La tragedia de la Amia y Nisman

No obstante la gravedad institucional que significa la muerte de un fiscal que formulara una denuncia contra la Presidenta de la Nación, el Canciller, un legislador nacional y otros dirigentes por presuntas acciones relacionadas con la firma del Memorándum con Irán, acaecida horas antes de que el mismo declarara ante el Congreso, el autor de este artículo se propuso evitar caer en la frecuente lógica pro-gobierno -anti-gobierno, en un análisis que incluye las opiniones que ha generado el accionar de Nisman en la investigación de la masacre de la Amia, así como también las opiniones que ha generado la denominada “Marcha del Silencio” del 18 de febrero pasado.
Por Roberto Faur *

En primer lugar, enunciaré los cuatro cuestionamientos más relevantes que algunos sectores del oficialismo y la oposición, periodistas e investigadores y núcleos de familiares de las víctimas, han hecho a la labor de Nisman al frente de la fiscalía, varias de ellas basadas en las publicaciones de los llamados “wikileaks”:
1. Que cumplía instrucciones de las Embajadas de Israel y EE.UU., al ocuparse solamente de culpar a funcionarios iraníes por la masacre de la Amia
2. Que tenía contactos estrechos con el espía Jaime Stiuso, la CIA y el Mossad, de los que recibía periódicamente información clasificada, y que tenían gran influencia sobre él  y marcaban el rumbo de la investigación
3. Que no investigó debidamente la llamada “pista siria” y el encubrimiento que se montó inmediatamente después del atentado
4. Que no investigó en absoluto la conexión local que facilitó los medios para la concreción de la masacre
Recordemos que Nisman se hizo cargo de la fiscalía varios años después de ocurrida la tragedia; el entonces presidente Kirchner le asignó los presupuestos y la logística necesarios para realizar su labor, así como también le asignó el agente de inteligencia Stiuso de la ex SIDE para trabajar en forma directa con él en las investigaciones.
Respecto de las dos primeras críticas que se le formulan cabría realizar un planteo previo con los siguientes interrogantes:
¿En quién/es podía confiar Nisman para realizar su labor investigativa, cuando habían transcurrido 10 años sin avances significativos en la causa? ¿En la SIDE?, ¿en la Policía Federal?, ¿en la Gendarmería? ¿en las Fuerzas Armadas?
¿Él, como fiscal a cargo,  no debía buscar fuentes alternativas de información confiable, de otro nivel? ¿Acaso no es verdad que los servicios de inteligencia de muchos países trabajan en red?  
¿Qué otras alternativas tenía en ese entonces?
El tipo de respuestas que encontremos a estos interrogantes harán que, cada uno de nosotros, o bien compartamos las críticas mencionadas formuladas a su labor o que, por el contrario, las desechemos  definitivamente y aprobemos la misma.
Respecto del tercer cuestionamiento –sobre la “pista siria” y el encubrimiento- cabe puntualizar lo siguiente:
El fiscal Nisman fue quien realizó una extensa denuncia acusando a importantes autoridades del régimen iraní, en la época del atentado, por ser los responsables de haber ordenado y financiado la ejecución de la masacre de la AMIA, logró que la justicia argentina dispusiera la captura internacional de los acusados mediante la implementación de las alertas rojas  con el aval de Interpol, y también denunció a Carlos Menem por haber entorpecido o intentado ocultar la llamada “pista siria”, logrando que se investigara la denuncia, se indagara y se procesara al ex presidente y se elevara la causa por encubrimiento a juicio oral, el que tendrá lugar en los próximos meses.
Con relación a la cuarta crítica –sobre la conexión local- debemos mencionar que se cuestionó y se cuestiona, aún hoy, la carencia de acciones concretas de investigación de las pruebas e indicios que existían y existen sobre la conexión local que facilitó la logística para la comisión del atentado. Esta es, quizás, la deuda más importante que el fiscal mantuvo con la sociedad hasta su muerte y que, lamentablemente, ya no podrá saldar.
Existe la esperanza, tanto por parte de los familiares de las víctimas como de periodistas especializados en la causa, que de las derivaciones que pudieran haber en el futuro juicio por encubrimiento. y si se profundizara aún más la investigación del mismo, podrían existir posibilidades de conocer quiénes formaron parte de la conexión local y de las ramificaciones de la misma; si así fuera, se configuraría el conocimiento total de los responsables del atentado.

En segundo lugar, analizaremos las opiniones vertidas con motivo de la llamada marcha del 18F, o “Marcha del Silencio”.
Hay quienes opinan que la marcha realizada es análoga a otras demostraciones conservadoras producidas en el pasado. Aducen que en la misma sólo se vieron personas de edad madura, profesionales y comerciantes de clase media y media alta, que no se notó la participación de jóvenes y trabajadores ni personas de clase media baja. Que, en realidad, se trató de una marcha opositora con intención destituyente, o por lo menos que pretendió limar la imagen presidencial para así obtener réditos electorales en las próximas elecciones.
Otros opinan que es una de las tantas marchas en las que la sociedad pide Justicia por un hecho inexplicable, como fueron en el pasado las marchas por AMIA, por Cabezas, por María Soledad Morales, por Kosteki y Santillán, por Cromagnon, por Julio López, por Luciano Arruga, por la tragedia de Once, y otras.
Muy probablemente tengan razón los que sustentan ambas opiniones, no obstante ser contrapuestas, pues es prácticamente imposible conocer las motivaciones conscientes o inconscientes de, por lo menos, más de 300.000 personas que formaron parte de la Marcha del Silencio. Sin dudas, su madre, su ex esposa y sus hijas lo hicieron para rendirle el merecido homenaje.
Ante esta circunstancia, entonces, la pregunta que debemos hacernos es:
¿Hay alguna razón fundada que legitime las marchas para pedir el esclarecimiento de las muertes mencionadas y que no legitime la marcha realizada con motivo de la muerte de Nisman?
Nuevamente, el tipo de respuesta que podamos hallar a este interrogante hará que, cada uno de nosotros, o bien compartamos las críticas mencionadas formuladas a la Marcha del Silencio y la deslegitimemos o que, por el contrario, definitivamente las desechemos y legitimemos la Marcha.
Una última reflexión. A las dos causas existentes relacionadas con la masacre de la AMIA, la causa principal por el atentado y la del encubrimiento, se le suman ahora dos causas más: la de la denuncia realizada por Nisman y la relacionada con la muerte del fiscal. Sin desvalorizar la importancia institucional de esclarecer a estas últimas dos, no debemos olvidar que también debemos bregar, cada uno de nosotros desde su lugar, por el esclarecimiento de las dos primeras causas pues, de no hacerlo, en este caso el orden de los factores sí alterará el producto final.

* El autor es coordinador de la agrupación Argentinos Amigos de PAZ AHORA, capítulo argentino de la ONG israelí PAZ AHORA.