La masacre no acabará con la utopía sionista de los 11 kibutzim del Néguev

Los medios digitales y las redes sociales siguen cubriendo la masacre del sábado negro como un espectáculo macabro porque, inevitablemente, necesita informar sobre la letalidad perversa de Hamas. La cobertura mediática de una sucesión violenta de sangre y muerte que diezmó la vida de 1400 israelíes visibiliza los rostros y nombres de las víctimas, y aún más desde la reciente liberación de algunos kibutznikim. Sin embargo, continúan sin conocerse las identidades y memorias colectivas de los kibutzim asaltados. En el extremo opuesto, manifestantes de izquierda destruyen carteles y despegan imágenes con rostros y nombres de rehenes secuestrados de los kibutzim por brigadistas al-Qassam y eluden mirar a los ojos de la gente que vivía en esas comunas socialistas. También estos depredadores «progres» son invisibilizados en los medios.
Por Leonardo Senkman, desde Jerusalén

Tragedias monstruosas como la masacre del 7 de octubre siguen reclamando que periodistas de investigación, junto a activistas de derechos humanos, se ofrezcan a colaborar recopilando información sobre la historia de esos kibutzim. Sería una cobertura reparadora que, además de abatir discursos de odio, resguardaría no solo la memoria individual de las víctimas, sino también la memoria colectiva de los kibutzim.

Hay datos básicos sobre el origen de los kibutzim aledaños de la Franja de Gaza que no se conocen en absoluto. No basta informar, por ejemplo, que el kibutz Be’eri encabeza la estadística luctuosa con no menos de 130 de sus miembros asesinados. También resulta impostergable revelar jirones de vida de algunas mujeres muertas el sábado sangriento: la canadiense israelí Vivian Silver (74 años, Q.E.P.D.), fue activista de derechos humanos, cofundadora de Women Wage Peace; durante años acompañó a gazatíes enfermos de cáncer a hospitales en Israel. «Hamas no logró asesinar su esperanza de reconciliación», dijo una camarada para despedirla en el entierro en el kibutz Gesser, al que vinieron los diputados palestinos israelíes Ahmad Tibi y Ayman Odeh.

Los medios recuerdan que el 10 % de los habitantes del kibutz fueron asesinados o secuestrados y decenas de viviendas incendiadas. Pero Be’eri, además, merece ser recordado como un kibutz pionero, junto a otras 10 comunas socialistas fundadas en 1946, al noroeste del desierto de Néguev, en abierto desafío al imperio colonial mandatario de Palestina.

Aunque históricamente el Néguev era parte de una región separada, fue incorporada al Mandato Británico de Palestina en julio de 1922, una región desértica y semidesértica que siguió siendo exclusivamente árabe hasta 1947. Recién entonces la Partición de Palestina sancionada por la ONU para establecer un estado árabe incluyó el Néguev dentro del futuro Estado judío, en noviembre 1947. Por el contrario, un año antes —en julio de 1946—, el Plan Morrison-Grady proponía otra partición territorial que destinaba al Néguev como integrado exclusivamente al Estado árabe.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, la posición británica en Palestina se volvía insostenible ante la perspectiva de que miles de refugiados y sobrevivientes judíos de la Shoah pugnaran por emigrar a Palestina. En abril de 1946, Gran Bretaña y Estados Unidos enviaron una comisión investigadora encabezada por Herbert Morrison, representante del gobierno laborista británico, y Henry Grady, en representación del gobierno de Estados Unidos. El Plan Morrison-Grady de julio de ese año recomendaba la división de Palestina en regiones árabes y judías semiautónomas, mientras que el Alto Comisionado británico continuaría controlando la defensa, las relaciones exteriores, las aduanas y la inmigración. El Plan contemplaba una cuota de 100.000 refugiados judíos que serían admitidos en Palestina durante el primer año, pero después las cuotas de inmigración serían fijadas por los británicos. Previsiblemente, fue rechazado tanto por los árabes como por los judíos (Sachar, Howard. Europe Leaves the Middle East, 1936–1954. New York: Knopf, 1972).

