Analistas israelíes indicaron que Olmert persigue hacerse con el respaldo de los miembros del gabinete por su insistencia en descartar la formación de una comisión judicial para investigar la actuación de los dirigentes israelíes durante los enfrentamientos con el Hezbollah.
Después de que Olmert realizara estas declaraciones, algunos partidos y grupos políticos lanzaron inmediatas protestas en su contra. La postura que defiende es que únicamente una comisión judicial investigadora podrá evaluar las relaciones de influencia recíproca entre los dirigentes del Gobierno y del Ejército.
Los resultados del sondeo publicados el 26 de agosto por el diario israelí «Yediot Aharonot» indicaron que el 63% de los encuestados pedía la renuncia de Olmert, líder del Partido Kadima.
Después de que la Resolución 1701, aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU, entrara en vigor el pasado 14 de agosto, el respaldo a Olmert se desplomó como consecuencia de su comportamiento durante la guerra con Hezbollah.
Además, el sondeo indicó que el 74% de los encuestados exige la dimisión de Amir Peretz, ministro de Defensa, lo que produjo un gran impacto en el Partido Laborista.
Los parlamentarios del Partido Laborista amenazaron con oponerse a la votación del proyecto presupuestario argumentando que obstaculizaría el desarrollo de la economía social del país, por lo que el Gobierno de coalición liderado por Kadima y el Laborismo se encuentra sumido en una crisis de confianza.
Los analistas locales indicaron que las declaraciones de Olmert realizadas el lunes aún no han conseguido apaciguar las críticas del pueblo israelí, y que probablemente hará esfuerzos tanto en el interior como en el exterior con el objetivo de resolver esta crisis de confianza.
En primer lugar, el Gobierno israelí hará todo lo posible por buscar la liberación de los soldados secuestrados. Olmert prometió que los traerá de vuelta a sus hogares.
Segundo, es posible que el Gobierno israelí no insista más en aplicar el plan unilateral de retirada de Cisjordania para que el pueblo disipe las dudas. Olmert planteó llevar a cabo la segunda fase del plan unilateral de retirada antes de las elecciones generales celebradas el pasado mayo, lo que fue puesto en duda por los derechistas. En este aspecto Olmert carece, además, del respaldo de la comunidad internacional.
En el tercer lugar, el Gobierno de coalición liderada por Kadima y el Laborismo solamente ocupa una mayoría exigua en el Parlamento. Para consolidar su poder, Olmert necesita atraer a los izquierdistas y a los grupos religiosos para que participen en el gobierno de coalición bajo la circunstancia de que algunos parlamentarios del Partido Laborista no cooperen.