Israel, sin alternativa.

Cuando parecía que con el acuerdo de normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudita los palestinos iban a quedar absolutamente aislados, Hamas los vuelve a poner en el escenario haciendo lo que hace siempre: matar judíos. Cuando la respuesta israelí se consolide y las imágenes de lo que va a dejar la respuesta israelí llegue a los celulares de la “calle árabe”, los líderes de los países árabes y musulmanes que sacaron a los palestinos de la agenda regional hace rato para acercarse a Israel, tardarán menos de un instante en volver a prestarles a atención.
Por Damián Szvalb

Nadie esperaba nada de lo que sucedió y todo lo que sucedió cambiará para siempre a Israel y a la región. Ni en sus más optimistas escenarios Hamas habrá pensado que iba a entrar tan fácilmente a territorio israelí y que lo iba a recorrer sin ninguna oposición matando y secuestrando a civiles y soldados. Tampoco nadie imaginaba que todos los sistemas de vigilancia israelíes, quizás los más sofisticados del mundo, iban a fallar de la forma en que lo hicieron.

Con esta masacre, algunas certezas cayeron para siempre en Israel. Entre ellas, la invulnerabilidad militar israelí y la capacidad de Bibi Netanyahu para garantizar la seguridad de los ciudadanos. También la estrategia statusquista con relación a los palestinos por parte de Israel.

Cuando parecía que con el acuerdo de normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudita los palestinos iban a quedar absolutamente aislados, Hamas los vuelve a poner en el escenario haciendo lo que hace siempre: matar judíos. Cuando la respuesta israelí se consolide y las imágenes de lo que va a dejar la respuesta israelí llegue a los celulares de la “calle árabe”, los líderes de los países árabes y musulmanes que sacaron a los palestinos de la agenda regional hace rato para acercarse a Israel, tardarán menos de un instante en volver a prestarle a atención.

El gobierno de Israel no tiene entre sus opciones otra alternativa que no sea una respuesta militar para que la masacre no quedé impune y para empezar a recuperar el poder de disuasión del país que ha quedado muy dañado. Para eso, de mínima, deberá sacar a Hamas de la Franja de Gaza. Y para hacerlo deberá emprender una invasión terrestre que hasta ahora siempre evitó, por lo menos en gran magnitud. Las razones son evidentes: los soldados se encontrarán con trampas mortales en un territorio abarrotado de civiles que quedarán indefectiblemente en la línea de fuego.

Además de todo esto, Bibi Netanyahu estará condicionado por los más de 130 israelíes que Hamas secuestró. La opinión pública de Israel está pendiente del destino de los rehenes.

A nivel regional, este conflicto amenaza -como nunca lo hizo-, con expandirse hacia Irán. Ya nadie tiene dudas, aunque quizás falten pruebas, del involucramiento iraní en esta operación terrorista. De comprobarse, no se puede descartar un enfrentamiento directo entre Irán e Israel. Resta saber qué va a hacer Hezbolá, pero es probable que decida abrirle un frente de guerra a Israel en el norte. 

A diferencia de la guerra de Kipur, en la que Israel debía actuar rápido porque su existencia estaba en juego, acá tiene margen para pensar sus movimientos. De la peor manera se abrieron escenarios simultáneos a los que necesita hacerle frente. Hamas, Hezbola e Irán y en medio de todo esto la vida de 130 rehenes.