Ahora bien, el rechazo de las autoridades sionistas contra la continuidad del dominio británico no fue solo diplomático. También se decidió ampliar, de manera muy significativa, once asentamientos judíos en el Néguev, a fin de garantizar su inclusión dentro del futuro estado judío.

La respuesta de las instituciones de la sociedad civil al Plan Morrison-Grady, 11 puntos, fue parte de una estrategia hebrea anticolonial, no violenta. Entre las instituciones civiles que antecedieron al entonces «Estado judío en marcha» y resistieron el plan británico, sobresalieron el Fondo Nacional Judío, la Agencia Judía para Palestina, las Fuerzas de Defensa de la Haganá y la Compañía de Agua Mekorot.

Históricamente, dos rasgos significativos pautaron la fundación de los once asentamientos agrícolas en 1946 —entre ellos, el kibutz Be’eri—: su carácter de resistencia antibritánica no violenta y la no ocupación de tierras de beduinos.

Menos de tres meses antes, en cambio, otra estrategia —esta sí, violenta y de la ultraderecha sionista antibritánica— había logrado una de sus acciones más espectaculares. La organización clandestina Etzel,dirigida por Menajem Begin, había perpetrado un impresionante acto terrorista contra el Imperio Británico: el 22 de julio de 1946, una explosión destruyó los siete pisos del ala sur del Hotel Rey David en Jerusalén, sede del Gobierno Civil del Mandato Británico de Palestina, el Cuartel General del Ejército y la División de Investigación Criminal. El resultado fue la muerte de 91 personas, incluidos el personal militar y civil británico, así como civiles árabes y judíos que se encontraban en el hotel.

En sus antípodas, la fundación de Be’eri y otros diez asentamientos kibutzianos en el Néguev noroccidental formaba parte de la estrategia sionista mayoritaria que proponía lograr el fin de la potencia mandataria mediante un enfrentamiento no violento. La estrategia de extender la red de asentamientos rurales era parte indisociable de la construcción de la infraestructura socioeconómica de la sociedad civil hebrea, que preparaba el advenimiento del futuro Estado-nación Israel. Los asentamientos agrícolas fueron la vanguardia rural en el proyecto de construcción de la nación hebrea, junto con instituciones de la sociedad civil; entre otras, la Histadrut, la CGT de trabajadores, baluarte del laborismo israelí con cooperativas de productores y consumidores asociadas: Kupat Jolim (mutual de salud) ; Solel Bone (cooperativa de vialidad y construcción de viviendas); la empresa industrial Koor y Telrad de telecomunicaciones, además del conglomerado empresarial Jevrat Haovdim con gestión de trabajadores afiliados a la Histadrut (Shternell, Zeev. The Founding Myths of Israel: Nationalism, Socialism, and the Making of the Jewish State, 1996)

La fundación de los 11 puntos rurales en el Néguev ejemplifica dicha estrategia de resistencia antibritánica por medios no violentos. Otro de sus rasgos importantes fue la negativa a colonizar tierras ocupadas por tribus beduinas seminómadas del Néguev o terrenos de pastoreo para cría de ganado o labores agrícolas. En ninguno de los 11 puntos contiguos a Bee’ri residían aquellos beduinos expulsados a Gaza después de la guerra de 1948, como ocurrió con los beduinos de Khirbet Zubaleh (Suhad Bishaa & Hance Naamij. Nomads against their will. The attempted expulsion of the Arab Bedouin in Naqb, Adalah, septiembre 2011)

Los preparativos del operativo 11 puntos fueron realizados en absoluto secreto, tarea difícil en una comunidad judía pequeña y muy unida, donde todos conocían los asuntos de todos. Pero el objetivo se logró y tras la puesta del sol luego del ayuno de Yom Kipur, el 6 de octubre de 1946, once grupos de pioneros jalutzim llegaron a sus once destinos y levantaron, simultáneamente, los once kibutzim en una sola noche, los 11 puntos del Néguev. Frente a la Franja de Gaza nacieron dos de los kibutzim atacados por Hamas el sábado sangriento, Be’eri, Nirim, vecinos de Kfar Darom, y Tekuma. Otros kibutzim aledaños fueron Kedma y Gal-On en el noreste; Shuval y Mishmar HaNegev, un poco más al sur; Nevatim y Hatzerim, cerca de Beer Sheva, y Urim al oeste.

