Reflexiones a la luz del conflicto:

Al borde de la oscuridad

“Es posible que los palestinos aprendieran que el bombardeo a las poblaciones no aporta a su independencia, así como los israelíes entendieron que las acciones militares no callan a los palestinos. Hay señales que el gobierno del Hamas ha llegado a un callejón sin salida. Asimismo, hay indicios de que el gobierno de Israel comprendió, por fin, que no existen las soluciones unilaterales”.

Por Amos Oz

¿Quizá sea ésta la luz al borde de la oscuridad?
El cese de fuego entre los israelíes y los palestinos, es el primer paso; posteriormente se debe continuar por lo menos con otros tres pasos más: la liberación de los prisioneros, la creación de un nuevo gobierno palestino que no preconice el exterminio de Israel, sino que aspire a una convivencia con él, y la apertura de las negociaciones en pro de la paz israelí-palestina general.

¿Será que a la brevedad llevarán a cabo el segundo, tercero y cuarto paso? Todo depende del afianzamiento del primero: el cese del fuego.
Es posible que los palestinos forzosamente hayan aprendido que el bombardeo a las poblaciones israelíes no promueve a su independencia, así como Israel entendió que las grandes acciones militares no callan a los palestinos. Actualmente, existen indicios que los palestinos han llegado a un callejón sin salida que los ha colocado dentro del marco internacional e israelí, en una situación de sufrimiento continuo que lo obliga a soportar inútiles víctimas. También Israel comprendió que no hay soluciones unilaterales, y que no hay otra alternativa a tratar de llegar a un acuerdo.

Fuerzas apreciables

Las fuerzas de los envidiosos por ambas partes continúan socavando las posibilidades; censuran todo intento y toda negociación como señal de debilidad. Los envidiosos palestinos anhelan seguir la lucha armada hasta la eliminación del Estado de Israel. Los envidiosos israelíes reclaman a su Gobierno conquistar nuevamente la Franja de Gaza y renunciar finalmente a la idea de desalojar los territorios conquistados. El círculo de sangre israelí-palestino y la sensación de que no hay salida de éste, desesperan a los moderados de ambas partes. La debilidad de Olmert y Abu Mazen intensifica tal desesperación.
El ambiente de incapacidad rodea a muchos de los que bregan por la paz, a los que sienten que el extremismo logró ahogar en sangre las posibilidades de un acuerdo.
Pero este desaliento, esta sensación de impotencia sólo logran incrementar el extremismo de ambas partes.
Hasta hace pocos años, los que abogaban por la paz llenaban las plazas, derrocaron al gobierno de Shamir, Luego al de Netanyahu y abrieron las puertas a un reconocimiento mutuo entre los dos pueblos.
En las últimas elecciones los adeptos a la paz apoyaron al gobierno de centro-izquierda que propulsó la salida unilateral israelí de la mayoría de los territorios conquistados.
Y he aquí que a raíz del ataque de Hezbollah a Israel, este gobierno de centro-izquierda comenzó una acción militar en El Líbano y convirtió lo que tendría que haber sido una acción de corta duración, limitada y justiciera en una guerra infortunada y prolongada, por la cual perdió el deseo de impulsar el proceso de paz con los palestinos, agotando todo anhelo que no sea su propia supervivencia en el poder.
Por su parte, los palestinos fueron instados por el poder de la minoría del Hamas a adoptar posturas belicosas y extremistas que no están dispuestas a reconocer el derecho a la existencia de Israel, posiciones similares a aquellas que condujeron al pueblo palestino a su gran desastre en el año 1948.
A pesar de todos esos días, quizás se perfila un cambio en las dos partes, talvez acelerado por la sensación de un estancamiento y el pánico al círculo vicioso compartido por ambos. Si el cese del fuego continuará vigente, y más tarde se llegará a la liberación de los prisioneros y a la creación de un Gobierno pragmático palestino, es muy posible que estemos a las puertas de nuevas perspectivas. Ya no necesitaremos de una Convención Internacional, ni de nuevos programas de paz europeos; tan sólo de negociaciones directas entre las partes. ¿Negociaciones sobre qué? No más “desenganche” y no más “hudna” o “tadaia” sino sobre un acuerdo bilateral general y circunscrito a la solución de todos los compuestos de la guerra Israel – Palestina.
¿Qué contendrá este acuerdo? Justamente en ello se cifra la esperanza: se centrará en que tanto los israelíes como los palestinos ya sienten en lo más profundo de sus corazones qué es lo que habrá en este acuerdo, y saben, también, lo que no habrá en él. Incluso los opositores por ambas partes también lo saben; incluso éstos -por las dos partes- que ven en el acuerdo traición y desastre, ya saben que en el mismo existirán dos Estados, Israel y Palestina, con las fronteras del ´67, con cambios por ambas partes y que habrá dos capitales en Jerusalem; no existirá “el derecho al retorno”, así como no habrá más asentamientos.
Ambos pueblos ya lo saben. ¿Acaso esta información les depara alegría? Por supuesto que no. ¿Acaso el día de la concreción de este inevitable acuerdo los israelíes y los palestinos saldrán a festejarlo? Por supuesto que no. Se trata de una transacción dolorosa, rechinando los dientes. Pero la grata noticia es que los dos pueblos ya saben que este convenio se llevará a cabo finalmente.
¿Cuánto tiempo, cuánto sufrimiento, cuánta sangre derramada necesitarán los dirigentes de Israel y de los palestinos antes de llegar a él?
El cese del fuego, si se mantiene, es el primer destello de luz al borde de la oscuridad.