Un portavoz del Ministerio de Salud palestino, Jaled Radi, dijo que 13 de los muertos pertenecían a una misma familia. Agregó que por lo menos 40 personas más, todas civiles, resultaron heridas y se encuentran en cuatro hospitales.
El presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmoud Abbas, y el Primer Ministro, Ismail Haniyeh, condenaron el ataque. Este último dijo que las gestiones para formar un gobierno de unidad nacional quedaron suspendidas.
Mientras tanto, el ministro de Defensa israelí, Amir Peretz, ordenó al ejército que cesara -por el momento- sus cañoneos de artillería en Gaza.
El máximo responsable político de Hamas en el exilio, Jaled Mashaal, anunció el fin de la tregua con Israel y aseguró que la lucha armada es libre de reanudarse. Mashaal advirtió que el Hamas responderá al ataque «con hechos y no con palabras”.
El portavoz del gabinete palestino, Ghazi Hamad, dijo que “la existencia de Israel debe ser eliminada, porque es un Estado de bandidos y animales (…) y debe ser expulsado de las Naciones Unidas”.
“El mundo debe movilizarse lo más rápido posible contra esta banda criminal, que lo único que sabe hacer es matar a palestinos”, agregó.
La Yihad Islámica también clamó revancha. “El martirio se acerca”, anunció en un comunicado en referencia a los atentados suicidas. “La respuesta no tardará, porque es tiempo de castigo y de revancha”.
El ataque ocurrió un día después de que las fuerzas israelíes concluyeran la operación “Nubes de otoño” para detener los ataques con cohetes lanzados por guerrilleros palestinos desde el norte de Gaza.
Horas después del repliegue israelí, los palestinos reanudaron el lanzamiento de cohetes.
Funcionarios palestinos de seguridad dijeron que, luego del lanzamiento, tanques israelíes dispararon siete proyectiles a la zona aledaña a la aldea de Beit Hanún. Según algunos testigos, las víctimas fueron sorprendidas por el ataque mientras dormían.