El anuncio de que estos 11 puntos fueron levantados de la noche a la mañana tomó por sorpresa a toda la comunidad judía de Palestina y creó un inmenso sentimiento de orgullo y esperanza hacia el futuro. Pero antes de que tuvieran tiempo de construir sus casas y antes de disfrutar de las primicias de la tierra sembrada en el Néguev, estalló la Guerra de Independencia. Los escasos 400 nuevos jalutzim que habitaban aquellos asentamientos rurales en 1946 tuvieron que transformarse, de colonos, en escudo humano defensores del naciente Estado judío, para luchar contra el ejército de Egipto. Junto a una brigada del Palmaj, aquellos precarios 11 puntos ayudaron a decidir el destino del Néguev como territorio del incipiente Estado de Israel.

Osadía jalutziana y artística del kibutz Be’eri

El kibutz Be’eri, establecido el 6 de octubre de 1946 como uno de los 11 puntos del Néguev y situado cerca de Wadi Nahabir, jugó un rol destacado. Sus fundadores fueron miembros del movimiento jalutziano HaNoar HaOved VeHaLomed. Lleva el nombre de Berl Katznelson, ya que Be’eri (Beeri, un nombre bíblico) era el seudónimo del conocido dirigente sionista socialista. Be’eri tenía una población de no más de 150 habitantes en 1947. El grupo se amplió con jóvenes judíos de Irak que llegaron atravesando el desierto a pie. Durante meses el kibutz estuvo completamente aislado mientras resistía al ejército egipcio cuando estalló la guerra en mayo de 1948; los defensores del kibutz mantuvieron su posición hasta la liberación del Néguev en octubre de 1948. Después de la independencia de Israel, se trasladó tres kilómetros al sureste hasta su ubicación actual.

Desde su nacimiento, pues, Beeri ha sido un kibutz fronterizo acechado por la violencia desde Gaza, lo que no le impidió crecer y llegar a albergar 1200 almas. En vísperas de la devastación sufrida el 7/10, era la localidad más poblada entre todas las del Consejo Regional Eshkol.

Desde la Segunda Intifada, el kibutz Be’eeri sufrió ataques con cohetes Qassam y combates cerca de la barrera Israel-Gaza a ocho kilómetros de distancia.

A diferencia de muchos kibutzim que han sido privatizados, Kibutz Be’eri conserva la antigua estructura cooperativa y es considerado uno de los kibutzim más ricos de Israel. La principal fuente de ingresos, la imprenta Be’eri, se expandió mediante la impresión de paquetes, álbumes de fotografías en línea y material de marketing profesional para pequeñas empresas. También opera una empresa de tecnología alimentaria, Hinoman, que cultiva Mankai (Wolffia globosa), un supervegetal rico en nutrientes cultivado mediante hidroponía sostenible. Además, cultiva jojoba, para comercializar el aceite de la fruta destinado a la industria cosmética, y desarrolla una lechería boutique que produce queso artesanal de primera calidad.

Toda esta vitalidad productiva, social y artística fue destruida por la masacre el sábado sangriento del que los medios no dejan de informar. El kibutz Be’eri no era conocido fuera de Israel antes de que 70 terroristas de las brigadas al-Qassamdel Hamas asaltaron el kibutz casa por casa, asesinando a 130 hombres, mujeres, niños y bebés. También secuestraron personas, ametrallaron y prendieron fuego a numerosos edificios. Los terroristas vinieron acompañados de un equipo de cámara y un periodista, con el designio de documentar el asalto en tanto «heroica» victoria palestina en virtud de ostentar un récord: el 10 por ciento de la población kibutziana masacrada. También filmaron el espectáculo de la toma de rehenes de 50 personas en el comedor del kibutz Be’eri, quienes afortunadamente fueron liberados cuando arribaron fuerzas de Tzahal. Por desgracia, muchos otros escondidos, pero descubiertos en sus refugios, no tuvieron esa suerte: 26 fueron secuestrados y filmados en motocicletas y autos mientras los llevaban hacia la Franja de Gaza.

