabián Bosoer

Hace 40 años, la Argentina salía de la derrota en la guerra de Malvinas, un conflicto bélico que la enfrentaría con las principales potencias occidentales -Gran Bretaña y detrás los EE.UU. y la OTAN-, lo que precipitaría la retirada de la dictadura militar que más estragos había provocado al país en su historia. En esa cuenta regresiva final, nuestro país empezaba a caminar hacia la recuperación de la democracia, en un proceso de transición que se fue expandiendo a toda América latina y de alguna manera adelantó el fin de la Guerra Fría, la confrontación bipolar que había mantenido al hemisferio bajo la hibernación del conflicto Este-Oeste.
Mientras tanto, en la Unión Soviética, la invasión a Afganistán (1979) era una demostración última de poderío militar de una superpotencia que venía manifestando síntomas inocultables de estancamiento y declinación. En Buenos Aires y en Moscú, dos líderes renovadores asomaban su cabeza en un mundo que empezaba a introducirse en cambios y transformaciones profundas, y de impredecibles proyecciones: Raúl Alfonsín y Mijail Gorbachov. Vale la pena remarcar algunas coincidencias: Alfonsín llega al gobierno en 1983, Gorbachov es designado como secretario general del Partido Comunista, el cargo más alto del régimen soviético, en 1985. Alfonsín había nacido en 1927, tenía 56 años al asumir la presidencia. Gorbachov nacido en 1931, tenía 54 cuando alcanzó esa cima. Habría otras.
Un año más tarde, el lunes, 13 de octubre de 1986 Alfonsín llegaba a Moscú, como parte de una gira internacional que incluirá también una visita a La Habana. Era la primera vez que un presidente argentino realizaba una visita oficial a la Unión Soviética y a la Cuba de Fidel Castro. A su arribo a la capital soviética, Alfonsín fue recibido por el presidente del Soviet Supremo Andrei Gromyko. Al día siguiente, se reunirá con Gorbachov y más tarde participará de una ceremonia en la Universidad Estatal de Moscú donde recibirá el título de Doctor Honoris Causa en reconocimiento por su contribución a la ciencia, la promoción de la paz y la cooperación entre las naciones.

Alfonsín y Gorbachov conversarán en la ocasión sobre la situación internacional, los peligros y las oportunidades. Así relatará Alfonsín, años más tarde, detalles de ese encuentro:
“Fue una conversación seria, positiva y útil, ordenada, y sobre todo muy cordial. En sus primeras palabras, y a modo de saludo, el secretario general expuso la opinión positiva que tenía acerca de lo que llamó el ‘realismo constructivo’ de la política exterior argentina. Creo recordar que esta expresión estaba referida, no sólo a las relaciones de la Argentina con la Unión Soviética y los países socialistas en general, sino también a nuestra vinculación con las naciones subdesarrolladas y a la actividad que desarrollábamos en procura de la integración latinoamericana. También se refirió Gorbachov a nuestros aportes en el campo de las relaciones Oriente-Occidente, particularmente en lo tocante a los peligros que trae consigo la carrera armamentista (…)”.
“En fin, la entrevista se desarrolló en un clima realmente cálido, amistoso, y se prolongó bastante más de lo habitual en reuniones de este tipo”, remarcó Alfonsín, y detalló así la agenda de lo tratado: “Hablamos, desde luego, de todo lo vinculado con la iniciativa del Grupo de los Seis, de la necesidad de lograr un nuevo orden económico mundial que excluyera la explotación de un país por otro país. Gorbachov fue muy ilustrativo al exponer lo que describió como la concepción de la diversidad y la integridad en el mundo. Señaló que este concepto formaba parte de la política exterior soviética y que en él se le reconoce a cada país el derecho a que se respete su elección política y social”. “También conversamos sobre diversos problemas latinoamericanos en relación con la situación general de la región y especialmente en cuanto al problema de Nicaragua. A este respecto, el secretario general expresó su apoyo al Grupo de Contadora”.
“Conversamos además sobre la anterior reunión de los países no alineados en Harare, Zimbabwe, donde nosotros pusimos de manifiesto una vez más nuestra posición en procura de un movimiento que fuera efectivamente no alineado”.
“Analizamos también nuestras relaciones bilaterales, creo que con bastante detenimiento y con comprensión recíproca. Desde luego, puse de manifiesto mi interés en el desarrollo de los vínculos económicos entre la Unión Soviética y la Argentina”.
También compartía, allí, Alfonsín, en 1987, su impresión personal sobre el Gorbachov que había conocido: “Me impresionó muy bien. Linda planta de hombre; bajo, sólido, de apariencia muy saludable y de un aire juvenil que es una novedad en la conducción soviética. Se trata de un nuevo tipo de dirigente, que sabe lo que quiere, adónde va y cómo ir. Ha de ser, sin duda un pionero en muchas cosas…” (“Por qué, doctor Alfonsín”, Conversaciones con Pablo Giussani, Sudamericana-Planeta, 1987, p. 147/148).

No se equivocaría Alfonsín en ese juicio: como él mismo, Gorbachov fue un pionero en muchos aspectos. Con el “glasnost” y la “perestroika” había iniciado la salida incruenta de un régimen comunista a otro con mayor apertura y libertades. Luego del viaje de Alfonsín, el canciller soviético Eduard Shevardnadze visitó nuestro país. El balance de su visita fue positivo en lo político: el funcionario soviético destacó la posición de la Argentina en el mundo, su papel dinámico en el Movimiento de los No Alineados, su papel en el Grupo de los Seis y en el Grupo de Apoyo a Contadora para la paz en Centroamérica.
Lo curioso es que Gorbachov realiza su primer viaje a América latina como presidente de la Unión Soviética recién en abril de 1989. Y tuvo como destino la Cuba de Fidel Castro, como era lógico. Allí anunciaba, al aterrizar en La Habana, las primeras bases de una nueva relación con América Latina. Gorbachov afirmaba que «se refuerza el proceso de la democracia» en el continente americano, y exhortaba a respaldar ese camino. En presencia del presidente cubano, Fidel Castro, el líder soviético expresaba ante las pantallas de las televisiones soviética y cubana su convicción de que esta región tenía un gran porvenir y podría convertirse en el «gigante del futuro».
Lo que no pudo saber ni prever es que estaba al mismo tiempo desatando las fuerzas centrífugas de la desintegración de la URSS, una ola que le pasaría por encima en 1991, convirtiéndolo en el último presidente de la era soviética, sepulturero del régimen instaurado con la Revolución bolchevique de 1917. Gorbachov retribuirá, como expresidente, la visita de Alfonsín en diciembre de 1992. Ambos ya fuera del poder coincidirían en evaluar triunfos y derrotas, éxitos y fracasos entre una década y la que le siguió. Alfonsín muere el último día de marzo de 2009, a los 82 años. Gorbachov, retirado de la vida pública, muere a los 91, el anteúltimo día de agosto de 2022. Dos líderes reformistas que condujeron la salida de un tiempo de oscuridad y transiciones que tomarían otros caminos.