El Kibutz Be’eri, luego del ataque del 7 de octubre

Me pregunto si habrían sido también filmados los diez niños atados y quemados vivos según el testimonio de Yossi Landau, jefe regional de la organización voluntaria ZAKA, que rescata, recupera e identifica víctimas fatales de ataques terroristas.

Con toda certeza, a los terroristas del Hamas no les interesó filmar una pintura que sobrevivió a su tiroteo contra la galería de arte del kibutz Beeri, una de cuyas balas perforo el cuadro Curving Road de Ziva Jelin. La Galería Be’eri fue inaugurada en octubre de 1986 en el sótano del comedor del kibutz; su Declaración de Propósitos pinta de cuerpo entero a la gente del kibutz: «Añadir al consumo de pan el cultivo del espíritu mediante la creación artística, porque no sólo de pan vivirá el hombre».

La pintora Ziva Jelin, anterior curadora, comentaba el objetivo de la Galería: «Llevar lo mejor del arte israelí contemporáneo a nuestra periferia y exponer al público a la cultura y el arte que tiene lugar en Israel». En diciembre de 2007 se reabrió por segunda vez la galería en la parte sureste del antiguo comedor, un salón nuevo, más espacioso y con techo alto, que fue acribillado por los terroristas.

Jelin y su familia se escondieron durante horas en el refugio antiaéreo en su casa del kibutz mientras el vecindario permanecía sitiado. Los residentes que lograron esconderse todo el tiempo sobrevivieron y finalmente fueron evacuados, entre ellos Ziva. También fue evacuado uno de sus cuadros, Curving Road. Dos manchas blancas causadas por la metralla perturban el fondo acrílico completamente rojo del paisaje melancólico de asfalto vacío que conduce al kibutz Be’eri. Desde el ataque, Jelin pinta sin parar. «Veo estas pinturas como sobrevivientes. Así como nosotros sobrevivimos, ellos sobrevivieron. Sobrevivimos a una masacre horrible y esto es lo que queda de eso. Esto es testimonio. Las pinturas de hoy son testimonio de lo que todos hemos pasado», dijo (REUTERS. Ronen Zvulun, 12 de noviembre de 2023).

También darán testimonios algunos de los primeros 13 rehenes recientemente liberados que vivían en kibutz Be’eri. Aún no logran habar, pero posiblemente lo harán después de que se recuperen. Noga Weiss, de 53 años y su hija Shiri, de 18, o Shoshan Haran, de 67, con su hija Adi Shoham, de 38 años, aunque transcurrirán años antes de que sus dos nietos liberados (Yehal, de 3, y Naveh, de 8) puedan hablar en voz alta de su cautiverio. Solo el tiempo nos dirá cuándo podrán hacerlo Hila Rotem Shoshani, de 13 años, cuya madre sigue secuestrada, o Emily Hand, de 9, y los hermanos Alma y Noam Or, de 13 y 17 años respectivamente.

Kibutz Nirim, ideología sionista-socialista frente a Gaza

Asimismo, los medios están informando que varios ancianos, adultos y niños, liberados recientemente, son miembros de Nirim, el kibutz que, junto con Be’eri, era otro de los 11 puntos del Néguev levantados en la noche del 6 de octubre 1946.

En hebreo, Nirim, ese otro kibutz en el noroeste del Néguev, frente a la Franja de Gaza, a siete kilómetros al este de Khan Yunis, significa ‘iluminado’ y ‘campos arados’. Uno de sus fundadores fue Dan Zur, quien se convertiría en uno de los principales arquitectos paisajistas de Israel. Nirim lleva el nombre de la brigada Nir del movimiento juvenil sionista socialista Hashomer Hatzair, algunos de cuyos miembros ayudaron a establecerlo originalmente en un sitio llamado «Dangour», ya que esas tierras habían sido compradas por Shalom Dangur, un judío iraquí filántropo. Al estallar la guerra el 15 de mayo de 1948, el kibutz fue el primer asentamiento en ser atacado por el ejército egipcio. Los pelotones de la Haganá estaban estacionados en tres kibutzim: Be’eri (el cuartel general), Yad Mordechai y Nirim.

Durante la batalla, Nirim contaba solo con 39 defensores frente a la fuerza invasora formada por un batallón de artillería, otro de infantería y decenas de vehículos blindados. Ocho miembros del kibutz murieron y cuatro resultaron heridos; todos los edificios del kibutz fueron incendiados, y murieron los animales. Finalmente, los egipcios decidieron renunciar a la captura del kibutz. El grupo Nirim pasó la guerra en refugios y cuevas que cavaron ellos mismos. Tras el fin de las hostilidades consiguieron salir sanos y salvos y entablaron conversaciones con el ejército y las autoridades estatales: Tzahal codiciaba el lugar por su ubicación estratégica, pero los kibutznikim preferían desplazarse hacia el norte, hasta alcanzar la zona con 200 milímetros de lluvia al año. El kibutz fue trasladado unos 15 kilómetros al norte, su ubicación actual; el puesto de avanzada militar que dominaba el terreno sería conocido en adelante como «Viejo Nirim» o «Dangour», Un monumento de hormigón en bruto en el lugar conmemora a los kibutznikim muertos en el asalto egipcio el primer día de la guerra. Lleva grabada una significativa inscripción: «No es el tanque el que triunfará, sino el hombre». Subiendo hacia el oeste, es fácil observar los tejados de las casas de gazatíes en Khan Yunis.

El historiador militar Meir Pa’il, coronel retirado y oficial de operaciones de la región del Néguev en diciembre de 1949, atribuye a Nirim y los otros kibutzim de los 11 puntos un rol defensivo fundamental después de la guerra, que evitó infiltraciones de fedayines desde Gaza y también ataques de beduinos enemigos. «El Néguev estaba escasamente poblado. Apenas pudimos reunir un batallón de reserva con todos los que vivían en los asentamientos de la región. Para vigilar la línea fronteriza, se enviaron unidades de forma rotativa desde otras regiones, como la Brigada Golani, la Séptima Brigada, etc. Además de impedir las infiltraciones, también se hizo un esfuerzo por expulsar del país el mayor número posible de beduinos (de la zona de las dunas de Halutza, por ejemplo) a través de la frontera egipcia. Las tribus que habían cooperado durante la guerra fueron dejadas donde estaban; las que eran hostiles fueron expulsadas».

Marcelo Wasser, israelí de origen argentino, permanece al frente de una granja cooperativa lechera, luego de la evacuación de todos los habitantes del kibutz Nirim

Pero el kibutz no solo fue un asentamiento rural y una avanzada defensiva en el Néguev noroccidental: los miembros de Nirim también se apasionaban por las discusiones políticas sobre comunismo y socialismo. La polémica y las escisiones ideológicas dentro de la federación del kibutz Artzi no quedaron al margen del kibutz Nirim. Durante la división ideológica del partido obrero unificado Mapam en 1952, los partidarios de Moshé Sneh fueron desterrados del kibutz, cuya mayoría permaneció fiel a la nueva línea del partido que había decidido adoptar una posición de izquierda no estalinista, cercana a la socialdemocracia europea. Por su parte, Rostam Bastuni, Avraham Berman y Moshe Sneh abandonaron el partido y crearon la Facción de Izquierda, pero finalmente los dos últimos se unieron al partido comunista Maki (M. Mintz (ed.) Moshe Sneh, Writings 1966=1972. Am Oved, 2003).

Ahora bien, hasta 1956 el kibutz sufrió numerosos ataques de fedayines. A partir del año 2000, Nirim fue bombardeado por cohetes Qassam disparados desde la Franja de Gaza.

Los agricultores del kibutz trabajaban la tierra hasta la barrera de Gaza. Después de la retirada de Israel, en 2005, el Ministerio de Defensa decidió construir una franja de seguridad en el área que rodea Gaza, que atravesaría el territorio agrícola de Nirim.

A consecuencia del lanzamiento del operativo Plomo Fundido por parte de Tzahal, en enero de 2009, la mayoría de los miembros de Nirim, así como de otras aldeas cercanas a la Franja de Gaza, fueron evacuados. Decenas de familias de Nirim permanecieron en el kibutz Mishmar HaEmek en el valle de Jezreel durante un mes, hasta el final del operativo. El 26 de agosto de 2014, el último día del subsiguiente operativo, Margen Protector, el jefe de seguridad, Ze’ev Ze’evik Etzion y el subjefe de seguridad Shachar Melamed murieron en un ataque con cohetes. Ambos trabajaban con un equipo de electricistas y otros miembros del kibutz, intentando restablecer las conexiones en la comunidad después de que la torre de alto voltaje que suministraba electricidad a todo el kibutz fuera alcanzada por un cohete ese mismo día. El mismo ataque con cohetes que mató a Ze’evik y Shachar le voló las piernas a Gadi Yarkoni, quien desde entonces fue elegido alcalde del Consejo Regional de Eshkol.

Pero al igual que el kibutz Be’eri, Nirim logró desarrollarse pese a las adversidades de seguridad por los ataques desde la Franja de Gaza. Nirim es el hogar de unas 400 personas, incluidos 180 miembros plenos, 180 niños y 40 residentes. En los últimos años el kibutz, a diferencia de Be’eri, ha experimentado un cambio paulatino en su forma de vida, pasando del «modelo colaborativo» al modelo «kibutz renovador» de garantía mutua. El principal objetivo del cambio es fomentar el crecimiento de la población, atraer a la generación más joven y mantener una comunidad próspera en el kibutz.

La economía del kibutz se basa principalmente en la agricultura. Los diversos cultivos se extienden en 20.000 dunams y emplean a personal altamente profesionalizado, gran parte procedente del mismo kibutz. Otras ramas agrícolas, como el huerto de aguacates, la lechería y los invernaderos, producen anualmente algunos de los mejores resultados del país, además de explotar una de las granjas orgánicas más grandes de Israel. El kibutz también es copropietario de la fábrica de pinturas Nirlat. Muchos de los miembros trabajan fuera del kibutz y se desarrollan profesionalmente en campos como educación, psicología, el mundo académico, la ingeniería, la alta tecnología y la agricultura.

A semejanza de Be’eri, Nirim fue otro de los kibutzim israelíes asaltados por los terroristas del Hamás en la incursión de octubre de 2023. Al menos cinco personas murieron y muchas resultaron heridas. Algunos miembros del kibutz fueron secuestrados en Gaza; los medios informaron de los rehenes recientemente liberados.

El caso de Rimon Kirsht Buchshtav, de 36 años, es paradigmático. Fue liberada recientemente, el 28 de noviembre, como parte del acuerdo de alto el fuego temporario; sin embargo, su marido Yagev, de 34 años, aún sigue cautivo en Gaza. La pareja se conoció en la escuela secundaria y se casaron en 2021. La mañana del secuestro estaban escondidos en el refugio de su casa en Nirim. Pasó una semana antes de que Tzahal pudiera informar a la familia Kirsht su convicción de que tanto Rimon como Yagev habían sido secuestrados y llevados a Gaza. Había señales de lucha en la habitación, sangre y perforaciones de bala que sembraban dudas sobre la suerte corrida por la pareja.

La imagen de Rimon apareció en los medios tres semanas después de su secuestro, cuando Hamás publicó un video de rehenes que mostraba a tres mujeres israelíes secuestradas: Rimon Buchshtav Kirsht, Danielle Aloni y Lena Trupanov.

Kibutz Nir Oz: legado pacifista y socialista del Hashomer Hatzair

La separación de las parejas entre los rehenes israelíes obedece a una estrategia de manipulación característica de Hamas para sacar ventajas al negociar la liberación de las primeras mujeres cautivas, especialmente del kibutz Nir Oz, pero no es la única.

La serie fue iniciada en el primer canje protagonizado por Yocheved Lipshitz, de 85 años, y Nurit Cooper, de 80 años, ambas del kibutz Nir Oz, mientras sus respectivos esposos permanecen cautivos.

Fundado el 1 de octubre de 1955 como asentamiento de Nahal, Nir Oz fue reconocido como kibutz dos meses después. Nir Oz (en hebreo: נִיר עֹז, literalmente ‘Pradera de la Fuerza’) está situado al noroeste del Néguev, entre Magen y Nirim, y cubre 20.000 dunams.

Una vivienda del kibutz Nir Oz, luego del ataque de Hamas

La federación del kibutz Artzi = Hashomer Hatzair se hizo cargo de Nir Oz en mayo de 1957, con un grupo fundador de 70 miembros. Debido a su proximidad a Gaza, los agricultores del kibutz fueron atacados por francotiradores gazatíes con frecuencia durante años. En 2008, durante el operativo en Gaza, Tzahal pidió al kibutz que cosechara sus patatas durante la noche para reducir el riesgo de ataque. El 5 de junio de 2008, una bomba de mortero alcanzó la fábrica de pintura Nirlat, matando a un empleado e hiriendo a otros cuatro. Hamás se atribuyó la responsabilidad del ataque, y en 2013 fue descubierto un túnel que conectaba a Gaza con las proximidades de Nir Oz.

Pero la prueba de fuego fatídica de Nir Oz ocurrió el 7 de octubre de 2023. Según The New York Times, 180 de los aproximadamente 400 residentes fueron asesinados o secuestrados como rehenes; el Jerusalem Post también estimó 80 secuestros en Nir Oz, mientras que varios gazatíes merodeaban por el kibutz para saquear las casas de los residentes. El equipo de seguridad del kibutz luchó contra los terroristas, pero la mayoría de sus miembros murieron antes del arribo de tropas de Tzahal, al cabo de casi 11 horas de demora.

El primer testimonio valiente de Yochevet Lipshitz (que acompañó durante años a gazatíes enfermos) fue al día siguiente de ser liberada, en entrevista públicas para la televisión. Ella contó tanto su rapto y transporte en motocicleta hasta los túneles de Gaza, como también que Hamas procuró mantener sanos a los rehenes: «En los túneles caminamos kilómetros bajo la tierra mojada, por senderos que parecían telas de araña, y llegamos a un gran salón donde se reunieron 25 personas. Después de dos o tres horas, separaron a cinco de nuestro kibutz Nir Oz, y nos pusieron a las cinco en una habitación aparte».

Los testimonios que vendrán de rehenes liberadas y de plantas del Neguev

No es improbable que dentro de poco tiempo escuchemos testimonios de otras ancianas y mujeres mayores compañeras de Yochevet del kibutz Nir Oz. Hasta tanto, conozcamos al menos algunos de los nombres y dramas familiares de las secuestradas del kibutz Nir Oz y liberadas hasta el domingo 26 de noviembre.

Yafa Adar, de 85 años, fundadora del kibutz Nir Oz, fue internada inmediatamente, pero su temple y fortaleza la transforman en un ícono nacional. «La escritora Iris Boker elogió a Adar y expresó en X (antes Twitter) sentimientos y admiración compartidos por muchos israelíes desde su liberación: “Ella es la encarnación del sionismo y de la resiliencia israelí, y no permitirá que ningún “hamas-nik” la vea quebrarse». El nieto mayor de Yafa, Tamir Adar, de 38 años y padre de dos hijos, también fue secuestrado, pero todavía permanece en cautiverio.

Margalit Moses, de 77 años, madre de tres hijos y abuela de 10, es una profesora de biología jubilada. Sobreviviente de enfermedad cancerosa, sufre de diabetes; Hana Katzir, de 76 años, también miembro del kibutz Nir Oz, esposa del fallecido Rami Katzir, de 79 años, quien fue asesinado en su casa. Se temía que Katzir hubiese muerto, pero fue vista en el asiento trasero de un vehículo de la Cruz Roja que se dirigía a Egipto. Margalit es madre de tres hijos y tiene seis nietos. Su hijo Elad, de 47 años, también fue secuestrado y todavía se encuentra cautivo en Gaza, dijo el portavoz de Nir Oz; Adina Moshé, de 72 años, es educadora jubilada de Nir Oz, madre de cuatro hijos y abuela de 12. Su esposo David Sa’id Moshe fue asesinado en su casa el 7 de octubre; Ruth Munder, de 78 años, bibliotecaria del kibutz y costurera jubilada, fue secuestrada de Nir Oz junto con su marido Avraham, su hija Keren y su único nieto, Ohad. Su hijo, Roí, fue asesinado el 7 de octubre, dijo el portavoz de Nir Oz. («¿Quiénes son los rehenes de Hamas liberados hasta ahora?», por Tara John, Sophie Tanno, Lauren Izso, Tamar Michaelis, Jerome Taylo, CNN, 28/11/23).

El kibutz Nir Oz en 2021 tenía una población de 393 habitantes que han sido evacuados; numerosos son alojados en hoteles de Eilat. Una de ellos es la argentina-israelí Silvia Caño, quien contó angustiada que Hamas secuestró a dos de sus hijos, a dos nietas —dos gemelas de tres años—, dos nueras, a la hermana de una de sus nueras y a su hija de cinco años. (Raquel Segura, «Lejos de Gaza a pies del mar Rojo, evacuados del kibutz Nir Oz no olvidan el 7 de octubre», swissinfo.ch, 13.11.23)

Tras un drama semejante, también otros evacuados de los kibutzim Be’eri, Nirim y Nir Oz relatan penas desgarradoras que, junto a relatos de los rehenes que retornan, van enhebrando la trama de una historia colectiva que parece haber tenido una sola faz mortuoria y de despojo. Pero todo comenzó con la cara de otra historia que tiene que ser contada, la utopía de una vida en el desierto, cuya naturaleza fuera redimida por el trabajo productivo, la cultura y la utopía ecológica.

Tal vez quienes seguramente cuenten también esta historia de pionerismo y retorno al desierto sean la vegetación y los árboles plantados durante décadas para solaz de los cultivos y de la gente del Néguev nordeste. Un ejemplo es el jardín ecológico de aclimatación Green Spot que se ocupa de plantas que ahorran agua, diseñado por Hayyim Kahanovich. El arquitecto paisajista del kibutz demuestra la posibilidad de mantener un jardín, incluso en las condiciones áridas del desierto de Néguev, utilizando sólo el 50% de la cantidad de agua que generalmente se necesita para regar los jardines en el centro y el norte del país.

Otro ejemplo inspirador es la plantación, gracias al Keren Kayemet, de un bulevar de doce kilómetros de largo con árboles que ayudan a proteger a las once comunidades pioneras, con un promedio de aproximadamente un kilómetro de árboles por cada comunidad. El kibutz Mefalsim, poblado por latinoamericanos, fue el lugar de las primeras plantaciones, que comenzaron inmediatamente después del Día de la Independencia de Israel, a las que pronto siguieron las plantaciones cercanas de las demás comunidades: Hulit, Ein Hashelosha, Nirim, Nir Oz, Kissufim, Nahal Oz, Kfar Aza, Nir Yitzhak, Sufa y Sa’ad.

Los históricos 11 puntos no se dan por vencidos. Además de protegerse con árboles de eucaliptus altísimos —no con un muro de cemento—, disfrutarán de la sombra, de la belleza natural y de la miel producida por las abejas a partir del néctar que extraen de las fragantes flores de eucalipto. Néctar que endulza la vida, miel que orea quemaduras y cura heridas.